Mitos sobre el aborto: una disputa discursiva que genera desinformación

En las semanas previas al debate en el Congreso, mucha información sobre el aborto circuló en las redes sociales. AUNO analizó cinco mitos para comprender mejor la disputa en lo discursivo.

La ley por la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), al igual que como ocurrió con otras leyes como la del divorcio, el matrimonio igualitario, hasta incluso el voto femenino, acompañan cambios de paradigma, por lo que generan controversias y, sobretodo, resistencia.

Después de la aprobación en la Cámara de Diputados y su rechazo en el Senado, el lluvioso 8 agosto de 2018, el aborto legal se puso en agenda, a pesar de que la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, nacida hace quince años, haya presentado en varias oportunidades el proyecto.

La marea verde y el feminismo movilizadas tuvieron eco y parte de la deconstrucción ha sido por la soberanía de los cuerpos y el poder de decidir sobre el propio.

Mucha información circuló en redes sociales, medios de comunicación y  hasta en conversaciones cotidianas. Una verdadera disputa discursiva que muchas veces termina corriendo el foco de la discusión y tiende a apuntar sobre cuestiones existenciales que nada tienen que ver con el debate sobre la ampliación de derechos y la salud pública. 

En estas semanas circularon datos con sustento científico, falacias y medias verdades, hubo reproducción de estereotipos, miradas sesgadas y además, la divulgación de mitos acerca de lo que representa la clandestinidad, lo que debería hacer una persona gestante y lo que pasará si el aborto se vuelve legal. En este contexto, AUNO analizó cinco mitos y frases desde una perspectiva de género.

“Es traumático pasar por un aborto”

Si bien cada experiencia es única, el posible trauma que una mujer o persona gestante podría atravesar es por practicarse un aborto inseguro. “El posible trauma se genera por el miedo, la clandestinidad, la soledad y el riesgo”, advierte el manual periodístico de Casa FUSA, a partir de datos del Ministerio de Salud, la Organización Mundial de Salud (OMS), la Red Argentina por el Acceso al Aborto Seguro, entre otros.

Por esa razón, traumático es que se fuerce a las mujeres a dar a término un embarazo no deseado y que el Estado obligue a parir. Posiblemente haya algunas mujeres que se sientan mal, pero puede ser en relación a un mandato que nos hace sentir culpables y señaladas. Hay un mandato social y patriarcal impuesto desde que nos vistieron de rosa y regalaron un bebé para jugar de pequeñas. Una brecha de sueños.

“Penalizar el aborto es no confiar en la capacidad de las mujeres para tomar decisiones éticas y justas para su propia vida. Y sobre su propio cuerpo”, asegura el texto de Casa Fusa, y dice que practicarse un aborto implica también para muchas mujeres un alivio y un regreso a una vida normal, luego de una situación que estaban seguras que no querían atravesar. La maternidad debe ser deseada.

“Lo van a utilizar como método anticonceptivo”

Los anticonceptivos buscan evitar por distintos métodos la unión de un óvulo y espermatozoide, por ejemplo, la utilización de un preservativo, anillo vaginal, DIU, SIU, implante subdérmico, anticonceptivos orales, inyectables y de emergencia, entre otros. He aquí la importancia de una Educación Sexual Integral (ESI) para no continuar la hilera de la desinformación. La interrupción de un embarazo se realiza después de una concepción, por lo que de ninguna manera se podría utilizar de método anticonceptivo.

Los métodos anticonceptivos no son 100 por ciento eficaces, por lo que podrían fallar. No hay garantías de no quedar embarazada ¿Eso quiere decir que no hay que usarlos? No. Se trata de reducir las posibilidades de un embarazo y prevenir las Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) con la mayor eficacia posible. De todas maneras, se trata de una problemática integral que siempre está relacionada con el acceso a la ESI, que el Estado debe garantizar.

“¿Qué hubieras hecho si te hubiesen abortado?”

Algunas personas utilizan este tipo de frase para inferir que el mundo se privaría de buenas personas. El diputado del bloque PRO Héctor Stefani sugirió esta línea argumental durante su discurso en la Cámara de Diputados. La discusión no pasa por “Que hubiese pasado si…”, sino por lo que pasa: se instrumentan alrededor de 450 mil abortos clandestinos por año según un informe de la ONG Amnistía Internacional.

Tampoco radica la cuestión en sí está bien o no abortar, porque interrupciones inducidas siempre hubo y habrá. La cuestión pasa por la garantía de que quien se someta a ese procedimiento lo haga de manera segura y sin poner en riesgo su vida. “El aborto es un procedimiento médico común que realizado en condiciones de seguridad no conlleva riesgos” aseguran desde la Red de Periodistas Feministas de Latinoamérica y el Caribe (LatFem).

El aborto es seguro cuando lo realiza una persona capacitada, bajo garantías sanitarias (en el caso de que sea quirúrgico) o cuando una persona tiene acceso a fármacos de alta calidad, información y apoyo para el caso del aborto con medicamentos (como el misoprostol).

“Le va a salir más caro al Estado”

Un estudio reciente señala que, en un escenario en el que la despenalización se acompañe de la garantía de acceso universal, se produciría “un ahorro neto de recursos para el sistema de salud en su conjunto”. El ahorro por la prevención de las complicaciones gracias a las prácticas seguras “superaría mucho a los costos de sufragar la realización del aborto en condiciones seguras en los centros de salud públicos o privados”. También indica que “no habría evidencia a favor de continuar con el actual régimen de ilegalidad en la práctica del aborto en la Argentina”.

Los resultados de la comparación de los costos monetarios totales (privados o de bolsillo y para el sistema de salud) del escenario actual de ilegalidad y práctica insegura del aborto, frente a escenarios potenciales de prácticas seguras, muestran que se podría ahorrar una gran cantidad de recursos si se implementaran los protocolos recomendados, lo cual solo parece posible en un contexto de legalización y control estricto de las prácticas”, de acuerdo a la Red de Acceso al Aborto Seguro (Redaas).

Asimismo, estipula que el 75,6 por ciento de los abortos actuales (en su mayoría ilegales e inseguros) requieren “algún tipo servicio o tratamiento posaborto” (por ser incompleto o por tener complicaciones, que puede ir desde una simple consulta hasta tratamientos de gran complejidad), mientras que “los abortos seguros no requieren dichos servicios”.

“Van a salir todas a abortar”

La legalización de la práctica no implica un aumento en el total de abortos. Se puede dar el caso que la legalización de la práctica puede implicar un aumento en el número de los abortos totales, porque se blanquearían aquellos realizados clandestinamente. 

En este sentido, es importante conocer el marco normativo que rige la interrupción legal del embarazo en la Argentina. El aborto es ilegal en nuestro país, salvo en los casos de violación o de riesgo para la vida o salud de la mujer, según el Código Penal vigente. Por esta razón, el dato sobre la cantidad de abortos inducidos es una estimación que se hizo sobre la base de una serie de supuestos.

Si bien la aplicación del derecho está garantizado en el Código Penal de la Nación (que fue ratificado por el fallo F.A.L) existen elementos que dificultan/restringen el acceso como el caso de Ana María Acevedo, quien estando embarazada se le detectó cáncer y el hospital le negó tratamiento oncológico por ser contraproducente para el embarazo. 

Actualmente no todas las provincias adhieren al protocolo vigente, por lo que no hay seguridad de que todas las mujeres y personas gestantes puedan acceder a su legítima decisión, por lo que las empuja a la ilegalidad incluso estando en derecho. 

Desde la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito exigen la adhesión e instrumententación de los mecanismos necesarios para así cumplir con los derechos humanos y de salud.

AUNO-30-12-20
KK-SAM

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