Lomas de Zamora, septiembre 7 (AUNO).- Es como si uno se pudiese esconder en un placard en la casa de los abuelos y se quedara ahí, lo más callado posible, con la respiración contenida, para espiarlos. Para verlos, al fin, desnudos de ese disfraz que usan para tratar a los nietos y presenciar el encuentro, la cotidiana charla, entre ellos y la muerte. En esa intimidad y con esa adrenalina se vive El declive, la nueva obra de Nelson Valente, que pone en escena la rutinaria reunión de dos parejas de adultos.
Toda la acción se desarrolla en el austero espacio de una cocina. Pero en una cocina literal. Nada de escenarios ni telones. Los espectadores se sientan en sillas acomodadas a lo largo de tres de las paredes de un departamento por cuya ventana brilla como una luna artificial la “M” amarilla del Mc Donald’s de Banfield.
“Una de las ventajas de este espacio es que se puede comprometer físicamente al espectador. Cualquier acción interna del actor repercute muy rápido en quien lo está viendo”, explica Valente, el director del teatro Ensamble e ideólogo de El declive, quien ya había experimentado este formato con El loco y la camisa, suceso del teatro local. Con ocho temporadas en cartelera, trascendió el BTE, pasó a El Camarín de las Musas y de ahí al Teatro Picadero. Todavía en cartel, la obra recibió varios premios, realizó giras internacionales y fue presentada en festivales de todo el mundo.
En diálogo con AUNO, el dramaturgo de 50 años explicó que la trama de El Declive nació de uno de sus números preparados para el café concert del espacio que coordina y que funcionó como célula para que el elenco compuesto por Lide Uranga, Pachi Molloy, Carlos Rosas y Enrique Amido la lleve a la práctica, tanto en Banfield como en la sala porteña Timbre 4.
Al margen del contenido del espectáculo, otra atracción es recorrer con la mirada las expresiones que produce la puesta en el público. Entre los profundos silencios en los que se sumerge la obra por momentos y la intensidad que alcanza en otros, se cruzan vistazos de complicidad muy parecidos a los que intercambian los invitados a una casa en la que la familia anfitriona se pelea sin ninguna reserva.
“Se puede tener de referente a otro espectador enfrente y se genera un vínculo que a mí me interesa, con el actor en el medio y las miradas cruzadas. Se produce un entendimiento, una complicidad que es muy linda”, agrega el director, que está a punto de comenzar a trabajar en una obra sobre Fernando Pessoa que protagonizará Gael García Bernal.
Además de su trabajo en el Banfield Teatro Ensamble, está a punto de estrenar Sólo llame para decirte que te amo en Timbre 4 y dirige El pequeño pony, obra en la que participan Alejandro Awada y Melina Petriella, que se presenta en Picadero.
El declive seguirá exponiendo todos los viernes a las 21 en Larrea 350, Banfield, las miserias íntimas de la vida de estas dos parejas. Una vida que, como sentencia uno de los personajes, “es una mierda, pero es así”, y que sin necesitar nada más que cuatro actores y una habitación, parece poder resolverse en la pesada cotidianidad de una cocina con cuatro sillas y olor a humedad.
AUNO-07-09-2017
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Foto: Mariana Fossatti.