Un catequista y obrero desaparecido en la década del 1970 por el terrorismo de Estado desatado durante la última dictadura será homenajeado por el Obispado de Lomas de Zamora en la Plaza Grigera, en un acto celebrado por primera vez en honor a su militancia cristiana.
Se trata de Antero Daniel Esquivel, de formación cristiana y con una militancia en la capilla de Caácupé, de Villa Fiorito, que fue secuestrado junto a otros dos jóvenes el 2 de febrero de 1977, en su vivienda en Villa Caraza, Lanús, y según los testimonios alojado en una comisaría de Rafael Calzada.
El militante había nacido el 3 de enero de 1945 en Ouyquyo, Paraguay, y además de dedicar su vida a la militancia, trabajó como obrero de la construcción, pintor y electricista de obra.
Luego de haber llegado a Buenos Aires en febrero de 1970, fue miembro fundador del “Equipo de Pastoral Paraguayo en la Argentina” (EPPA), “una entidad para incentivar la religión popular y preservar la identidad paraguaya en nuestra nación”, y desde los 15 años integró la “Juventud Obrera Católica” (JOC), organización que más tarde ayudaría a crecer en Lomas de Zamora y la Argentina.
Desde la JOC, el catequista luchó para lograr documentar a varios integrantes de la comunidad paraguaya en reclamo de su identidad y dignidad; está desaparecido desde el 2 de febrero de 1977 y de acuerdo con algunos testimonios fue visto durante su cautiverio en el centro clandestino de detención ubicado en la zona de Puente 12, en Transradio.
Según un comunicado del Obispado, “pocos días después (de su desaparición), en su Carta Pastoral de Cuaresma leída en todas las parroquias e iglesias de la Diócesis, el entonces Obispo diocesano, Desiderio Elso Collino, denunció públicamente la desaparición de este noble hijo del Paraguay”; sin embargo, no son pocas las versiones que vinculan a este fallecido jerarca de la iglesia como parte de la cúpula eclesial más cercana al gobierno de facto.
En diálogo con AUNO, Mónica Gavusso, una catequista que junto a varios allegados realizó un trabajo en la década de 1980 a modo de “tributo a los desaparecidos de la Diócesis de Lomas de Zamora” contó a esta agencia que “Esquivel tenía mucho carisma con los jóvenes”.
Según los testimonios que pudo recoger Gavusso, los adolescentes y jóvenes de su época “lo seguían mucho”, entre otros motivos porque “su trabajo era la tarea de un misionero de base, él salía en busca de ayudar a la gente”.
Gavusso confirmó que si bien para ella hacer este trabajo de investigación “fue una experiencia muy fuerte, porque no imaginaba en ese momento la magnitud de lo que sucedía”, señaló que “fue muy difícil investigar y obtener información porque la democracia se había restablecido hace poco y la gente tenía mucho miedo”.
Por su parte, Daniel Sotelo, un ex catequista que colabora con el Obispado de Lomas de Zamora opinó que aún “hay mucho hermetismo alrededor del caso” de la desaparición de Esquivel y agregó que “nunca se pudo saber a ciencia cierta cual fue el motivo del secuestro”.
“Como muchos otros, Daniel llevó su trabajo al barrio, difundió dentro y fuera de la parroquia las ideas de verdad y justicia”, comentó Sotelo a la vez que concedió que ese comportamiento “no era bien visto en la época de la represión” y que aún así Esquivel había sido “un hombre comprometido con la realidad social”.
“Si bien no estaba relacionado con la política, Daniel molestaba y había que borrarlo –añadió-, varias fue perseguido cuando salía de su trabajo y, escabulliéndose entre la gente, lograba escapar; inclusive, él lo contaba como una anécdota, como una gracia.”
El acto de homenaje se realizará mañana (25 de agosto) con la colocación de una placa que será bendecida por el obispo de Lomas de Zamora, Agustín Radrizzani, y el de Ciudad del Este de Paraguay, Monseñor Oscar Páez Garcete.
RCI-AFD
AUNO-24-08-07
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