Lomas de Zamora, octubre 25 (AUNO).- Alfonsina Storni nace el 29 de mayo de 1892, en Capriasca, Suiza Italiana y se suicida el 25 de octubre de 1938 en Mar del Plata. En este Bicentenario se cumplen 72 años de la muerte de Alfonsina, que empieza a escribir cuando se configuraba el mundo occidental de la postguerra de 1914 y de la Revolución Rusa de 1917.
En ese contexto, maduran las luchas de las mujeres en busca de derechos laborales y cívicos. En la Argentina, en 1916, asume Hipólito Yrigoyen, primer presidente electo por el voto secreto, universal y obligatorio.
La escritura de Alfonsina se sitúa “en un momento histórico en que se acababa de consolidar la industrial cultural y se acentuaba la autonomía del género periodístico frente al literario” (_La Nota. Alfonsina Storni, periodista_, Germán Ferrari y Horacio Raúl Campos, AAER, 1997).
La poesía de Alfonsina fue la más difundida y no tanto sus textos periodísticos. Tal vez porque su escritura en diarios y revistas no se prestan para la crítica cómplice. Ella tuvo que enfrentar un duro frente cultural y político de la Argentina de las primeras décadas del siglo XX y gran parte de la Década Ifame.
Observa lúcidamente que el sistema dominante excluye a las mujeres, pide reformas legislativas, cuestiona la discriminación, respalda huelga de trabajadoras, utiliza la ironía y rechaza que las mujeres aporten a la cultura machista.
Escribe para La Nota, Fray Mocho, El Hogar, El Mundo y Atlántida; La Nación y Crítica. En su escritura no aparece el miedo a la multitud, ni escribe contra ella, no huye a las orillas, ni a los valles montañosos del interior en busca de sosiego. Sus notas son sagaces y críticas.
En 1919 le ofrecen y acepta el cargo de la sección ‘Feminidades’ de La Nota y desde allí propone una nueva estética periodística porque “no estaba dispuesta a repetir las fórmulas discursivas del resto de las revistas, que encerraban a la mujer en el estrecho mundo del hogar”. “¿Por qué no existe el divorcio en la Argentina? Porque tiene un enemigo declarado: la propia mujer’”, es el título de la primera nota.
Los dos caminos
El primer libro de poesías es de 1916 y su poética se puede separar en dos partes. Por un lado, aquellos versos que están en línea con la hegemonía cultural y política de la Argentina y, por el otro, la poesía que condena a ese mismo sistema. Esta última propuesta coincide con una gran parte de sus notas.
Por ejemplo, en La Nota (22-8-19) escribe sobre ‘Los derechos civiles femeninos’ y asegura: “En nuestro país no puede hablarse aún, seriamente, de la emancipación política de la mujer, es decir, de abolir la incapacidad que pesa sobre ella, para que haga sentir, en el voto, la fuerza de su pensamiento, si lo tiene”.
Luego, en esa misma revista (10-10-1919), escribe ‘A propósito de las incapacidades relativas de la mujer’. Pide: “Por algo hay que empezar: la supresión de las incapacidades legales que afectan a la mujer ya es un paso: nuestra voz debe llegar hasta el Congreso”.
En otro texto (24-10-19), bajo el título ‘El diablo en agua bendita’ vuelve a apelar a la ironía: “El telégrafo nos dice que en un congreso de la iglesia anglicana, realizado en Leicester, se ha tratado un punto interesante: si las mujeres deben tener acceso a los púlpitos; hablar esto dentro de la iglesia es decir, en realidad, si el demonio tiene derecho a bañarse en agua bendita. ¿Tiene derecho el demonio?”.
Alfonsina critica a las mujeres que “no sienten ni piensan”, incluso cuando apoya la huelga de las telefonistas señala que la protesta “es justa porque esas muchachas ganan una miseria” y de paso las cuestiona porque “nos atienden con displicencia”.
Dos visiones de mundo
Advertíamos que la poesía de Alfonsina presenta dos planos. Su programa estético e ideológico lo pone en movimiento con su poema ‘La Loba’, que pertenece al libro La inquietud del rosal (1916): “Yo soy como la loba. / Quebré con el rebaño. Y me fui a la montaña / fatigada del llano / Yo tengo un hijo fruto del amor, de amor sin ley /Yo soy como la loba. Ando sola y me río. Del rebaño”.
Esos versos sin chillidos, en cambio, están en el polo opuesto de aquellos que llevan como título ‘Oye’, del libro Irremediablemente (1919), donde leemos: “Yo seré a tu lado silencio, silencio / Perfume, perfume, no sabré pensar /No tendré palabras, no tendré deseos / Sólo sabré amar”.
Se trata de una concesión al sistema que la ‘loba’ ataca, porque en ‘Oye’ leemos el sometimiento al hombre, la renuncia a la palabra, a las ideas, que son arrolladoras en sus escritos periodísticos y el poema ‘La Loba’. Son los dos caminos, contrapuestos, por donde transita la poesía de Alfonsina.
La reacción conservadora
En la composición ‘Oveja descarriada’, del libro El dulce daño (1918) vuelve a la opción de ‘La Loba’: “Oveja descarriada, dijeron por ahí / Oveja descarriada. Los hombros encogí / En verdad descarriada. Que a los bosques salí (…)”.
En esos versos refuta algo que “dijeron por ahí”. Las ideas de Alfonsina generan duras reacciones de parte de escritores y críticos del momento, que la tratan muy mal. En aquel tiempo ser maestra era la única actividad intelectual que le estaba reconocida a la mujer y eran escasas las escritoras y periodistas.
Alfonsina era maestra, pero no se le perdonó que se metiera a escribir contra la visión de mundo hegemónica que la aprisionaba.
Conrado Nalé Roxlo escribe que “entre los amanerados cantos del cisne en boga [del modernismo literario], sacude como un latigazo este grito de mujer real, que tiene más de desafío que de confesión” (Genio y figura de Alfonsina Storni, Eudeba, 1964). En unas pocas líneas, el encargado de dar con el ‘genio’ y la ‘figura’ de su escritora, saca a relucir sus prejuicios.
Alfonsina sufrió el desprecio de Lugones. Otro que la trató muy mal fue Borges, quien desdeñó esa “chillonería de comadrita que suele inferirnos la Storni” (Proa, Nº 14, 1925) y tuvo el aprecio del gran escritor Horacio Quiroga.
Luis Jordán, al comentar el libro Irremediablemente, (Nosotros, 1919, Nº 121), tilda a Alfonsina de “marino viril”, “serpiente insaciable”, “potro salvaje”, “recia pezuña alada”, “indomable pequeña pantera crecida en el desierto, entre riñas de leopardos y jaguares”; y que “su alma es una serpiente enorme”. Se recurren a la animalización para condenarla y desprestigiarla En la actualidad le dirían “yegua”.
*En Revista El Cruce, año 2, número 6, 2010, páginas 44-45, editada por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
AUNO 23-10-10
HRC