“Divina”, una obra inquietante

La historia se inicia con un diálogo entre personajes que se gritan entre las butacas del público. Con esta mecánica, “lo que se busca es reforzar el sentido de la representación a través de un código naturalista”, dice el director.

La vida se parece mucho al teatro. Con ese mensaje profundo y tajante comienza “Divina”, una historia que pronto se encarga de probar que también es posible invertir la ecuación: el teatro se asemeja demasiado a la vida. Personajes que hacen las veces de integrantes del público y puestas en escena dentro de escena misma conforman esta entrañable versión libre de “Leocadia”, de Jean Anouilh, presentada por la Compañía Banfield Teatro Ensamble.

Inquietante. Quizás ése sea ese el adjetivo para definir la pieza teatral dirigida por Ignacio Gómez Bustamante, también a cargo de la adaptación y la dramaturgia. Aunque resulta algo extensa, el componente que sostiene a “Divina” de principio a fin es la intriga. La constante aparición de interrogantes se combina con un humor cotidiano y asentado en la ironía, y el resultado es “una comedia dramática que no enfatiza ni en la comedia ni en el drama”, definió el director.

El Príncipe, interpretado por Pablo Cordonet, es un hombre obsesionado por el recuerdo de su mujer muerta. O mejor dicho por revivir ese recuerdo, una difícil empresa en la que involucra al resto de los personajes. Pero más allá de lo que pueda verse en escena, lo que importa es lo que subyace en los niveles subterráneos: “Divina” es una invitación a reflexionar sobre los aspectos más profundos de la subjetividad humana.

Sobre “la honestidad, el amor genuino y la verdad” también habla esta historia, añadió Gómez Bustamante. Y lo más llamativo es el juego de oposiciones entre signos que remiten a la complejidad y las contradicciones de las personas: lo que se ve y lo que no se ve, la verdad y la mentira, la realidad y las apariencias, el amor y el desamor, aparecen como bloques inseparables, como elementos que no existen uno sin el otro.

Como hilo de la trama, la dualidad también toma forma en algunos recursos del espectáculo. Sin ir más lejos, la historia se inicia con un diálogo entre dos personajes que se gritan de entre las butacas y que luego se unen al resto del elenco. Con esto, “lo que se busca es reforzar el sentido de la representación, a través de un código naturalista”, explicó el director. Tal vez sea ése el motivo que explica la ausencia de referencias contextuales que sí están en la obra de Anouilh y que ubican la historia en Francia, por el año 1950.

El mismo efecto buscan las meta-puestas en escena, en las que se luce particularmente La Duquesa (Soledad Bautista), un personaje cargado de matices. Un ejemplo son los momentos en que solicita una iluminación especial para sus intervenciones más emblemáticas. Si bien La Duquesa es el personaje de mayor protagonismo, arrastrado por su ilusión El Príncipe “es más interesante porque con tal de no exponerse a la realidad se enfrenta a otras más dolorosas”, destacó el director. También sobresale Amanda, interpretada por Agustina Sanguinetti, una pieza crucial para determinar el éxito o el fracaso del emprendimiento de El Príncipe.

La obra se presenta de un tirón, sin división de actos y sin apagones de por medio. “Una vez que está entendido que es una obra de teatro prefiero jugar con que es mentira”, explicó Gómez Bustamante acerca de los cambios de escenografía a la vista del público y los números de baile que le dan al espectáculo una continuidad ininterrumpida. Es que “el movimiento visual conduce al espectador a dejar de escuchar y mirar. Descansa la tensión auditiva para centrarse en la mirada”.

“Divina” se presenta los sábados 24 y 31 de octubre a las 21 en la sala principal del Banfield Teatro Ensamble.

MDY-AFD
AUNO-21-10-09
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