Lomas de Zamora, junio 04 (AUNO) – La tercera marcha consecutiva de “Ni una menos”, el colectivo que denuncia la violencia machista ejercida sobre mujeres, travestis, trans, lesbianas y bisexuales, volvió a revolucionar las calles. Otra vez fueron miles quienes se manifestaron en más de 80 ciudades de todo el país bajo distintas demandas, pero todas atravesadas por el mismo dolor: el aumento de los femicidios.
El día fue un poco engañoso respecto a su pronóstico del tiempo. Quiso dar lluvia durante el mediodía, atemorizando con nubes oscuras y humedad. Pero con el correr de las horas, ese cielo amenazante comenzó a tomar color, calor y luz. La llegada de personas se hizo más notoria y esa masividad necesaria para invadir las calles comenzó a lograr su misión manifestante.
Desde temprano, partidos políticos comenzaban a concentrar en la 9 de Julio y Avenida de Mayo. Dejando libre el paso del Metrobus. Unos minutos de respiro antes que llegara la masa feminista, con banderas y gritos de guerra, que estaba concentrada en la Plaza de los Congresos.
Sobre la calle Rivadavia, a pasos del cine Gaumont, la Comunidad Homosexual Argentina, portaba banderas de LGTB atadas como capas o pareos en sus cuerpos. Más pegadas al Congreso, las trabajadoras sexuales, con sus paraguas rojos, dieron por finalizada una jornada intensa por la reivindicación de sus derechos laborales que había comenzado hacía una semana. Mientras, en el otro extremo, las militantes abolicionistas de Madres Víctimas de Trata, la Colectiva Lohana Berkins y M.A.L., expresaban que “la prostitución es violencia” con distintos carteles que colgaban de sus cuellos.
“Sobre mi cuerpo decido yo”, la voz de una militante al megáfono, con murga a su alrededor, cantaban fuerte para que todas escucharan y, mientras lo hacía, señalaba las distintas pancartas que levantaban sus compañeras maquilladas con tonos violetas y negros, que pedían la libertad de Higui y Milagro Sala bajo el lema “no hay Ni Una Menos si faltan las presas”.
Durante la manifestación también hubo los talleres de aborto, autodefensa, violencias y radio abierta que se realizaron tal y como se había pautado, en las puertas del Congreso. A minutos de comenzar la caminata hacia Plaza de Mayo, una jovencita de remeras y top, que tenía escrito por toda su piel visible “ni tuya ni yuta” y “yo decido”, sentenció:
-La yuta nos persigue y encubre a nuestros violadores. No puedo pensarme policía porque sería femicida.
La marcha
Mónica Ferreyra, la madre de Aracelli Fulles, fue a la marcha acompañada por amigos y familiares. Vestía una remera blanca que reclamaba justicia por el femicidio de su hija, violada y asesinada el día de su desaparición, el 1de abril. “No puedo creer lo que pasó, pienso que va a volver. La Policía fue cómplice, sabía todo. Estoy destrozada, sólo quiero justicia”, manifestaba con una mirada de profunda tristeza ante las cámaras y los distintos micrófonos que buscaban su testimonio.
A lo lejos, un coro furioso conmocionó a Mónica: “Yo sabía, yo sabía, que a los violadores los cuida la Policía”.
Casi al llegar a 9 de Julio, un grupo de mujeres de entre 35 a 40 años avanzaba con un cartel con las fotos de las chicas que ya no están. Y en sus pies, siluetas con los nombres de algunas de las víctimas de femicidios. En abril, una mujer fue asesinada cada 18 horas, algunas ni siquiera tienen una imagen para poder mostrar.
La sensación térmica de la marcha cambiaba cada 20 pasos: los sentimientos eran encontrados. El luto que caminaba con marionetas grandes en blanco y negro, sujetados a chicas también vestidas de ese color. Ellas eran varias, unidas por lazos del mismo color, llevaban una palabra en sus espaldas: “Vivas”. A pesar de las lágrimas, las chicas autoconvocadas también se manifestaron bailando al son de los tambores de distintas murgas como La Chilinga.
Ya casi en la Plaza, un grupo de chicas levantaba pañuelos violetas, bailaban en ronda mientras cantaban “abajo el patriarcado se va a caer, se va caer, arriba el feminismo que va a vencer, que va a vencer”.
La columna principal tenía a distintas referentes de cada movimiento. Pero lo que algunas chicas autoconvocadas se cuestionaban era por qué no había bandera o algún signo de las compañeras abolicionistas. “Parece que no todo es sororidad cuando no te dejan llevar con vos un pedazo de lo que militás”, opinó Belén que estaba vendiendo remeras con insignias de “Ni una menos”.
Detrás de la columna principal, que levantaba la bandera rosa de “Ni una menos. Vivas nos queremos. El Estado es responsable”, estaban las chicas de la bandera y pañuelos verdes, símbolo de la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito. Eran muchas que bailaban y cantaban con alegría y lo contagiaron. Se comenzaron a agachar, a gritar como fieras en lucha.“Correte un poco porque van a correr”, advertían algunas compañeras que organizaban el espacio para que las militantes de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito pudieran entrar corriendo a la Plaza de Mayo. Y lo hicieron con una sonrisa amplia.
La Plaza tardó en llenarse, sonaba La Marcha de la Bronca, canción histórica de Pedro y Pablo que despertó una energía bella. Mujeres adultas ya con canas recordaban la letra y la cantaban con pasión.
El documento
Pasadas las 18, dos oradoras de lujo se prepararon arriba del escenario para leer e iniciaron así el acto único contra la violencia machista; ellas eran la madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora Nora Cortiñas y la periodista feminista Liliana Daunes.
“Se cuidan, se cuidan, se cuidan los machistas, América Latina va a ser toda feminista”, cantaban por el micrófono, en búsqueda de llamar la atención de todas las personas presentes para iniciar la lectura.
Tomó la posta Daunes y leyó las primeras oraciones: “Contra la violencia patriarcal y contra la violencia del Estado: basta de represión y criminalización. Trabajo digno para todas. Basta de ajuste, exclusión y endeudamiento. Basta de femicidios y travesticidios. ¡Ni una menos!”. El largo documento denunció la falta de políticas con perspectiva de género y resaltó que “las demandas que se exigieron al Estado en 2015 aun están pendientes”.
“A la crueldad femicida le oponemos feminismo y organización. La revuelta que dice ¡Basta! Ni una víctima más, ni una menos, vivas y libres nos queremos”. A esta cita se le sumó la palabra que Cortiñas reivindica siempre: “Venceremos”.
Un segundo final
Finalizó la lectura del único documento que denunció la violencia machista y del Estado hacia las mujeres. Duró una hora. La Plaza estaba repleta de personas, banderas por todos lados. Al terminar la lectura, con canciones que recordaron a las víctimas de femicidio, algo pasó: un grupo de manifestantes recordó la razia policial del último 8 de marzo, cuando muchas compañeras fueron detenidas de forma ilegal.
Después de las 19:15 de ayer, una fogata de basura frente a la Catedral fue marca de que allí estuvieron las mujeres, al igual que hace dos años, gritando “basta de femicidios y basta de travesticidios. Fue una suerte de ritual de las brujas. No estaban solas: detrás del vallado que rodeaba a la iglesia esperaban policías bien armados.
Para apagar el fuego, los policías tiraron chorros de agua desde un camión hidrante. Para apagar a las mujeres enardecidas, arrojaron gases lacrimógenos que hicieron toser, estornudar y llorar hasta a los vendedores que sólo pensaban en vender la bebida que les quedaba.
Si existe algo que despierta captar cada segundo de un 3 de junio, es la sensación de que ese día no termina, es la denuncia masiva en las calles en forma continua, para demostrar que el Estado, los gobiernos, sólo garantizan la represión, la persecución y las corridas con miedo, como denunció el único documento realizado por el colectivo de mujeres feministas de Argentina.
AUNO 04-06-2017
EFC-AFG