Lomas de Zamora, noviembre 29 (AUNO).- El escenario revestido de sombrías mantas negras no apagó la alegría y el humor de los cinco sketches, que dejaban entrever una crítica a la sociedad desde escenas caricaturescas de la vida cotidiana y que eran alternados por la música del dúo Ella Desvaría, formado por las cantantes Mariela y Maribel.
Desde el primer sketch, que escenificaba un típico choque de autos en una avenida y que produjo una discusión entre un muchacho de barrio y una señorita de una clase acomodada, las carcajadas se instalaron y la complicidad se mantuvo durante hora y media de varieté en La Casona del Teatro, de Monte Grande.
A medida de que transcurría la escena, la discusión entre ambos personajes involucró a otros participantes como un oficial de Policía, un fiscal y un abogado, quienes conocían al “pibe” de barrio y los unía una pregunta entre ellos, cuando dialogaban: “¿Sabés que se casa Raúl?” Así, el deseo de la chica que hablaba “tipo, gordo” no podía cumplirse: que arrestasen al muchacho.
El público no se reía solamente por la caricatura que lograban en cada palabra que pronunciaban y en cada paso sobre el escenario, sino que también porque exteriorizaban palabras que la sociedad, en gran parte, conservadora trata de evitar, ocultar y –en términos freudianos— reprimir por el superyo. Así, ante el accidente vehicular, el “pibe” insultaba a los gritos: “Me chocaron el auto, me lo hicieron mierda mal, la puta que la parió…”
La impunidad de las redes sociales también tuvo su lugar en el plató. Dos amigos fanáticos de Bob Esponja invitaron por facebook a dos chicas, “Naty” y “Laury”, a que visitasen su casa. Muy entusiasmados, abrieron la puerta y uno de los chicos reflexionó: “Se ve que la foto del facebook salió diferente”, mientras miraba con ojos de decepcionado.
Luego, el momento esperado por las chicas llegó. Uno de ellos la invitó a “Naty” a la habitación, pero las expectativas de las chicas del facebook no se cumplieron. “Se puso a ver televisión”, al tanto que se marchaban, dándoles la espalda y comentando entre ellas: “Estos no entienden nada”. Las luces se apaciguaron nuevamente hasta que el dúo de Maribel y Mariela apareció para animar el entretiempo.
Minutos más tarde, la escena criminal, escenificada en una hipotética sala en algún recoveco oscuro de la ciudad que reunía a delincuentes poco habilidosos en cuestiones criminales, no faltó. Tampoco, la historia de la joven mujer que se enamora del hombre que proclama una doble moral, desenmascarado por los familiares de la familia de su pretendiente.
Última función, la escena en un comedor y un grupo de amigos que preparaba el asado. Uno de los amigos, encerrado en ese living jugando a (la consola) “play” exclamó: “Pablo me tira onda” sobre el final de la presentación, en la cual se sucedieron escenas donde explícitamente Pablo quería besar a su amigo como también “violarlo”, como indicó el afectado de los amigos.
Nadie creía la palabra del jugador de la “play”, porque el relato de Pablo era conciso: él salía a los mejores bares, con las mejores mujeres y transitaba por los mejores hoteles.
Para probar su palabra, el nervioso jugador de videojuegos besó, sin pensarlo, a Pablo y provocó lo esperado. Creyeron que él era “puto”. Lo sacaron de la casa y Pablo quedó sentado en el sillón junto a otro de sus amigos. Estiró su brazo a través del asiento para abrazarlo y con la típica banda sonora de la escena de la ducha de la película Psicosis se cierra el telón.
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AUNO-29-11-11