Lomas de Zamora, 9 de noviembre (AUNO).- En medio de logros y fracasos deportivos, Los Andes convive desde hace años con la violencia. Amenazas, intimidaciones y vandalismo, constituyen parte de una metodología en la que se basó la barra brava del “Milrayitas” para forjar un poder que le permite incidir en la vida institucional del club.
Desde la amenaza a punta de pistola contra el preparador físico de Pedro Marchetta, José Raffo, hasta el reciente incidente con Néstor Ferraresi que provocó el alejamiento de entrenador del primer equipo pasaron doce años y el accionar de este grupo de hinchas no cesa. AUNO elaboró un racconto de los hechos más salientes y bochornosos protagonizados por la barra brava de Los Andes durante ese período.
El 5 de mayo de 1998, y cuando Los Andes militaba en la Primera B Nacional, un integrante de la barra amenazó con un revólver —efectuando disparos contra el suelo— al preparador físico Raffo. La sucesión de hechos intimidatorios determinó que en agosto de ese mismo año, Marchetta, entonces DT, renunciara.
El 10 de octubre de 1998, Victor Damiano — ex ayudante de campo de Marchetta y su sucesor al frente del plantel profesional— recibió una paliza por parte de cuatro integrantes de la barra, horas antes de un partido contra Atlanta por el torneo del Nacional B. Días después, el DT se marchó de la institución lomense.
Al año, el vicepresidente de ese entonces, Antonio Novelli, denunció: “Tiraron una bomba molotov debajo de mi auto. Me parece que eran barras”. A los pocos días, renunció a su cargo. Por esos días, el dirigente Enrique “Quique” Gutiérrez también sufrió ataques similares.
En 2000, Los Andes militaba en Primera División, pero la campaña era floja y se temía un rápido retorno al Nacional B, algo que finalmente se produjo. El 5 de diciembre, los barras visitaron a punta de pistola el predio de Villa Albertina y amenazaron a los jugadores y al cuerpo técnico, que entonces era conducido por Miguel Ángel Russo, actual técnico de Racing.
Con Vicente Rudi como presidente de la entidad, en 2003, la situación en Los Andes se volvió a poner tensa con los barras. Es que a poco de asumir, el presidente tuvo que soportar una verdadera escalada: lo secuestraron dos veces e intentaron luego ingresar en su estudio jurídico. Luego balearon la confitería del club y fue saqueada la sede. Además, el auto de un dirigente apareció incendiado en la puerta del club, mientras la comisión directiva estaba reunida.
A mediados de 2009, los barras entraron a robar el local Lomas Manía (ubicado en el Eduardo Gallardón), de donde se llevaron indumentaria deportiva y entradas para el encuentro denominado “Partido de las Estrellas”, el cual iba a disputarse el 19 de julio, con el propósito de recaudar fondos para las divisiones inferiores. Pero en el marco de las precauciones que se tomaban por los casos de gripe A, el encuentro se reprogramó para 12 del septiembre y las entradas dispuestas para la primera fecha fueron inhabilitadas. De todas formas fueron vendidas por particulares en las calles de Lomas de Zamora.
El descenso a la Primera B Metropolitana, tras una derrota ante Deportivo Merlo en la Promoción, en 2009, provocó nuevos conflictos entre los dirigentes y los violentos. Las amenazas a los integrantes de la comisión directiva fueron constantes, y un grupo de hinchas caracterizados llegó incluso a reclamar un porcentaje por la venta del volante Marcos Brítez Ojeda a un grupo empresario, que adquirió el pase del jugador en 700 mil dólares.
En la actualidad, la barra brava sigue haciendo de las suyas. Producto de los malos resultados obtenidos por el equipo en el campeonato de la Primera B Metropolitana, 15 personas ingresaron al vestuario tras la derrota por 2-1 ante Flandria y amenazaron a los jugadores.
Ese acontecimiento inició una sucesión de hechos que desencadenó la dimisión de Néstor Ferraresi como DT, Los barras volvieron a visitar al plantel el miércoles pasado para exigirle al entrenador que marginara del equipo a varios profesionales. Luego del incidente, el técnico anunció que si volvía producirse un hecho similar renunciaría. Pasadas 48 horas hubo otro apriete y Ferraresi cumplió.
Jugadores, cuerpos técnicos y dirigentes de Los Andes padecieron en los pasados 12 años el accionar de un grupo violento que se siente impune. Si no se aplica contra ellos con todo el peso de la ley, el poder que acumulan se incrementará con el paso del tiempo, y será cada vez más difícil alejarlos de la vida institucional del “Milrayitas”.
AUNO-09-11-10
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