Lomas de Zamora, agosto 3 (AUNO).- La composición musical de Jorge Fandermole es cálida. Sus letras están atravesadas por los valores de amistad y solidaridad que aprendió con la gente que rodeó su vida y suelen tener el perfume de las orillas del Paraná. Con ellas supo atravesar las barreras generacionales a punto tal que YouTube está lleno de videos de jóvenes que reinterpretan sus obras.
Su estilo al hablar también desprende ese calor. Es amable, no tiene apuro y piensa antes de responder cada pregunta que se le hace. Se lo nota preocupado por el concepto de patria, que se encuentra “absolutamente en crisis”. Una letra suya de la década del ’90 está “lamentablemente en vigencia”, reconoce.
Antes de su show solista en el Teatro Maipú, de Banfield (mañana a las 21.30 en Maipú 380), el santafesino, referente del folklore alternativo, dialogó con AUNO y reflexionó sobre su carrera, el alcance de su obra, la experiencia poética, la crisis de la industria musical y el papel que juegan las nuevas tecnologías a la hora de editar un nuevo disco.
Su último trabajo es Fander, editado en 2014. Desde 1983 lleva editados nueve discos, de los cuales el más conocido es Navega (2002). Recorrió varios puntos del país en presentaciones como solista y también con diversas formaciones instrumentales. En 1988 fundó junto a otros músicos la Escuela de Músicos de Rosario y entre los años 1994 y 1996 fue director del área de Cultura de la Secretaría de Cultura, Educación y Turismo de la Municipalidad de Rosario.
—¿Cuál es la diferencia entre presentarse en grupo y hacerlo solo?
—El formato en grupo tiene la ventaja de la sonoridad y de la distribución de tocar con cuatro personas, en cambio el de solista tiene un cierto grado de expresividad que se gana con esa sonoridad tan sencilla y un grado de intimidad que no se logra con el grupo. Reivindico este formato de solista porque tiene que ver con la modalidad habitual de los trovadores, siendo la canción una expresión que debe sostenerse de una manera sencilla.
—¿Cuál es el cambio que se produce con el público?
—Hay una mirada distinta del que está arriba del escenario hacia abajo y al revés también. Es una disposición diferente que se fundamenta en lo numérico de la escena y en el sonido. El solista propone un cierto contacto con la interioridad que no apela a la potencia ni al exceso de energía, que por ahí el grupo restringe un poco.
—¿Qué lugar ocupa la poesía en la composición?
—La experiencia poética es una capacidad de nuestra especie. Por el lenguaje hemos tenido la posibilidad de desarrollar universos simbólicos que hace que uno se transforme. Hay una búsqueda que pasa por lo no utilitario, por lo no cotidiano, y la canción ha sido siempre un vehículo muy poderoso que deja que la poesía emerja y atraviese los lenguajes más que ninguna otra expresión. La mayoría de la gente puede acercarse a la experiencia poética desde el lugar en el que se emociona y se transforma.
—¿Qué sentís con las interpretaciones que hacen los jóvenes de tus temas?
—Cuando lo hecho trasciende a la propia generación, para los que somos grandes, es un enorme orgullo. Un sentimiento de mucha gratitud hacia los intérpretes, porque cuando toman una canción y la ponen en su repertorio la pasan por su voz, por su corazón, por su sensibilidad; la están recibiendo, transformando.
—En la canción “Cuando”, de 2002, planteás la existencia de una “patria de lo inaccesible”. ¿Sentís que actualmente se repite aquella patria?
—Sin lugar a dudas. Si hay un concepto absolutamente en crisis en este momento político es precisamente el de patria. Patria es una idea que me viene desde la infancia, de la literatura, de la idiosincrasia de la gente mía, de la gente de otras regiones: una idea de amistad, vínculo y solidaridad. Sin que lo haya previsto, algunos momentos se repiten: una canción que fue escrita en la década de los ´90 tiene vigencia lamentablemente.
—¿Cuál creés que es el papel del folklore actualmente?
—No hay un folklore que terminó en los ´70 o en los ´80. Pasan los años y se va viendo que todo eso que puede considerarse folklore está muy vivo y muy en evolución. Evoluciona por la fuerte tensión que se da entre aquellos que quieren conservar una estática, rasgos históricos que pasan por el lenguaje, la poesía, lo rítmico y la sonoridad, y la gente que está dispuesta a adoptar eso para romperlo y renovarlo. Felizmente evoluciona porque no termina nunca.
—¿Qué fue lo más importante que te fue dejando la música en estos más de 40 años de carrera?
—Fundamentalmente cambio y aprendizaje. Me ha tocado compartir música con un montón de otra gente que piensa, compone y toca diferente, que tiene otra percepción del mundo, otra intuición. Me ha dejado toda esa experiencia. Daniel Barenboim decía el otro día que se puede aprender de cada nota. Cada vez que uno toca la misma obra hay un aprendizaje y algo nuevo de sabiduría.
—¿La situación de las discográficas obliga a repensar cómo lanzar un nuevo material?
—Se siguen editando y produciendo discos, y creo que va a seguir siendo así a pesar de la enorme crisis de la industria discográfica. Es una crisis vinculada a la percepción y el modo de escuchar música. Los riegos actuales son mucho mayores, porque se ha diversificado mucho el modo de escuchar, porque han ganado mucho las plataformas virtuales.
—¿Cuándo surgirá el sucesor de Fander?
—Me encantaría tenerlo mañana porque afortunadamente hay canciones para hacer un disco nuevo, pero no tengo muy en claro cuándo o de qué modo lo haría, porque es un momento para pensar si hacerlo en formato físico.
—¿Has intentado incursionar en las plataformas digitales?
—Fui subiendo mis discos de producción independiente a plataformas virtuales, he comenzado a hacer algunos videos, que para el modo presente de ver la música es lo más común y corriente. Cuesta estar permanentemente presente en videos y mostrar una especie de vida fragmentaria para tener presencia de difusión y mediática. Es realmente otra manera de ver las cosas.
—¿Te costó acostumbrarte a este cambio relacionado con la tecnología?
—Tengo la misma dificultad que tienen todos los músicos de mi generación. Nosotros hemos accedido a lo tecnológico no con naturalidad, sino con disciplina y esfuerzo. Hay que ir adaptándose.
AUNO-03-08-2018
AEB-MDY