Azul no pinta mares ni océanos del color de su nombre. Es una artista que desafía al arte y dibuja en vivo mientras vivencia en las calles escenas de las manifestaciones y de la represión. También dibuja en el subte, siempre que puede.
“Empecé a dibujar en vivo muy sistemáticamente a partir del 2010 cuando asistí a los juicios de lesa humanidad que se cometieron en la última dictadura cívico militar con complicidad religiosa”, cuenta Azul. Recuerda esa primera vez porque fue muy impactante y desde ese momento supo que no iba a dejarlo de hacer jamás.
Hoy sigue retratando el conflicto social en las calles de Buenos Aires. También lo hizo en Berlín y en Paraguay.
Cuál es la particularidad de dibujar en vivo: “Transformar toda esa adrenalina del
momento vivido en imagen. Una imagen que está llena de errores y vacilaciones”.
“De manchones, de líneas que van para un lado y después van para el otro, pasando por encima de otras líneas”. La sumatoria se transforma en acción.
“Para mí es la acción”, dice Azul. “Es un dibujo en acción”.
Lo interesante de todo esto es que no hay casi postproducción. Azul cuenta que cuando llega a su casa el dibujo casi no sufre modificaciones. Puede haber algún arreglo (usar un regla para marcar alguna línea recta) pero jamás borra o tacha.
EL DIBUJO ES LA ACCION
Es un dibujo en situación, o “dibujo situado” como lo llama ella. Como “no se dibuja desde afuera”, el dibujo forma parte, no está afuera de la acción mirándola. “Participa de la misma acción desde un lugar de protesta en la misma línea y los mismos colores”, plantea la artista.
Ese lienzo es sinónimo de narración: los dibujos “se transforman en una crónica gráfica que cuenta lo que pasa en determinado momento y lugar”.
Lo que a Azul le gusta leer es el desarrollo de la acción. Ahí está su magia: el dibujo en sí mismo no es el protagonista.
“El dibujo es como un río fluyendo. Un río de personas con las que estuve hermanada, participé de algo, canté por algo, protesté, también sufrí. También corrí de la Policía”. Nuevamente: el protagonismo no está en el dibujo.* Hay un arte aún mayor que se desprende. “Es un testimonio de época. Es un dibujo urgente. Es la voz de la protesta de la gente en las calles”.
“Yo lo que trato de hacer es registrar la dimensión de la protesta a medida que
sucede, documentar el malestar social porque es muy importante que quede registro de eso”, pinta con sus palabras la dibujante.
¿Por qué? “¡Porque hay un poder político que es ciego y sobre todo sordo!” Entonces ahí tienen que estar los dibujos para interpelarlo.