Los muertos civiles

El Frente de Artistas del Borda estrenó el sábado _Sin Reserva_. «Los manicomios son campos de concentración», asegura el director del grupo, Alberto Sava. El espectáculo, multidisciplinario y al aire libre, tiene como escenario el ex centro clandestino de detención Olimpo.

Marcos Stábile

Lomas de Zamora, octubre 30 (AUNO).- El aire pesa como en un velorio. Por todo el terreno del ex centro clandestino Olimpo deambulan figuras vestidas de negro. Los que no están de negro se sientan cerca de la entrada, expectantes. Intercambian algunas sonrisas que —sabiéndose profanadoras— se sofocan rápido. Cuesta sonreír en lugares así. A sus espaldas otros ojos, gastados, vigilan el recinto. Estampadas en los vidrios de la recepción, las fotos de los desaparecidos aparecen como otro público atemporal. En algunas ellos sí están contentos. Un hombre canoso da una orden y todos se acercan: bajo el sol del sábado comienza Sin reserva, la última obra del Frente de Artistas del Borda (FAB).

El hombre —mimo, psicólogo social— es Alberto Sava, director del colectivo que funciona desde 1984. En su mano, un palo de escoba que alterna franjas negras y blancas guía al público. Sí. La obra es móvil. Propone un recorrido por más de 50 segmentos artísticos surgidos de los 11 talleres que el frente ofrece en un galpón dentro del neuropsiquiátrico. La caminata demanda atención. Las intervenciones arrancan y se conectan en un caótico orden, quizás el propio de la locura.

La caravana avanza arreada por un grupo de artistas que hace malabares con distintos objetos. Hay poesía, circo, música, pintura, danza. Todo impregnado de un tinte sombrío, del que la vestimenta oscura es sólo un detalle. Cada escena traza un punto en el tejido de este relato que se propone hilvanar tres caras de la violación de los derechos humanos: política, social y manicomial.

La trama de la obra se nutre de la chispa que produce la colisión entre las atrocidades de la última dictadura militar con la desventura, la angustia y los agravios que envuelven la vida de los internados en manicomios, lugares a los que Sava califica como “campos de concentración” donde “se violentan todos los derechos humanos”.

El escenario no tiene límites, es todo el predio. El elenco se mezcla entre la taciturna masa que orbita el amplio parque. Las intensas participaciones de los artistas pueden llegar desde cualquier lugar. Voces que irrumpen entre el anonimato de los espectadores, empujones grotescos de personajes que parodian a militares y dos manos que acarician con melancolía la cara de una chica del público a punto de ahogarse en sus lágrimas para preguntarle con dulzura de madre si ella es Cecilia. Si sabe algo de Cecilia. El homenaje a los desaparecidos es constante y magistral.

Sin embargo la infiltrada estelar que se disuelve entre el público es la pregunta, la incógnita repetida tantas veces con fuerza durante toda la jornada: “¿qué es el manicomio?”.

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“La muerte civil. La ignorancia social. Quedarte solo. No poder gritar cuando lo querés. No poder percibir. No poderte nombrar. Llorarte en silencio; sin hacer ni un ruidito. Morirte y que no se entere nadie porque no le importa a nadie. Cortarme y que fluya mi rojo dolor por donde pueda. Manicomio es no dejar que el otro efectúe su potencia… Es anestesiarte para que todo dé igual”, son algunas de las respuestas que, como trazos, dibujan —sin acabar— la forma del encierro.

Contra ello la respuesta es unánime. Desmanicomialización: “la exigencia de pensar que lo existente no agota lo posible”.

Para Diego Alberto Oliveri, participante de La Colifata, la radio del Hospital José Tiburcio Borda, desmanicomializar es dejar de construir “espacios de encierro”. “Los talleres te alejan de los pensamientos raros, de estados de ánimo negativos; te acompañan para cambiar situaciones y crear espacios saludables”, señala el interno.

La obra iba a estrenar en la Reserva Ecológica, por la teoría de que allí aparecieron cuerpos de secuestrados arrojados por militares desde aviones. De hecho, el guión está escrito según las posibilidades de ese escenario. Pero finalmente, las autoridades le negaron el espacio al grupo “por razones ideológicas”, según precisa Sava, detalle que quedó impreso en el sugestivo título del espectáculo, del que participan personas internadas, externadas y colaboradores. El Frente de Artistas del Borda es una experiencia abierta a la comunidad.

De todos modos, con las adaptaciones pertinentes, el drama se presentará el sábado, el 11 y 18 de noviembre a las 17 en el ex Centro de Detención, Tortura y Exterminio Olimpo, ubicado en Ramón Falcón 4250, Floresta.

El circuito termina donde empezó. La banda musicaliza el ensayo de ascenso al cielo que algunas chicas emprenden con su acrobacia en tela. Los participantes se abrazan en hilera y forman un oscuro paredón humano contra el que resuena el aplauso del público. Los artistas se separan y la negra muralla se desintegra. La otra, la que existe entre la sociedad y el manicomio, se vuelve a levantar.

AUNO-30-10-2017
MAS-MDY

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