Origen y presente de una pandemia que cambió al mundo

Más allá de todas las teorías que se tejieron sobre el origen de la enfermedad, el SIDA se convirtió con los años en un auténtico flagelo que modificó hábitos y conductas sexuales en los países desarrollados y que golpea cada vez con más fuerza en el «tercer mundo».

Desde la aparición de los primeros casos, a principios de la década de 1980, muchas fueron las teorías que se elaboraron sobre el origen del virus del SIDA. Desde que una mutación originada en la vacuna contra la poliomelitis hasta las visiones conspirativas que sostiene que el VIH no existe, y que es una alteración genética creada en un laboratorio del Ejercito de los EE.UU. Sin embargo, la tesis científica más difundida y aceptada en la actualidad sobre el inicio de la pandemia se remonta al continente africano y a los diversos tipos de contactos que durante décadas se establecieron entre los humanos y los simios que habitaban en las selvas subsaharianas.

Es una historia donde se entremezclan la descolonización de África, la explotación laboral y la liberalización de las costumbres sexuales de las comunidades gay’s en Europa y América del Norte. Fueron en definitiva las condiciones que posibilitaron la irrupción de una enfermedad que transformó de forma radical las relaciones humanas a escala planetaria al punto de transformar las estructuras sociales en varias naciones del “tercer mundo”.

El síndrome de inmunodeficiencia simia (cuya sigla en inglés es SIV) es una enfermedad presente en los chimpacés y monos verdes que habitan los bosques húmedos del centro de África. Durante miles de años, las tribus originarias de esta parte del continente cazaron estas especies de primates con el propósito de utilizarlas com alimento. De esta forma se cree que el virus se transmitió del simio al hombre y que a mediados del siglo XX inició un proceso de eclosión que coincidió con el surgimiento de los primeros estados nacionales que se independizaron de sus metrópolis europeas.

Tras retirarse de sus posesiones en el Congo, Bélgica se llevó consigo gran parte de la mano de obra calificada que utilizaba en esa colonia. Al independizarse, las nuevas autoridades del país emplearon trabajadores calificados de naciones caribeñas como Haití, Guadalupe y Martinica, destinos que durante los años 1960 y 1970 adquirieron fama como centros de turismo sexual que recibían numerosos visitantes desde los EE.UU.

En el contacto que esos trabajadores caribeños mantuvieron con los nativos del centro de África, y los que pudieron establecer luego en sus países de origen, podría hallarse una explicación para el crecimiento que el SIDA comenzó a experimentar hace más de un cuarto de siglo.

Según Mirko D. Grmek, profesor de historia de la medicina y ciencias biológicas de la Escuela de Altos Estudios de París, Francia, este proceso de interrelaciones entre sujetos de distintos continentes, ofrece una buena explicación para el comienzo de lo que hoy es la pandemia.

“Es probable que el virus del SIDA haya permanecido aletargado durante mucho tiempo, pero está claro que como producto de una serie de intercambios personales, la enfermedad se tornó más virulenta y se propagó hasta adquirir las proporciones que hoy conocemos”, explicó Grmek.

Y fue así como los primeros casos irrumpieron en la ciudad californiana de San Francisco, donde existía una numerosa comunidad homosexual. En junio de 1981, una revista científica dio cuenta de un extraño caso de neumonía en un paciente gay. Era un tipo de germen escasamente difundido. A su vez, se difundieron varios casos de sarcoma de Kaposi. Eran enfermedades infrecuentes que afectaban a personas inmunodeprimidas, sin capacidad de generar anticuerpos.

También trascendieron otros casos de personas afectadas con afecciones similares en otras ciudades de EE.UU y Europa. Era el principio de un drama que se denominó como Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida, y que comenzaba a extenderse inexorablemente por el mundo. Sin embargo, el agente causante de esta afección constituía un misterio.

En un principio se creyó que la causa del SIDA se hallaba en las drogas que los homosexuales utilizaban como estimulantes, pero con la aparición de los primeros pacientes hemofílicos y heterosexuales, se dedujo que el virus se transmitía por contacto sexual y sanguíneo.

Con la realización de diversos estudios de forma paralela, y en un proceso que no estuvo exento de controversias, el médico estadounidense Robert Gallo y su colega francés Luc Montagnier descubrieron en 1987 que el causante del SIDA era el retrovirus del VIH.

Luego comenzaron a llegar desde África los primeros datos que daban cuenta del carácter epidémico que tenía la enfermedad, y que creció de manera vertiginosa en las últimas dos décadas. Naciones como Uganda, Kenia, Sudan y Gabón tienen hoy la mitad de sus poblaciones infectadas con el virus.

Mientras que al otro lado del Atlántico, en América Latina, casi dos millones de personas conviven con la enfermedad, cuyo principal grupo de riesgo son hoy los jóvenes heterosexuales.

Aunque el preservativo es hoy el método más eficaz de prevención contra el SIDA, el Vaticano y algunos países islámicos se niegan a recomendar su utilización, y proponen, en su lugar, la abstinencia como único método de evitar el contagio.

Mientras tanto, la comunidad científica sigue en la búsqueda de una vacuna que consiga frenar esta enfermedad, un auténtico flagelo con el que la humanidad deberá convivir durante mucho tiempo más.

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LDC-AFD
AUNO-30-11-07
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