Lomas de Zamora, diciembre 31 (AUNO).- Luisito se mueve de la línea en la que están sus compañeres Lucrecia, Penélope, Bartolo, Ricardo Rubén y Ramirito. Da un paso adelante. Dos. Tres. Casi 200 personas lo miran atentas y expectantes. Levanta su mano izquierda y la lleva al pecho. Es un segundo y no puede evitar bajar su cabeza. Se siente más que agradecido. Desde la punta de su costado derecho lo mira Lucre con admiración. Luisito sube más su mano, con los dedos acaricia los pelos de su peluca y se la saca: frente al público del Teatro Kabeza queda Lisandro Cavanna, que no disimula las lágrimas. La nostalgia se respira en el Teatro de las Nobles Bestias, de Temperley, en la última presentación de la compañía teatral que duró nueve años y nueve meses.
La compañía Teatro Kabeza es de las que más perduró en la zona sur del Conurbano y de las que más espectadores convocó. Si bien el grueso de sus funciones fueron en Nobles Bestias, el grupo visitó espacios culturales de Longchamps, Ezeiza, Wilde y Banfield. La propuesta siempre fue acercar el arte a precios populares a las clases bajas, brindando espectáculos de calidad que les actores mismos guionaban y dirigían, inspirándose en la realidad social. Con una estructura dividida en actos desarrollaban una historia completa y con la presentación en formato varieté solían invitar a artistas que se pueden encontrar en semáforos y calles. Es que la compañía siempre incluyó a quienes pudo y consideró parte de un movimiento cultural en expansión. Su despedida tiene que ver un poco con esta idea, la de seguir abriendo caminos y, como destacaron a la hora de bajar el telón, “transmutar”.
“Para la élite nuestro tipo de teatro es ‘cabeza’. Nos acercamos desde el título al pueblo, a la parte más baja de la sociedad”, relata a AUNO Darío Zorreguieta Segura, en la previa de la función despedida. Él interpretó durante muchos años al entrañable y controvertido personaje de Ramirito. Les actores fundaron la compañía en 2009, en medio de las frecuentes clausuras del ya inexistente teatro-bar Ludoviko, donde participaban Segura, Patricio Gallardo (Ricardo Rubén) y José González (Madelein). Un año después, cuando consiguieron espacio en Nobles Bestias, se sumaría José Pablo Suárez, quien sería Bartolo, y el grupo estable terminaría de conformarse en 2013 junto a Rosa Salomón (Lucrecia Vichenza) y Lisandro Cavanna (Luisito).
Gallardo recuerda que, en los comienzos, las pelucas eran de la feria de Solano, y que el vestuario fue dando vida a los primeros personajes del Kabeza: Ramirito y Ricardo Rubén. Para aquellas primeras presentaciones recurrían a ropa de parientes y allegados y armaban números de dos o tres minutos, que luego extendieron su tiempo de duración a obras enteras incluso. La compañía significó para Gallardo un crecimiento respecto de lo actoral y un “antes y un después” en su vida personal. A pesar de ser la última presentación, se lo ve contento porque para él el grupo significó “hacer lo que quería hacer y con el corazón”.
“Formar parte del elenco estable del Kabeza fue un deseo que pedí para mi cumpleaños. Un deseo de mi corazón”, confiesa Rosa Salomón, que se cambia y maquilla en un lugar aparte. Es de esa manera para poder fumar ya que no puede manejar los nervios que la invaden. Por momentos su garganta se quiebra y se le escapa una lágrima que absorbe con la esponjita de la base que se aplica. Quiere contenerse, pero no lo logra porque para ella la compañía fue muy importante. Su “familia”, el espacio donde pudo aplicar todo lo que aprendió en un conservatorio. Es “una forma de vivir” que le dio “un cuartito donde guardar las cosas, los sueños”. “El Kabeza siempre se basó en la libertad, sin jefes”, destaca.
Santiago Montes de Oca, quien interpretó a Penélope, relata que su historia intermitente con la compañía arranca como espectador. Desde la relación que estableció como público se hizo amigo de Segura y Gallardo, hasta que lo invitaron a participar. “Fue un vínculo de amor puro que pasó por todos lados”, define. Su concepción del Kabeza tiene que ver con activar la mente del público al interpelarlo con chistes que siempre tuvieron un gran anclaje en la realidad. Para Montes de Oca, terminar el ciclo en Nobles Bestias es “hermoso” porque es cerrar una etapa en “el barrio”.
José Pablo Suárez interpreta uno de los personajes más fuertes del elenco, Bartolito. Casi fundador de la compañía siente que el Teatro Kabeza le permitió aprender un lenguaje en el que quiso “sumergirse” y formar parte. Sus ganas fueron las que lo llevaron a charlar con Segura para actuar en lo que fue el inicio de la compañía. También considera que “fogueó” su carrera actoral y que todos los años que pasaron hasta esta última función fueron de aprendizaje puro. El personaje de Bartolo genera muchos estados de ánimo cuando pisa las tablas, por eso es que siempre estuvo interesado en ver “hasta dónde llega el morbo de la lástima en el público”.
Con el maquillaje ya puesto, Cavanna es el primero en estar preparado para la gran noche. Las luces le generan mucho más calor del que hace y la transpiración le corre por la cara. Luisito es un personaje complejo por su clase social, por las condiciones de su vida. Desde allí es complicado poder elaborar chistes que de alguna manera dejen pensando al público. Para Cavanna trabajar esos chistes es “tirarse a la pileta”. Es una “crítica social para que todes tomen conciencia de lo que está pasando y atraviesa a todes”, concluye.
Falta un integrante que es fundador de la compañía, José González. Vive en San Marcos Sierra, Córdoba, donde administra un teatro independiente. Segura sabe que fue parte “esencial” del Kabeza, ya que muchos números fueron escritos por él. Por eso es que antes de que baje el telón, lo nombra y explica al público la razón de su ausencia.
Los aplausos y las risas se escuchan durante toda la noche. En la sala no entra un alfiler; incluso quedaron personas afuera. El público trata de estirar el momento final con palmas y gritos, pero las luces a cargo de Ariel Segura tienen que apagarse, como la musicalización de la mano de Julieta Papi. El final de un ciclo se palpita y cada une de les integrantes deja un gesto o unas palabras de despedida. La más emocionada de todas es Salomón y el público lo nota. Le piden unas últimas palabras y trata de no quebrarse. Lo logra por unos segundos: “gracias… El Teatro Kabeza está haciendo historia”.
El humor, la realidad y la Kabeza
El Teatro Kabeza molesta. Tal vez molesta a la élite por su planteo de forma popular, pero también molestó a algunos de sus espectadores durante los nueve años que duró el ciclo. La realidad forma parte de los sketches elegidos para la noche del viernes y la compañía expone su postura política frente al contexto actual de crisis social-económica que generó el macrismo. Antes de terminar la noche suena, fogoneado por el sonidista, el ya clásico “Mauricio Macri la puta que te parió”.
El público no es una figura homogénea y los integrantes del Kabeza lo saben, por eso es que entre chiste y chiste les actores interpelan al votante que se esconde en la oscuridad de la sala. “Háganse cargo de lo que votaron”, dice con su voz aguda Ramirito sin dejar de sonreír. Es una sonrisa irónica que busca generar un pensamiento alrededor de los cierres de los espacios culturales del Conurbano a causa de la situación económica del país.
La última función no es sólo una despedida, sino también un llamado a la reflexión que se hace al presentar números que fueron censurados por la reacción que tuvo el público luego de verlos. Diferentes tipos de violencia son expuestos para la risa. Según el tema, algunos han molestado más que otros. La compañía recibió quejas por las redes sociales.
Ubicado en una perspectiva feminista, el Kabeza militó durante todo este año la campaña por el aborto legal. En esta última función presentaron números que graficaron no sólo la violencia de género, sino también la que existe hacia les niñes, como es el caso del sketch que protagonizan Luisito y La Turca, interpretades por Cavanna y Salomón.
En el humor también hay límites porque es una manera de generar pensamientos. Por eso es que cuando en las funciones los chistes se tornaban oscuros, les mismes actores se encargaban de frenarlos y hacer reflexionar “fíjense de lo que se están riendo porque es jodido este tema”.
Tal vez sea bueno pensar el nombre de la compañía como algo que siempre sus integrantes buscaron hacer: mover el pensamiento a través de la interpelación humorística. Tal vez ahora a las tablas del Conurbano sur les falte un poco de reflexión sobre su gente, sus espacios, los pensamientos de los pobres y la clase media. Tal vez es en el pensamiento donde va a quedar el hueco que deja el bien llamado Teatro Kabeza.
**Fotografías gentileza Amanda Ferro*.
AUNO-31-12-2018
AEB-MDY