La crisis también llegó a los libros

En el contexto de ese evento anual, AUNO consultó a directivos del sector. Advirtieron sobre la fuerte «crisis» en la industria del libro. Destacaron la caída del poder adquisitivo, el IVA al papel, las importaciones y la concentración económica como factores que obran contra la producción editorial. Críticas al gobierno macrista.

Antonella Baldi

Lomas de Zamora, mayo 5 (AUNO) – La fuerte caída del poder adquisitivo, el IVA al papel, ediciones en el extranjero, el manejo del mercado en manos de cadenas y grupos económicos, son algunas de las razones que enumera el sector editorial para destacar la crisis que atraviesa el sector.

La agencia AUNO consultó a directivos de la Fundación El Libro y de editoriales independientes en torno al grave momento, fruto de las políticas económicas del gobierno macrismo.

Pese a ello, en el contexto de la 44 Feria Internacional del Libro que se realiza en Palermo, se ha registrado un número considerado de visitas lo que genera expectativas en el mundo de las editoriales, además de haber despachado grandes cantidades de libros a partir del convenio con los libreros.

El último informe de la Cámara Argentina del Libro (CAL) demuestra un declive tanto en producción como en las ventas.

La crisis en números

En 2017 fueron publicados 28.440 títulos de libros. Lo más preocupante es la caída en las impresiones: en el último año alcanzaron 51 millones de tiradas, contra 84 millones de 2015.

Desde las grandes compañías y de las editoriales independientes denunciaron los altos costos de producción, la disminución de publicación de novedades, la reimpresión y el circuito de venta.

La merma del poder adquisitivo, el IVA al papel, ediciones en el extranjero el manejo del mercado en manos de cadenas y grupos económicos, son algunas de las razones que enumeran desde el sector editorial para justificar la caída en las ventas. Además exigen políticas de Estado que incentiven la lectura.

“La Feria tiene un microclima distinto de lo que pasa en la industria editorial. Tener una buena feria no es sinónimo de que el mercado está bien”, aseguró a AUNO Martín Gremmelspacher, titular de la Fundación el Libro, quien evaluó que la producción es “crítica”.

En los últimos dos años “el sector perdió 30 por ciento de su facturación”, calculó ese directivo, que advirtió que “la situación todavía es complicada”. Si bien las jornadas profesionales de la feria “fueron mejores”, porque se despacharon 27 toneladas de libros tanto a nivel nacional como al extranjero, entre los pasillos de la feria se habla para este año una temporada “dispar”, destacó.

“Algunos casos están en una meseta, otros siguen bajando y otros repuntan. Parece que marzo fue mejor de lo que fue abril”, estimó Gremmelspacher, pero aclaró que “son datos parciales”.

En el mundo de los libros la temporada empieza en marzo y permanece hasta noviembre, por lo que aún es muy pronto para especular acerca de los resultados del mercado, precisó.

Por su parte, el director de Ediciones Continente-Pella Lillo, Jorge Gurbanov, destacó a AUNO que “la feria es un fenómeno totalmente descontextualizado de la realidad del país, porque en general es de baja en las ventas y la producción”.

Puntualizó que hasta 2015 se publicaban entre cinco mil y tres mil libros al año y que lanzaban entre 50 y 100 título. “Ahora las unidades constan de 30 nuevos títulos, con publicaciones que van desde las dos mil a las mil anuales”.

“En el contexto de la feria pareciera que fuera un país aparte porque las ventas no caen en cantidad de unidades. Lo que cae es la rentabilidad, pero no la cantidad de ejemplares vendidos. No puede explicarse cuál es el fenómeno que ocurre durante la Feria del Libro”, aseguró.

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Menos plata

La situación de las editoriales independientes maneja “un flujo de venta bastante estable” porque el circuito comercial es otro. La referente de El Rucu Editor, So Sonia, (nombre con que firma sus trabajos), señaló que los lectores “tienen cada vez menos plata”.

Explicó que desde El Rucu buscan distintas alternativas para que las impresiones sean menos costosas y poder mantener un precio bajo de las unidades. Si bien mantiene un “flujo de venta bastante estable”, Sonia reconoce que “la gente tiene cada vez menos plata y obviamente siempre lo primero que se recorta es todo lo que tiene que ver con el disfrute”.

La editorial funciona desde 2015 y depende de sólo dos personas: Sonia y su socio. Promedian las diez publicaciones al año y manejan una colección de poesía cuya manufactura es totalmente artesanal.

Las editoriales autogestivas, como ese caso, no distribuyen el material en librerías. Prefieren el armado de stands en eventos literarios y culturales presentados por los propios autores y con un público a fin a sus contenidos.

A partir de este año, El Rucu pondrá en circulación “un formato de publicación artesanal más simple para abaratar costos y tener una mayor circulación de venta”, adelantó.

Una de las principales diferencias con las grande firmas es que la editorial independiente lanza publicaciones conforme a la demanda: es artesanal y tiene un techo de 50 ejemplares por autor, que se reimprimen al agotarse, y los libros que dependen de la imprenta sacan tiradas de 200, porque “conviene imprimir en cantidad para que los costos se achiquen”, explica Sonia a AUNO.

Importaciones

Respecto al mercado internacional del libro, la Argentina trata de mantener un “equilibrio” entre las importaciones y exportaciones, según Gremmelspacher, aunque lamentó que las exportaciones “no crecen y están estancadas”.

Por contrario, las importaciones van en aumento: “Estamos entrando a una avanzada de más libros importados”, reconoció, pero aclaró que “tampoco es una locura porque el mercado está resentido”.

Advirtió que cada vez son más los autores que buscan editar sus producciones en el exterior, lo que también perjudica a la industria nacional.

Las librerías buscan tener mayor variedad en el catálogo, pero también “se están empezando a mandar a hacer libros afuera, lo que atenta contra la industria gráfica, porque sale más barato, pero la industria se cae”, alertó el titular de la Fundación El Libro.

Gurbanov, sin embargo, tiene una visión diferente. “Son muy pocos los autores locales que se editan en el exterior”, pero acompañó la idea de que las editoriales argentinas resuelven producir fuera del país porque es más económico.

“Las editoriales argentinas (dijo) encuentran que pueden producir los libros en otros países a costos más bajos y luego traerlos a la Argentina”.

Asoció la problemática del “mercado interno” a las bajas en el circuito de ventas y “la caída del poder adquisitivo”, y criticó la falta de intervención del Estado nacional.

A pesar de que ninguna gestión eliminó el IVA al papel, según el referente de Ediciones Continente, el gobierno anterior aplicó medidas que “compensaban” el costo. Por el contrario, criticó “la no compra de libros por parte del Estado y la falta de medidas para el fomento de la lectura”, durante la gestión macrista.

“No habrá ninguna solución frente a la actualidad de la producción y venta de libros mientras se mantengan las políticas económicas y sociales del gobierno macrista”, cuestión Gurbanov.

Gremmelspacher descartó también como factor de la crisis los “cambios en el hábito de lectura”. “Las soluciones dependen de políticas macroeconómicas. Es muy difícil desde una industria activar una economía”, subrayó.

“Los editores tratan de sacar libros más atractivos, mejorar los precios, pero son paliativos lo que un editor desde la microeconomía puede hacer”, afirmó.

“Todavía no se puede asociar a cambios de hábitos. Principalmente es porque la gente no tiene plata. Está resentido el poder adquisitivo y como el libro no es un producto de primera necesidad, entonces depende de que el consumo esté activo”, enfatizó.

Oligopolios

Gurbanov denunció que tanto la producción como venta de libros está concentrada entre grandes grupos económicos que tienen el 40 por ciento del mercado.

“El mercado editorial está en una tendencia de concentración cada vez mayor”, aseguró Gurbanov, que destacó que “40 por ciento de libros que se venden en el país pertenecen a los sellos Penguin Random House y Editorial Planeta”, las firmas que concentran en el sector.

En cuanto a la distribución y venta de ejemplares aseguró que “las cadenas Yenny, El Ateneo y Cúspide del grupo Clarín tienen más de 100 sucursales distribuidas en todo el territorio nacional y regulan el mercado de libros en forma de oligopolio”.

AUNO 05-05-18
AB HRC

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