Lomas de Zamora, junio 12 (AUNO).- Un lunes de súper acción vivió Banfield, otra vez preso de los interminables tironeos políticos. Corrían horas de la tarde cuando surgio con fueza el rumor de la renuncia del presidente Carlos Portell, hombre que comanda los destinos del club desde 1998. El trascendido tomó forma de noticia hasta que el propio Portell debió salir a desmentir las versiones que, curiosamente, surgieron en el seno de su propia Comisión Directiva.
“No renuncié. Muchos me han llamado para preguntármelo, no sé de dónde sacaron esa versión. Voy a cumplir mi mandato”, aseguró Portell en declaraciones periodísticas, más allá de que desde el club aseguran que ya firmó una carta de dimisión, que está guardada en la escribanía de Néstor Villar, ex directivo de la institución, y que será presentada una vez finalizado el Clausura, sin importar la suerte que corra el equipo que adiestra Eduardo Acevedo.
Según trascendió, la Comisión Directiva pretende que Portell dé en forma inmediata un paso al costado, ya que lo sindican como máximo responsable de la comprometida situación que vive el club, jaqueado desde lo deportivo, pero también con serios inconvenientes para afrontar sus compromisos económicos y financieros.
El mandamás del ‘Taladro’, que también oficia como tesorero de la AFA, quedó aislado en el Sur del Gran Buenos Aires luego una serie de fuertes divergencias con el vicepresidente primero Marcos Acuña, el secretario, Martín Viñuales, y el prosecretario, Esteban Muñiz, todos con fuerte respaldo del intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde.
Si bien el año pasado firmaron un matrimonio por conveniencia para imponerse unas polémicas elecciones (donde la oposición intentó impugnar los comicios por una supuesta mala confección de los padrones), las diferencias se acrecentaron con el correr de los meses, se agravaron con el desvarío deportivo del equipo de fútbol y se tornaron irreconciliables luego del despido del gerente Héctor Clide Díaz, hombre del riñón de Portell.
Tanto es así que el empresario había dejado entrever la semana pasada la posibilidad de alejarse de la institución. “Estoy viendo el mejor momento para dejar el cargo en manos de otros que seguramente estarán mejor preparados. La política interna del club está muy complicada y eso me hizo repensar el futuro, pese a que mi mandato finaliza en 2014. Hace 14 años que estoy al frente de la institución y eso implica un desgaste”, había confesado en una entrevista con el programa radial Deportivo Télam.
Un día después se desdijo, pero el fantasma siguió sobrevolando por Banfield y tomó fuerza en las últimas horas hasta que otra vez debió salir a ahuyentar los rumores. ¿Hasta cuando?
Ya en 2007, cuando el club transitaba por una situación incómoda dentro de la cancha -tras el pésimo paso de Patricio Hernández y la oscura gestión de la dupla Pablo Sánchez-Hernán Lisi-, Portell amagó con renunciar al cargo, secundado por otros pesos pesado de la Comisión Directiva, al argumentar “presiones internas y amenazas” desde el sector de la oposición. La dimisión quedó en la nada y sólo le sirvió para tomar aire y ganar poder.
Ahora, curiosamente, las presiones vienen desde sus propias entrañas: el presidente de Banfield esta vez parece haberse quedado solo, casi sin respaldo en el seno de las máximas autoridades del club.
Sin rumbo. Así esta el viejo Taladro, dentro y fuera de la cancha. Lo del equipo de fútbol, más allá de la parda con el Boca de Falcioni, Erviti, Silva y Cvitanich, parece ser la crónica de un descenso anunciado, caída que de no mediar un milagro se consumará, siendo optimistas, a más tardar la próxima temporada.
La debacle institucional, en cambio, se camufla como una consecuencia más del mal andar en lo deportivo. Sin embargo, cada vez toma más forma de causa inequívoca del triste sainete en que se convirtió un club que poco tiempo atrás, mientras maquillaba imperfecciones, se jactaba de ser un modelo a copiar en la AFA.
AUNO 12-06-12
MFV