Lomas de Zamora, octubre 29 (AUNO).- Con el clásico “Johnny B. Goode”, Chuck Berry le partió la botella de champagne al barco del rock y lo lanzó, virginal, a aguas desconocidas. Claramente, el punto de partida del mito norteamericano no significó una tara; las generaciones posteriores tomaron el género y lo deformaron y reformaron en un viaje sin final visible. Un recorrido estético similar es el que planeta la Orquesta Típica Agustín Guerrero (OTAG), un ensamble compuesto por músicos sub 30 de zona sur que derriten los límites del tango y lo mezclan con música contemporánea de vanguardia. El director de la OTAG, Agustín Guerrero, charló con AUNO sobre la esencia artística de la orquesta, que se prepara para presentar XXI, un disco que “refleja la renovación del tango actual”.
Si no fuera por el piano añejo y hermoso que preside uno de los tres ambientes, la casa de Guerrero sería bastante parecida a la de cualquier otro soltero de 26 años. Ahí, en un hogar sencillo a metros de la estación de Burzaco, el género que nació en los arrabales porteños transmuta; al frente de la OTAG, Guerrero compone piezas que así como ganan reconocimiento internacional, se llevan las críticas de los puristas del género.
Se trata de obras que combinan la impronta de la música ciudadana con la búsqueda estética de compositores modernos como John Cage. Una experimentación sobre cimientos tangueros que se eleva hasta un cenit indeterminado, enriquecedor.
-¿Cómo alcanzaste tu identidad compositiva?
-Tenía la necesidad de tocar algo que me represente. Desde chico escucho tango y otros géneros, así que cuando me dediqué a estudiar composición me aparecieron muchas influencias. Entonces lo que me salió naturalmente es decir “¿qué hago con esto?”. Hago tango, así que decidí integrar todas las influencias en él. Pensé en hacer aportes al género que quizás todavía no haya tenido. Empecé a buscar mi camino artístico desde ese lugar. Me gusta toda la música de siglo XX: Ravel, Debussy, Stockhousen, Schoenberg. Al escucharlos y estudiarlos, decidí incorporarlos.
-¿Cómo se hace para que todas esas influencias sigan sonando a tango?
-Como el tango es el lenguaje que me representa y con el que puedo expresar mis ideas más fácilmente, las composiciones terminan por ser tangos o algo muy emparentado. El tema es plantearse cuáles son los límites o los puntos que hacen que algo sea considerado tango o no. Me puse a pensarlo y a estudiarlo y llegué a unas conclusiones a partir de las cuales me puse a crear. Para explicarlo así por arriba: el rimo es el que determina qué género estás escuchando más allá de las notas que le pongas después y el acompañamiento. Puedo hacer algo dodecafónico o atonal, lo que sea, pero si la esencia rítmica es la del tango, eso va a seguir sonando a tango. En base a esa idea salió “Fragmentos”, que tiene cambios de compás y no tiene un centro tonal muy definido. Es como un experimento tanguero.
“TODO MUY LINDO PERO NO ES TANGO”
A los oídos acostumbrados a la cadencia tradicional del 2×4 no les es fácil aprehender el sonido de la OTAG. Así como la orquesta fue invitada en 2012 a participar de uno de los principales festivales culturales lationamericanos, el Festival Internacional Cervantino (México), en un show de la Guerrero no faltan aquellos que se levantan y se van a la casa a escuchar a Gardel. “El nivel de tradición y raigambre del género hace que las variaciones le caigan más duro al oído. La persona escucha algo que no le es familiar y enseguida reacciona”, señala el director.
-¿Ante esas inquietudes, cuál es la respuesta?
-La OTAG es urbana y pertenece a gente joven. Eso puede que no esté tan bien visto, pero le pasó a un montón de otros tangueros. Fijate que si nos quedamos en lo primero del tango, todo tendría que ser parecido a “El Choclo” y se acabó ahí. Por suerte aparecieron cosas como “Tango a fuego lento”, de Salgán, o “Responso”, de Troilo. No podemos negar que eso sea tango. Si lo hacemos es una cagada porque el tango evolucionó, tocó temas más profundos. Cuando eso se amplía no hay algo malo en realidad, porque lo otro va a estar igual y todos los que hacemos tango lo estudiamos y lo disfrutamos. Disfruto mucho de escuchar a Gardel, creo que es una de las cosas que más escucho. Pero lo mejor es estar abierto y ser perceptivo para actuar desde un lugar de mayor claridad. Porque no vivimos en el pasado
-Por eso la OTAG, además de composiciones propias, suma a su repertorio piezas de otros directores jóvenes como Fernando Otero, Diego Schissi, Pablo Agri y Juan Martín Scalerandi…
-Es un mensaje de que el tango en la actualidad tiene un movimiento de renovación y de que hay conciencia de ese movimiento. Eso empezó a mediados de la década del ’90 y ahora es mucho más grande y tiene más empuje. Lo que hacemos es reflejar la realidad del tango actual. Es condesar algo que parece un montón de tipos que hacen cosas por su cuenta cuando no es así. La orquesta nuclea eso y lo documentará con XXI, el disco que preparamos para el año que viene.
-¿Cómo se coordina el trabajo de la orquesta en vistas a ese disco? Hay que organizar a tantos músicos…
-El músico que viene del palo académico tiene más conciencia de los tiempos de ensayo. Esa raíz facilita un poco las cosas. También se habla: “somos tantas personas, si queremos que esto funcione, hay que organizarlo”. Fijamos un día de ensayo que se respeta, es un ensayo semanal general. Después tenemos ensayos por sección. Uno con la base: contrabajo, piano, guitarra y percusión; otro con los bandoneones; y otro con las cuerdas. Al final son dos ensayos semanales por músico. Las composiciones exigen la técnica de cada músico en particular y el nivel de ensamble de todos en general. El ensayo no es sólo el medio para hacer sonar bien algo, lo tomo como el momento en el que la orquesta toma forma y encuentra los mecanismos para funcionar. Es el momento en que uno aprende.
Actualmente, además del mencionado Guerrero, la orquesta está conformada por Emiliano Guerrero y Manuel Barrios en bandoneones; Sebastián Calise, María Inés Samaniego, Laura Grandellis y Cecilia Casanovas en violines; David Trigo en viola; Cecilia Barrales en violonchelo; Pablo Brie en contrabajo; Pablo Juárez en guitarra; Agustín Uzal en flauta traversa y fagot; y Anabel Loza Subia en Piano. Un plantel que, en promedio, no supera los 30 años de edad.
-¿Se buscó adrede que los músicos sean jóvenes?
-Se dio naturalmente, la mayoría nos conocimos en el conservatorio Julián Aguirre. Tampoco sucedió que nadie mayor de 50 se acercara para tocar. Igualmente un proyecto como la Orquesta requiere un esfuerzo, mucha dedicación y algo de idealismo. Sabemos que no vamos a sacar plata con esto, y en general un tipo de 50 años tiene ciertas obligaciones que no le permiten aventurarse en un proyecto como éste. Entonces la edad apareció como un filtro natural.
-¿Cómo te gustaría que sea el camino de la OTAG?
-Si bien estar en el Cervantino ante tanta gente fue genial, un objetivo es presentarse en circuitos de festivales de música del mundo (como los que se organizan en ciudades como Oslo, Chicago y Toronto). No importa que sean escenarios grandes como el Cervantino. Entrar en ese tipo de festivales y mostrar en el mundo lo que hace la Orquesta a través del tango es un objetivo. Más allá de eso, quizás un poco más importante, es que nuestro camino artístico quede plasmado. Que sea un signo de la época.
AUNO-29-10-2014
JJR-MDY