Los 15 años de Lucrecia Vichenza: «El humor es mi bandera»

Se trata de un personaje emblemático nacido al sur del conurbano. La actriz Rosa Salomón celebrará el aniversario con un espectáculo. Conversa con AUNO sobre la historia de su alter ego y su relación con la plaza de Temperley, donde se presenta hace una década.

Desde hace más de diez años, aquel que pase por la “Plaza Espora”, de Temperley, se encontrará con una mujer llamada Lucrecia, de apellido Vichenza, con maquillaje “clownesco”, pelo en rodete, gafas y una vestimenta variada pero siempre colorida y extravagante. Hace más de una década que capta la atención de todo aquel que haya dado un paseo por la plaza. La actriz y tallerista que compone a este personaje es Rosa Salomón, pero muchos la identifican con el nombre de su alter ego. Este año, Lucrecia Vichenza cumple 15 de pisar escenarios y plazas, congregando gente con sus shows de humor “bizarro, grotesco y barrial”, tocando temas arraigados en la desigualdad social.

Con Los 15 de Lucre, espectáculo basado en la experiencia que tuvo Salomón con su propia celebración de 15 -“lo peor” que le pasó en la vida-, la actriz conmemorará el aniversario del personaje. Será este sábado, a partir de las 19, en la Plaza Espora (frente a la estación de Temperley). “Es una fiesta sorpresa pero la estructura es de títeres, bandas y algo de circo. La fiesta está ahí donde yo vaya”, se define.

Los orígenes de un clásico de Temperley

Salomón estudió en conservatorio y luego actuación bajo el ala de Norman Briski y Pompeyo Audivert, con una orientación al drama, pero optó por otro camino.  “[El conservatorio] es algo gratuito, completo, donde uno puede trabajar muchas disciplinas para luego hacer castings, pero todos se concentraban en los castings de Capital. Era algo que no me terminaba de cerrar”, cuenta Salomón a AUNO.

Una “lectura de lo absurdo” la llevó cada vez más por el sendero del humor. Los espacios inusuales y los contextos en los que hacía sus shows le dieron a Lucrecia un marcado tono político. Empezó a actuar en fábricas tomadas, barrios de bajos recursos, merenderos y penitenciarías, espacios con los que se “identificaba”: “Creo que ahí el humor empezó a ser como una creencia, mi bandera. La alegría y la risa como transformación y olvidarse de lo que uno está viviendo.”

Nacida en 2010 en Circo espumante, Vichenza es el resultado de una amalgama de influencias tanto artísticas como de vivencias personales. Entre las primeras la intérprete destaca a la Chilindrina, Niní Marshall y Juana Molina; y entre las segundas, sus experiencias con la salud mental, dando clases de teatro a personas con discapacidades: “Saqué casi todo de ahí. Hay algunas cosas que hace Lucre, como mirar hacia arriba… eso lo saqué de una chica llamada Pato que tiene síndrome de Down, que ante cada cosa que le preguntaba miraba para arriba”. 

Personaje central del ámbito artístico en zona sur, Lucrecia formó parte de grupos como Teatro Kabeza y participó de espectáculos de sala, pero su hábitat natural es la plaza. Los shows callejeros de Lucrecia muchas veces incluyen una participación de los espectadores. Interactúa con ellos y los convence de pararse al frente a actuar y bailar. Esto resulta transformador. “En la plaza uno se puede ir pensando que quizás exista la posibilidad de renunciar al trabajo alguna vez. No en este momento, cuando uno capaz necesita trabajar por algo, pero sí con esa esperanza de renuncia como la he sentido yo.”

“Lo que yo hice fue decir lo que otros no estaban diciendo sobre lo que estaba pasando. Creo que cuando ponemos ahí humor bizarro, grotesco y barrial es porque estamos hablando de cosas universales y cotidianas”, explica Rosa sobre el reconocimiento que ha tenido su alter ego durante 15 años, que la ha llevado a dar talleres intensivos de teatro e incluso a participar en la película “Corazón negro”, de Juan Manuel Ribelli. 

El poder del arte callejero

Para mí, la plaza es la libertad misma”, expresa sobre su insistencia en seguir haciendo arte callejero. “Yo vengo de ser censurada, de que la mujer no podía ser presentadora en el circo, entonces la plaza me dio toda esa posibilidad”, resalta.  Para la actriz, la plaza también puede ser un espacio de expresión política sobre lo que está pasando. “Si yo pongo ‘¿dónde está Juan?’ en la puerta de una comisaría o haciendo una pintura en un lugar, estoy demostrando que lo que el otro piensa deja de ser un mandato. Cuando pintamos los pañuelos blancos por la memoria, no esperamos a que sea 24 de marzo, lo hacemos ya porque algo está pasando”, explica sobre la urgencia de la cultura en el espacio público.

Como balance, Rosa siente que a través del tiempo Lucrecia “trascendió y evolucionó”, pasando de ser un bufón a un personaje catártico, con algo para decir. “Había temas que quería tocar para decir lo que pensaba y sentía. Me parece que el humor fue un puente para poder decirlas», concluye.

AUNO-04-12-2024
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