(AUNO) El generador, desarrollado por el equipo dirigido por Luis Saravia Mathon, puede generar un kilovatio a través de la concentración de la energía solar en paneles circulares de dos metros cuadrados de superficie, un tamaño relativamente pequeño para facilitar su transporte y evitar problemas de vientos.
El calor que se genera en los concentradores se transporta por cañerías en forma de vapor de agua o a través de barras de aluminio, que se calientan hasta llegar a los 300 grados. El equipo, de esa manera, permite la cocción de alimentos y la obtención de agua caliente para familias de escasos recursos económicos y dificultades de acceso a combustibles convencionales, como gas o electricidad, o rurales como la leña u otros elementos. Este generador térmico no solo puede alimentar cocinas, sino que puede ser fuente de energía para el funcionamiento de microemprendimientos productivos.
“El equipo es particularmente relevante para las zonas donde existe buen nivel de radiación solar, como las del noroeste argentino, donde ya se encuentran los primeros prototipos dando servicios a escuelas y comedores”, sostiene un informe de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Nación. También, las regiones andinas y centroamericanas podrían beneficiarse con su uso ya que también se prevé dar respuesta a las necesidades de escuelas en una de las zonas más pobres del mundo, como es la frontera de Haití con República Dominicana.
De acuerdo con el informe, los generadores se pueden producir en forma relativamente sencilla en talleres de cada región, y su costo se cubriría con el consumo de sólo un año de gas en garrafa. De esta manera, no solo se garantiza un fuerte ahorro de recursos, sino que se produce energía a partir de una fuente de renovable y limpia.
El diseño, que forma parte de un proyecto del CYTED (Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo), ganó el primer premio del concurso Dupont-Conicet 2004, que consiste en un subsidio de 25 mil dólares.
Según la Iniciativa Latinoamericana y Caribeña para el Desarrollo Sostenible (OTEP), aprobada en 2002, en el 2010 la matriz energética de los países de la región debería mostrar una participación mínima de 10% de fuentes renovables en la oferta total de energía primaria. El objetivo de la iniciativa no se orienta a penalizar a los países que tienen condiciones naturales menos favorables en términos de sustentabilidad energética, sino más bien a promover una mayor participación de las fuentes renovables en el ámbito regional y global.
El concepto de explotación y uso racional de las fuentes energéticas apunta por un lado a atender los problemas ambientales generados por el uso de combustibles fósiles y por otro a sustituir las fuentes de energía no renovables por otras, renovables, como la eólica, solar, fotovoltaica y geotérmica, que debería progresivamente alcanzar mayor prioridad en las reformas energéticas emprendidas por los países de la región.