Así fue la clase pública de la UNLZ en Plaza Grigera

Estudiantes, docentes y trabajadores de la casa de estudios visibilizaron el conflicto de las universidades. También hubo un acto con presencia de autoridades.

En la tarde de la Plaza Grigera es posible encontrarse con lo usual: adolescentes en patineta o bicicleta, jugando a la pelota, preparando una coreografía o padres tomando mate mientras miran a sus hijos en calesita. Este miércoles ocurre algo particular, ya que la Universidad Nacional de Lomas de Zamora realiza una clase abierta en el centro de Lomas de Zamora. Estudiantes, graduados, docentes, no docentes de la comunidad educativa se hacen presentes en respuesta a la ratificación del veto a la Ley de Financiamiento en Diputados y el plan de desfinanciamiento de parte del Gobierno de Javier Milei. La idea es que estas clases abiertas se den en simultáneo, para atrapar el interés de cualquiera que pase por la plaza, abarcando temas como la comunicación, la ingeniería y la ecología. Al finalizar, hay un acto encabezado por el rector Diego Molea y del intendente Federico Otermín.

A las 17 se ven docentes y otros encargados preparando todo lo necesario para las clases: pupitres, pizarras y micrófono. Al mismo tiempo, Radio Conurbana está llevando a cabo una radio abierta y agrupaciones estudiantiles preparan sus stands y banderas para cuando llegue la hora del acto de cierre. Participan la Federación Universitaria de Lomas de Zamora (FULZ), la Asociación del Personal de la Universidad de Lomas de Zamora (APULZ) y la Asociación de Docentes e Investigadores de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (ADIULZA).

Noelí Cristi, docente de las materias Introducción a la Comunicación y Problemática Periodística, se está anticipando para dictar una clase sobre el rol del periodismo y los medios de comunicación en la desinformación: “Queremos que la gente se entere un poco más de lo que está pasando, que nos podamos escuchar con las personas que no van a la universidad y que quizás saben del conflicto a través de los medios y reciben informaciones correctas, pero también mucha desinformación dando vuelta por las redes, interesada y descontextualizada”.

A raíz de esto, se encargaron de poner alrededor de la plaza carteles que refutan dichos del Gobierno reproducidos por medios de comunicación afines. Uno de ellos refuta la idea de que las universidades no son auditadas. “La idea es que cualquiera que pase por acá pueda leer y quizás aprender sobre desinformación”, explica Noelí. 

Como todos los que vienen a dictar las clases, Noelí es hija de la educación pública. Fue la primera de su familia que accedió a estudios universitarios. Su madre era ama de casa y enviudó cuando era joven: “Yo pude estudiar, tuve que salir a trabajar en algunos momentos, eso hizo que tuviera que dejar por un tiempo, pero pude lograrlo, eso me permitió trabajar y poder generar una comunidad de pertenencia”. Son las 18. Noelí comienza su clase al aire libre. A medida que pasa el tiempo, cada vez más gente se va sumando; los pupitres no alcanzan, por lo que la gente se queda parada o sentada, con atención y participando. 

Gente de todos los caminos de la vida viene a apoyar la clase abierta, como es el caso de Gerardo, de 77 años, que está esperando, sentado en una silla. Tiene tres hijos, dos de ellos son universitarios y el otro es policía. Cuenta cómo lo movilizó la lucha a favor de la educación pública mientras estudiaba durante la última dictadura cívico-militar al debatir con una profesora sobre la industrialización del país durante el peronismo. “A los dos días se me acerca alguien de la administración diciéndome que la profesora me denunció, y que estaba en peligro porque algo similar le había ocurrido a otros estudiantes que no aparecieron nunca más”, recuerda. 

Gerardo, además de venir a apoyar la clase abierta, viene a marchar con la agrupación Jubilados Insurgentes. En la esquina de la Plaza Grigera, en Yrigoyen y Sáenz, se encontró un grupo reducido de jubilados que también viene a hacer su propio reclamo ante los recortes del Gobierno. Hay carteles con fotos de Norma Plá y frases que expresan sus necesidades y micrófono abierto para que hable quien quiera. “Aporté 40 años y tengo una jubilación digna, pero la mayoría no puede pagar la luz. Yo pagaba 16 mil pesos de luz y ahora pago 80. De gas casi 90 mil  y vivo solo”, explica Daniel Amaya del centro de jubilados No Me Olvides. Daniel lleva más de 50 años militando. Lo hace desde los 22, cuando volvió Perón al país, tiene su propia agrupación política llamada La Misión Peronista, en su dedo índice muestra un anillo dorado con la cara de Evita. 

Apoyamos la universidad pública, cosa que los universitarios no hacen con nosotros”, sentencia Daniel. Parece que en este grupo de jubilados hay un consenso, y es que no se demuestra una reciprocidad por parte de la juventud universitaria hacia su causa. Graciela, del centro de jubilados Siempre Bien, lo ratifica: “Necesitamos el apoyo de los jóvenes porque nosotros también vamos a las marchas de la facultad. No es por nosotros, sino por el futuro de los jóvenes”. 

Ya pasaron las 18 y lo que eran unas personas sentadas en pupitres ahora es una multitud. Las clases terminaron y llaman a todos para el acto principal. Todos ponen su atención en el escenario que da la espalda al edificio municipal, donde no solo están Otermín y Molea -los oradores-, sino también docentes e integrantes centros de estudiantes. Están presentes el FEP, Sociales Grande, Todos X, el FIT, la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y estudiantes autoconvocados. La Cámpora también está presente, levantando carteles de Néstor y Cristina Kirchner. Entre aplausos y discursos, suena un cántico: “Universidad de los trabajadores/ y al que no le gusta, ¡se jode, se jode! ”. 

TLR-MDY
AUNO-17-10-2024

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