(AUNO) El drama provocado por la sequía en la localidad chaqueña de Castelli abre una señal de alerta sobre las consecuencias de la quema indiscriminada de campos y bosques que, según los expertos en medio ambiente, provoca severos daños a los ecosistemas de la región.
Pablo Canziani, investigador independiente del Conicet , advirtió que “el despeje de zonas de bosques nativos en el Chaco, el Matto Grosso y Amazonia, con la consiguiente pérdida de importantes reservas de biomasa, implica la pérdida de la capacidad de retención de aguas en las principales cuencas hídricas de la región, erosión de suelos, riesgo de pérdida de riqueza de los suelos en los años siguientes”.
Los meses de agosto, septiembre y octubre constituyen para Sudamérica la temporada de incendios para despejar campos y abrir nuevas áreas de cultivo, especialmente en buena parte de Brasil, Paraguay, Bolivia y el norte de la Argentina. Justamente la provincia de Chaco, al igual que Santiago del Estero y Salta, han sido los lugares del país más afectados por esta práctica, que carece de control efectivo por parte del Estado.
Para Canziani, la quema de bosques nativos no solo geenra daños al ecosistema del lugar afectado. “Este proceso provoca una brutal emisión de gases de efecto invernadero y precursores de ozono troposférico el llamado ozono “malo” a la atmósfera”.
Según datos de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (protocolo de Kyoto), mientras América del Norte emiten alrededor de 5000 millones de toneladas por año de dióxido de carbono (CO2) por actividades industriales, Sudamérica produce 1700 millones de toneladas del mismo gas en los procesos de desmonte, quema de biomasa y cambio en el uso de suelos con el objetivo de producir cereales y oleaginosas.
Los focos de los incendios se detectan a través instrumentos de medición y monitoreo ambiental llamados Modis, ubicados en los satélites Terra y Aqua, los cuales permitieron descubrir incendios en Bolivia, Paraguay, algunas regiones de Brasil y el norte argentino.
Estos instrumentos permitieron detectar además que los vientos del norte que soplaron en agosto trajeron hasta el Río de la Plata, junto con el calor y la humedad, los productos de incendios registrados en el límite norte de Bolivia con Brasil, en Paraguay y en el Norte argentino.
Al respecto, Canziani advirtió que esos “ríos de humo” contienen gases de efecto invernadero, compuestos precursores de ozono troposférico , dioxinas y furanos (que son compuestos orgánicos persistentes y tóxicos) y compuestos como el bromuro de metilo, que afecta al ozono estratosférico.
También pueden contener metales pesados, producto del calentamiento intenso o la combustión del suelo, ya que durante un incendio no sólo se queman las plantas sino también la materia orgánica e inorgánica contenida en las capas superiores del suelo.
Además, advirtió Canziani, el humo producido en estos incendios tiene partículas de combustión que quedan suspendidas en el aire, que son conocidas como aerosoles, “que disminuyen la radiación solar que llega a los cultivos, retardando parcialmente su desarrollo, y afectando la nubosidad y el ciclo hidrológico”.
Las posibilidades de los satélites para detectar incendios son limitadas ya que si bien pueden registras focos en un área mínima de 50 a 100 metros cuadrados, su efectividad se reducen al horario de paso por el lugar afectado y a que el cielo no se encuentre cubierto por nubes.
Las mediciones se hacen a través del Programa de Estudios de Procesos Atmosféricos en el Cambio Global –PEPACG /UCA-Conicet – que realiza diversos estudios de los impactos atmosféricos a través del análisis de datos satelitales de aerosoles y compuestos químicos.
AUNO 05-10-05 EV