“Donanos tus cositas cachadas”. Ese fue el asunto del correo electrónico que circuló durante varias semanas entre todos aquellos que colaboran con Casa Manu, la organización de la sociedad civil que en el sur del conurbano bonaerense trabaja con chicos y chicas con VIH. La iniciativa planteaba que cada uno acerque al hogar aquellos objetos de vidrio o cerámica que consideren en desuso, objetos que luego fueron reciclados en el “Árbol de la vida”, un mural creado por un grupo de voluntarios y con la artista plástica Eliana Eschave a la cabeza.
“Una vez escuché que desde una avioneta se promocionaba la Feria Americana de Casa Manu. Yo no sabía lo que era y empecé a buscar información. Ahí me enteré que estaba acá, en Monte Grande, lugar en donde yo vivo, y me pareció que tenía que hacer algo por ellos”, explicó Eschave, que si bien ya realizó murales en otras instituciones, nunca lo había hecho en una de su propio barrio, motivo que le dio un valor extra a la tarea que realiza en forma solidaria.
El proyecto fue recibido con entusiasmo, por lo que además de la campaña impulsada por el Hogar para recolectar objetos que se puedan reciclar (ya que Eschave realiza murales con la técnica de reciclado de cerámicos y vidrios), la muralista comenzó una campaña por Facebook, invitando a sus conocidos a participar, lo que sumó gente al proyecto. Así se conformó el grupo de trabajo que todos los fines de semana se acerca a “la casa de Weiman” para trabajar sobre una de las paredes.
El dibujo era simple pero decía mucho: “Árbol de la vida”, como fue titulado, está compuesto por un inmenso arbusto en tonos de verde y marrón, un cielo con diferentes tonalidades de azul y, entre ellos, los niños y niñas que, sentados en algunas ramas, pescan corazones que se encuentran dispersos a lo largo de toda la pared.
“Ellos están pescando algo, como los 18 niños que hoy están acá y los 54 que pasaron a lo largo de estos diez años. Pescaron la posibilidad de un destino diferente a partir de todo lo que sabemos sobre el VIH y las formas de vivir como lo hace cualquier persona”, expresó la directora de Casa Manu, Silvia Casas, a la hora de hablar de la carga simbólica de la obra.
“Árbol de la vida” no tiene fecha de finalización, ya que al tratarse de “arte colectivo” desde la forma en la que se recolectan los materiales hasta la manera en que se va construyendo la imagen sobre la pared, todo dependerá de la cantidad de cerámicos, botellas, tazas y platos que vayan llegando al hogar. Mientras tanto, Casas asegura: “Cada pedacito de cerámica que le agregan representa mucho, porque ahí va una parte de la sociedad, que es la que siempre nos acompaña y nos respeta”.