Por un teatro feminista

Lucila Quarleri escribió _Esa niña (volveré y seré millones)_, obra en la que actúa Maia Lancioni y en la que un personaje femenino de clase alta desarma su pensamiento machista. Tras su presentación en zona sur, las artistas conversaron con *AUNO* sobre la relación entre el arte y la lucha actual de las mujeres.

Melanie Berardi

Lomas de Zamora, julio 16 (AUNO).- “Basta de caracterizar personajes de mujeres como putas, histéricas o calladas”, criticó la directora y dramaturga María Lucila Quarleri. El personaje de su última obra, Esa niña (volveré y seré millones) carga con la identidad de aquellas mujeres de los años cincuenta, explota de rebeldía feminista como las calles de todo el país e invita a repensar el teatro por y para las mujeres.

Con la actuación de Maia Lancioni, Esa niña… recorre el camino de la deconstrucción del pensamiento machista a través de su protagonista, que ve a una niña que evoca a la figura de Eva Perón, durante un viaje en colectivo hacia Los Toldos. Una mujer de clase alta, sin aspiraciones ni sueños, casada con un hombre por su apellido y rodeada de lujos, comienza “a repensarse a sí misma desde su experiencia” y se reconstruye, según relató Quarleri a AUNO, tras la presentación de la obra en el Auditorio de Radio Urbe, en Lomas de Zamora.

La puesta en escena nació de la resignificación de grandes relatos de autores hombres, como “Una flor amarilla”, de Julio Cortázar, y “Esa mujer”, de Rodolfo Walsh, para convertirse en una historia producida íntegramente por y para mujeres, con la escenografía de Maricel Aguirre.

“Basta de caracterizar personajes de mujeres como putas, histéricas o calladas”, cuestionó la directora, y agregó: “Necesitamos reivindicar a las mujeres en los textos teatrales clásicos, en los cuales quedan en arquetipos muy cerrados”.

Por otro lado, la autora señaló que muchos personajes femeninos son secundarios y no tienen otros matices por fuera de los estereotipos de “la linda, la buena, la fea o la mala”. “El teatro por y para mujeres es carenciado, porque no tenemos los mismos recursos que tienen los hombres. Hay menos directoras, así como también menos teatros que nos abren las puertas”, expuso.

Sin embargo, el teatro —como cualquier forma de producción cultural— no es ajeno a la coyuntura social y política. Esa marea feminista que copó calles y encontró su expresión en el arte urbano, el cine y la música, también avanzó en la búsqueda de su identidad sobre tablas. Tal es así que Esa niña…, recomendada por el Instituto Nacional de las Mujeres como una “expresión cultural con perspectiva de género”, forma parte de la propuesta del colectivo Ni Una Menos para realizar funciones de teatro popular y encuentros de charla-debate.

¿Qué define al teatro feminista? “Ese es el gran signo de interrogación: qué teatro queremos hacer, cómo deben ser los personajes y de qué manera plantear la dramaturgia. Está bueno hacernos esas preguntas sobre cómo queremos plantear el modo de producción. Hay tantos feminismos como mujeres y es importante entender eso para reivindicar a todas en los personajes y las historias”, explicó Quarleri.

“Esto lo defendemos desde el teatro callejero y las performances que se dan en las marchas, donde hay danza y chicas maquilladas”, describió la autora, quien consideró que las mujeres continúan siendo “ciudadanas de segunda porque siguen restringiéndose sus posibilidades”. “¿Qué teatro queremos hacer nosotras? No sabemos. Por eso tenemos que seguir repreguntándonos para seguir expandiendo el feminismo desde distintos lugares”, consideró.

Cambiar machismo por sororidad

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El personaje de Quarleri nace del machismo que marcó la vida de abuelas y madres, quienes debieron callar o ver truncados sus sueños, aspiraciones o vida profesional por un entorno patriarcal que encubría su potencial.

Es esa experiencia la que capturó la directora, que comenzó a escribir Esa niña… luego de un episodio con su madre: “El día de la segunda asunción a la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, en 2011, encontré a mi madre llorando frente al televisor. Entendí su sororidad al ver a una figura política que supuestamente odia y le parece lo peor del país. A pesar de eso, ella sintió la sororidad de decir ‘mirá lo que va a hacer esta mujer sin él (sin Néstor)’. Su sentido de sororidad superó el machismo que sentía”, describió la directora.

Así, esa niña que viaja en colectivo y la reacción contradictoria que provoca en la protagonista aporta una reflexión sobre una realidad, en la cual las mujeres se ven relegadas al ámbito de lo privado y deben elegir entre la maternidad, la profesión y sus aspiraciones personales. En ese sentido, la puesta en escena está impregnada de la coyuntura política y social, desde una perspectiva feminista.

“La contradicción de un personaje mujer de clase alta con un pensamiento machista, que termina convirtiéndose en Eva Perón, expone en cierta medida que todas tenemos algo que nos apasiona pero que muchas veces el entorno se encargó de no permitir que despleguemos ese potencial”, explicó Lancioni. Por su parte, Quarleri sostuvo que si bien la obra fue cambiando, hoy está “empapada del pensamiento feminista de decir ‘¿por qué no?’ para comenzar a cuestionarse todo”.

Esa niña… estrenó en octubre del año pasado, recorrió distintos escenarios de la Ciudad de Buenos Aires y localidades de la provincia, donde reivindicó el potencial y los sueños de muchas mujeres.

AUNO-16-07-2018
MB-MDY

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