De acuerdo con una encuesta elaborada por el Gobierno de la provincia de Buenos Aires en marzo, el 40 por ciento de las mujeres que acaban de tener un hijo hizo su primer control médico a partir del cuarto mes de gestación. El dato es alarmante, y revela una falencia que en muchos casos puede resultar irreversible para la vida de la madre, del bebé, o de ambos.
Según este informe, las razones que revelaron las mujeres encuestadas son diversas: falta de dinero para movilizarse y realizar los estudios, ausencia de cobertura médica, desinformación, embarazo no deseado, o simplemente la falsa creencia de que esta etapa puede ser atravesada con el respaldo del entorno familiar y sin la presencia clavel del médico.
La ausencia de este tipo de controles en la primera etapa del embarazo impide detectar y tratar factores de riesgo como HIV, sífilis, hipertensión, diabetes, anemia y falta de ácido fólico, responsable de graves malformaciones fetales.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la realización de un mínimo de cinco controles durante los nueve meses de embarazo, pero de acuerdo con este sondeo, sólo un 20 por ciento de mujeres efectuó entre una y cuatro consultas, mientras que las restantes no asistieron al médico en ningún momento de la gestación.
Los especialistas insisten en la necesidad de una planificación familiar, de manera que el embarazo pueda ser llevado con la mayor seguridad posible que ofrece la medicina.
Mario Sebastiani, médico integrante del servicio de Obstetricia del Hospital Italiano de Buenos Aires y titular de la Asociación Argentina de Ginecología y Obstetricia, resaltó que, “ante todo, lo ideal es la planificación de los embarazos, puesto que ya en el primer control prenatal se detectan patologías o alteraciones en la salud de la mujer y del feto que podrían haberse previsto con medidas tomadas antes del inicio de la gestación”.
En este marco, el especialista hizo fuerte hincapié en el fortalecimiento de la alimentación de la madre desde antes de la concepción, un punto clave para llevar adelante un embarazo sano.
“Las mujeres que han planificado su embarazo, lamentablemente menos del 30 por ciento, pueden tomar ácido fólico y multivitamícos antes de la concepción y de esa manera reducir notablemente la incidencia de defectos del tubo neural (anencefalia – espina bífida) en el bebé”, detalló Sebastiani y puntualizó que la dieta ideal debe ser “variada”. “Tiene que haber mucha verdura, una razonable cantidad de frutas, carne roja, pollo y pescado”.
“Es muy importante remarcar que no se debe fumar ni consumir alcohol, ni tampoco aguas saborizadas ni gaseosas dietéticas”, puntualizó el obstetra, y pidió “tener mucho cuidado con los dulces y las golosinas”.
Por su parte, Flavia Raineri, directora del Programa Materno Infantil del Ministerio de Salud provincial, también puso énfasis en el fortalecimiento de la alimentación, sobre todo en el consumo de hierro. “Para su desarrollo neurológico, el bebé necesita durante el primer año grandes cantidades de hierro, y van a resultar clave las reservas que haya recibido durante la gestación. Si tal reserva no existió, el daño puede ser irreversible”, remarcó la médica.
La anemia no controlada puede provocar nacimientos prematuros, pérdida del embarazo y problemas en el desarrollo psicomotriz del bebé. Ya crecido, produce indiferencia, apatía, déficit en el rendimiento escolar y dificultad con el lenguaje. Esta enfermedad se produce cuando hay menos glóbulos rojos de lo normal, que son los encargados de captar y transportar hierro y oxígeno a todos los tejidos y órganos del cuerpo.
Los controles son claves en el primer trimestre de embarazo. Sebastiani indicó que durante los primeros meses, la mujer debe necesariamente realizarse una “ecografía precoz”, para determinar el tiempo de gestación.
Por otro parte, resaltó que “entre las 11 y las 14 semanas se debe tener una nueva ecografía que observe distintos segmentos del feto, tales como la traslucencia nucal, la presencia del hueso nasal y flujos cardíacos”. Lo interesante de este estudio es que ya se pueden observar los brazos, piernas, columna y vejiga del feto que se está desarrollando.
Asimismo, Sebastiani precisó que es necesaria una serie de estudios de sangre para saber si la mamá es diabética o tiene algún tipo de infección y además, para detectar si es VIH positiva.
Tanto las embarazadas diabéticas como hipertensas son de alto riesgo, porque ambas patologías se asocian con un aumento de la posibilidad de enfermar e incluso hasta la muerte de la madre y del hijo.
Cuando la embarazada es diabética o desarrolla la enfermedad durante la gestación es muy probable que los bebés sean macrosómicos, es decir, muy grandes; lo que genera complicaciones en el parto, mayor riesgo de aborto y muerte fetal luego de la semana 36 de gestación, pero esto puede prevenirse con tratamiento.
Por otra parte, “una embarazada puede padecer preeclampsia o eclampsia, que son trastornos hipertensivos del embarazo, que aumentan la morbimortalidad materna y pueden causar retardo del crecimiento intrauterino”, explicó Ana María Bonotti, obstétrica del Programa Materno Infantil de la cartera sanitaria.
“Cuanto antes se diagnostica, menores serán las secuelas que deje en el feto, porque si el diagnóstico es tardío es más factible que el bebé ya esté afectado”, concluyó.
La detección de VIH también es un tema crucial. Ante todo, una madre con VIH debe saber que su bebé tiene muchas chances de nacer sano, pero es necesario que inicie sin demora el tratamiento antirretroviral durante las primeras semanas de gestación.
“Una mujer que no se controla tiene un 25 por ciento de probabilidades de transmitir el virus a su hijo, pero si inicia el tratamiento de inmediato puede reducir ese riesgo al 2 por ciento”, explicó Antonio Parisi, médico del programa provincial de VIH/sida.
Otro de los males que tiene menos prensa, pero que también requiere celeridad en la detección es la sífilis. Los infectológos señalan que sin controles en el embarazo, un 40 por ciento de los bebés de mamás infectadas mueren antes del nacimiento, y el 30 nace con sífilis congénita. “En cambio, con simples inyecciones de penicilina durante la gestación, el chico nace sano”, sostuvo Parisi.
La alarmante cifra difundida por el gobierno provincial arroja un panorama muy lejano a lo ideal: una importante cantidad de mujeres no planea sus embarazos, los atraviesa con escasa atención médica y arriba al médico con una gestación avanzada, hecho que conlleva serios riesgos para la vida de la madre y del bebé.
Yanina, enfermera del hospital Santamarina de Monte Grande, esbozó claramente la situación a la que los profesionales se enfrentan día a día. “Muchas mujeres vienen acá con un embarazo de cuatro, cinco meses, y te confiesan que es la primera vez que pisan el hospital. No tienen plata para el colectivo, piensan que los estudios le pueden salir caros; intentan esperar el mayor tiempo posible para consultar al especialista. Muchas veces aparecen sólo por una complicación, y aunque les explicás que tienen que hacerse controles todos los meses, vuelven recién para el momento del parto”, describió.
La carencia de información y de recursos son las dos principales causas de este fenómeno que va en crecimiento y pone en jaque la salud de miles de mujeres bonaerenses y de sus hijos.
AUNO 02-05-09 RG/EV