Los integrantes del Voluntariado en Salud Comunitaria (VOSACO), tanto médicos como estudiantes de medicina, entienden a la profesión como un lugar en donde debe existir la autocrítica.
En ese sentido, Federico Fernández Casal, médico e integrante de esta agrupación, realiza una distinción entre lo que entiende como “medicina hegemónica” y “salud comunitaria”.
En la primera existe la creencia de que todos los factores que inciden en la salud de las personas se pueden aislar y son culpa del individuo, de un órgano enfermo.
“Esta idea del sujeto aislado se relaciona con la industria farmacológica, esa que vende químicos y estudia los efectos que los mismos generan. Acá la salud surge como algo guardado en una cajita de pastillas, pero no se piensa en que la salud también es tener un trabajo digno, un plato de comida, una contención social y familiar”, explica el especialista, quién destacó que la cuestión sanitaria tiene que ver con que las personas están inmersas en círculos sociales que generan una trama muy grande: primero la familia, luego la comunidad inmediata, que a su vez se encuentra dentro de la comunidad mediata, de lo local, lo provincial, nacional y hasta lo mundial.
Pensado de esa forma, esta modalidad de trabajo prioriza a la comunidad como soberana, aquella que debe ser independiente y autónoma a la hora de hablar de su propio lugar de origen. “Cada comunidad debe armar su propia definición de salud” puntualizó Fernández Casal.
Con la idea de fortalecer los lazos entre miembros de una misma comunidad y la necesidad de establecer relación con el Estado y lo que le toca hacer en materia de salud, los intentos de VOSACO se refuerzan en cada viaje para revertir la situación de los pueblos originarios, aquellos cuya identidad, en muchos aspectos y en forma histórica, no fue respetada.