Hay un género musical que se llama jingle. Si las disquerías –las pocas que quedan, aunque ahora con los vinilos- no tienen un sector “Jingles” a la par de los de “Rock”, “Folclore”, “Clásica”, “Jazz”, “Infantil” y tales, es porque los jingles no salen en disco. Pero eso no implica que el jingle no sea un género con reglas y carácter propio.
¿Se cuestionará que, por ejemplo, canciones como la marcha El Gráfico es la cara del deporte (Alejandro Dolina) y el pop melódico Tubby 3 y Tubby 4 (Rubén Goldin) no parecen tener punto de contacto alguno? Digamos, entonces, que lo mismo pasa con Sólo le pido a Dios (León Gieco) y El tren de las 16 (Pappo’s Blues), no obstante lo cual –-otra vez Pappo— han convivido cerca de 40 años en la estantería de “Rock Nacional”.
Reglas y carácter. “Marolio le da sabor a tu vida” va al hueso en las dos cosas. En el disco Artaud –para muchos, obra cumbre de Luis Alberto Spinetta-, el autor experimenta con la canción Por, en la que la letra es una sucesión de palabras que busca amalgamarse con la melodía: “Arbol, hoja, salto, luz, aproximación, mueble, lana, gusto, pie…”, y así. En el jingle de Marolio, la voz de Andrea Báez –cantante de Las Shewas, coro de Ciro y Los Persas- sigue el camino spinetteano: “Mate, café, harina, palmitos, yerba, mermelada, cacao, picadillo…”. Es decir, lo lleva a un nivel superior,amalgama palabras, melodía y góndola de alimentos.
A todo esto, antes ya pasaron cosas. A lo She loves you, Marolio tira toda la carne al asador de entrada. “Marolio le da sabor a tu vida. Marolio está desde el comienzo del día”. Primero el estribillo, después todo lo demás; antes nada, ni siquiera un redoble o un acorde.
Se va apenas la primera estrofa y la canción ya modula un tono hacia arriba, de Re mayor a Mi mayor. Urgente como corresponde a un jingle. El tiempo es tirano en la tevé y la radio.
La segunda estrofa sigue en la misma tónica: paté, caballa, arroz y arvejas; sardinas, atún, choclo y lentejas. Primer detalle que demuestra que lo popular no tiene por qué carecer de clase: en la enumeración no aparece el aceite, producto fundacional de la empresa. El aceite tiene su propia publicidad (“¡Aceite Marolio! ¡Mmm! ¡Qué olio!”. Otro clásico), no se mezcla con mate, harina, lentejas, mueble, lana, gusto o pie.
Pasaron veinticuatro segundos del comienzo y el estribillo vuelve para redondear la gesta. Y aquí, amigos, Marolio se anota un poroto (porotos Marolio, claro) gigante. Atención guitarreros, a parar la oreja. Porque en el segundo estribillo la armonía es otra.
Así es el primero(en Re):
RE SOL LA RE SIm DO LA
Marolio le da sabor a tu vida. Marolio está desde el comienzo del día.
Por lógica, el segundo (en MI) debería ser:
MI LA SI MI DO#m RE SI
Marolio le da sabor a tu vida. Marolio está desde el comienzo del día.
En todo caso, con un Mi mayor al final, para darle cierre a la canción.
Pero no. En cambio, es:
MI LA SI LA FA#m SI MI
Marolio le da sabor a tu vida. Marolio está desde el comienzo del día.
Chupate esa mandarina.
Y chau. Treinta y siete segundos de primera marca. Reglas y carácter. Popularidad y clase. El otro día, Víctor Fera, dueño de Marolio, le decía a Serenellini, el de Canal 26, que esta canción es “el himno de Marolio”. Tiene razón.* Pedazo de jingle es también.*