Lomas de Zamora, agosto 31 (AUNO).- La emblemática murga uruguaya Agarrate Catalina continúa su gira por el país con su nuevo espectáculo Un día de Julio. En su paso por el Conurbano, presentó por primera vez en Banfield su show que mezcla música, canto, actuación y humor, y donde se destacó el talento de los artistas y su compromiso social. Incluso pidieron por la aparición con vida de Santiago Maldonado, el joven que se encuentra desaparecido desde hace un mes en Chubut.
Pasadas las 21, los micrófonos ya estaban preparados sobre el escenario. En pocos minutos, los vecinos de Banfield, que esperaban en el hall, colmaron la sala del Teatro Maipú para disfrutar de otras historias de barrios que la consagrada banda regaló con su música.
“Nadie sabría decir que se esconde detrás de sus puertas cerradas”. Con esa estrofa del cuplé de presentación, se invita a pasar por momentos mágicos y arltianos en el que dogmatismos, filosofía y cotidianeidad se confunde, y funden, detrás de cantoa con máscaras que en vez de ocultar reflejan sentimientos comunes.
“¿Qué laberintos perdidos habrá en los pasillos oscuros de su soledad?”, pregunta “Leo “Oso Gómez, uno de los murgueros y vecino de Banfield, en el primer solo de la noche. Con su voz inunda la sala, que revienta con los primeros aplausos que se transforman en palmas para acompañar la percusión. Poco a poco, la frontera en el escenario y la platea se empiezan a desdibujar.
Ritmo y filosofía murguera
El escritor periodista Roberto Arlt aseguró una vez que “aquél que no encuentra todo el universo encerrado en las calles de su ciudad, no encontrará una calle original en ninguna de las ciudades del mundo”. Es que el universo se suele explicar a través de las rutinas que parecen más simples y las vidas que parecen más sencillas. Bajo esta premisa los hermanos Cardozo, líderes de Agarrate Catalina, suelen armar sus presentaciones que cuentan las vidas más comunes para explicar cuestiones metafísicas y filosóficas complejas.
Esta vez cuentan la historia de Julio (Martín Cardozo), un hombre de 48 años que vive con su madre (Yamandú Cardozo) en un antiguo caserón que pertenecía a su padre, un militar que los había abandonado al nacer. Él se rehúsa a salir de la casa hasta que el mundo capitalista, “egoísta e individualista” que ve afuera cambie. No quiere ser parte de un engranaje social que desecha personas y artefactos cuando ya no les sirve.
Así que desde su ostracismo se dedica a arreglar aparatos que parecían obsoletos y así demostrar que “el sistema está equivocado”. Poco a poco en el barrio se empiezan a preguntar quién es el que le da una nueva vida a todo lo que ellos desechan, y así se va creando a su alrededor un halo de misterio con adeptos y detractores.
Las actuaciones que arman el hilo argumental entre canción y canción, tienen momentos brillantes entre lo que destaca el trabajo de Yamandú, como una madre cruel y realista. También hay guiños para el público de la cultura popular tanto argentina como uruguaya. La armonía de las voces, el trabajo de iluminación y la puesta en escena conforman una pócima que transformó a La Catalina en una marca registrada en el mundo.
Uno de los momentos de mayor emoción de la noche fue cuando los artistas mostraron una bandera que pedía por la aparición de Santiago Maldonado y Yamandú pidió por “la aparición con vida” del joven militante desaparecido en la ciudad de Esquel.
La murga realizó su retirada a pura fiesta y cantando un estribillo que acompañado por el público los encontró a todos cantando en el hall del teatro “sin cadenas ni grilletes”. Ya en ese momento las barreras entre artistas y espectadores se habían borrado. Todos cantaban y aplaudían en la puerta del Teatro Maipú.
Sobre un piso regado de papel picado, el último aplauso se mezcló con las primeras selfies, las cálidas felicitaciones y la promesa de volver muy pronto por los pagos de Cortázar para llenar de alegría a los banfilenses. Será hasta el próximo cuplé o hasta el próximo carnaval.
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GD-SAM