El frío de la noche pasó a un segundo plano cuando la Plaza del Tanque en Monte Grande colmada por cientos de personas que esperaban a que se hiciera la medianoche del miércoles vibró al grito de “Viva la Patria” para conmemorar a los veteranos y a los caídos en la víspera de su día.
Cada año, desde hace 15 años, el Centro de Veteranos de Guerra en Esteban Echeverría celebra lo que se conoce como la Semana de Malvinas donde los vecinos y vecinas trasladan cada recuerdo y vivencia hacia la Plaza del Tanque en frente a la estación de trenes de Monte Grande. Allí las personas pueden pasar a conocer no sólo todos los objetos que tienen en su Museo, sino a las personas que estuvieron peleando allá, en las Islas Malvinas, que hace 43 años, todavía eran adolescentes con toda una vida por delante, y crecieron de golpe.
Hoy considerados héroes de nuestra Patria, aunque por mucho tiempo fueron los “loquitos de la guerra”, hoy son historia viva en un barrio de Monte Grande, y por eso, cada 2 de abril, se conmemora no solo a los que están en sus casas sino también a los que no volvieron y a los que sí volvieron, pero que nunca más pudieron regresar a lo que eran antes de pisar la isla.
Eran las 22. A pesar de ser la primera noche de frío del año, la gente que se juntaba cada vez era más y más, todos abrigados hasta el cuello, menos ellos, los veteranos -los que vivieron el frío gélido en 1982 con algún compañero en la trinchera, esperando a que los ingleses no empiecen con los ataques nocturnos.




Espectáculo estelar de la noche, el cantante Nahuel Piriz tocó junto a su banda un ciclo de música popular argentina, y entre chacareras y chamamés, hizo bailar a una multitud de personas que estaban expectantes del fantástico show que dieron junto a la banda que estuvo compuesta por Leandro Cartagena, Valentín Lemos, Gustavo Duarte y el padre de Nahuel, Gabriel Piriz.
“Es un orgullo para mí y la banda que hace más de 10 años los Veteranos nos elijan para que toquemos en la vigilia”, dijo a AUNO Piriz, el artista montegrandense.
Luego del recital, la música siguió, pero también se podía probar una porción del tradicional guiso que hacen cada año o ir a mirar el museo que estaba dentro de la carpa principal en el medio de la plaza. Había cascos de guerra, trajes, pedazos de turba y homenajes a los Caídos en Malvinas, en especial a los 17 héroes oriundos de Esteban Echeverría.
(N.de R. Mientras miraba (y tocaba) con precaución algunos cascos que llamaban la atención, una niña de menos de 4 años se acercó y me dijo: «Podés tocar tranquilo. Mi abuelo te deja, él estuvo en Malvinas”, y de la mano, me llevó hasta donde estaba Fidel Boyano, ex combatiente que estuvo en la comisión 601 de la rama de Ingenieros.)

El ex combatiente Fidel Boyano plantaba minas cerca del Monte Longdon y fue partícipe del derrumbe del puente Fitz Roy y del hundimiento del buque inglés Sir Galahad el 8 de junio de 1982, conocido como el “Día más trágico de la flota inglesa” ya que fue causante de 56 muertos y 206 heridos británicos.
“El pueblo nunca dejó de conocernos, y siempre estuvo con nosotros, incluso antes de ir, como las abuelas que nos tejían cosas para llevar”, recordó Boyano, quien también mencionó que hasta 1997 “se suicidaron casi 900 soldados, porque hubo mucho desamparo, éramos los loquitos de la guerra”. Luego de 2007 el Estado los empezó a reconocer más: «Hoy por hoy es un orgullo que tantas personas nos apoyen”, concluyó.
Se hicieron las 23.45 y cada vez se acercaban más las 00, y Américo Farías, el presidente del centro de Veteranos de Guerra del partido, se subió al escenario junto al intendente de Esteban Echeverría, Fernando Gray, para dar algunas palabras y entregar un pequeño presente al mandatario. El jefe comunal entregó al centro una suma que ayudará el costeo de dos pasajes a las Islas Malvinas para dos Veteranos de Guerra.
“Hay que seguir reclamando nuestra soberanía de manera pacífica y consensuada. Es el único modo, a través de la paz”, aseguró Farías.



Llegó el momento. Cuando se hicieron las 00 la multitud comenzó a cantar el Himno Nacional Argentino, y sus estrofas se expandieron por toda la plaza. La bandera flameaba y todos la miraban. La gente terminó de cantar y el tiempo se detuvo por unos segundos, como si a todos, al mismo tiempo, luego de recitar tres veces “O juremos con gloria morir” se les cruzara la imagen de los héroes que murieron en combate, con frío y hambre. Pero sin duda, con valentía.
Por último, hubo una caminata hasta el monumento ubicado a pocos metros del escenario principal y una ofrenda floral por parte del Municipio. Al rato, antes de que todo finalizara, los veteranos repartieron una porción de torta para los presentes en otro acto que representa su amabilidad y generosidad. Estas acciones malvinizan día a día, no solo el 2 de abril.
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RL-SAM