El día amaneció húmedo, con el aire pesado y el cielo permaneció amenazante casi toda la jornada. Sin embargo, antes del mediodía, la Plaza de Mayo comenzó a llenarse de jóvenes, de adultos, de ancianos y niños que agitaron banderas y carteles con fotos de personas en blanco y negro para conmemorar un nuevo Día de la Memoria. El acto central recién comenzaría unas cuantas horas después.
Como ya se hizo costumbre, cientos de miles marcharon para exorcizar lo que sucedió hace 42 años, cuando una junta militar irrumpió en la Casa Rosada para derrocar a Isabel Martínez de Perón e instaurar el autodenomidado Proceso de Reorganización Nacional. Ese 24 de marzo marcó el inicio de la época más sangrienta de la historia argentina reciente. Su saldo fueron 30.000 desaparecidos.
La Avenida de Mayo se inundó de gente y cantitos contra los represores y contra el presidente Mauricio Macri. Aunque la columna de manifestante se extendíó hasta el Congreso, a partir de la 9 de Julio ya era dificultoso avanzar, y entrar a la plaza, si bien no era imposible, se volvió un desafío.
Música en los parlantes y en los tambores de algunos manifestantes. Suelo, lleno de papelitos y volantes. Bares y restaurantes, atestados de comensales que miraban la multitudinaria marcha atónitos como si no supiera por qué se movilizaban esta vez.
—Marcho por mi tío desaparecido- dijo Andrea, de La Plata -Hoy represento a mi abuela que no puede moverse. A sus 92 años todavía espera volver a verlo.
Junto a ella, un hombre agitaba una bandera que decía “Nunca más” y una niña de 8 o 10 años sostenía un cartel con la foto de un hombre con un epígrafe: Rodolfo Emilio Pettiná. Desaparecido en La Plata en 1977.
Ellos tres continuaron la marcha a través de miles de personas que también esperan volver a ver a sus familiares, amigos o conocidos. También se pedía justicia por Santiago Maldonado, Rafael Nahuel y muchos más.
Ya dentro de la Plaza, a un costado del escenario principal, frente a la Casa de Gobierno, había muchos grupos de jóvenes que fueron a apoyar a las Madres y a pedir justicia por los desaparecidos. Los más jóvenes volvieron a ser mayoría.
—Creo que tenemos que ser los protagonistas de nuestra propia historia- reflexionó María de La Matanza -La historia la escribimos nosotros en las calles, en los barrios y en las casas.
María tomaba mate con sus amigos sentados en el borde de una fuente de agua vacía.
—Yo quiero para la Argentina la historia de la solidaridad, del amor, del compromiso y para que eso suceda tenemos que salir todos y todas a decir “nunca más”, “memoria, verdad y justicia”, y “cárcel para los genocidas”- agregó.
Las Madres estaban por hablar. La multitud se enloquecía. Las organizaciones batían sus tambores con frenesí y cada tanto se escuchaba un “30.000 compañeros desaparecidos presentes, ahora y siempre”, el hit del verano contra Mauricio Macri y el infaltable “como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar”.
—Es el mayor genocidio que se vivió en el país. ¡30.000 desaparecidos! No debería ni siquiera desaparecer una persona. A mis 59 años nunca se vivió tanta tragedia- opinó Mabel, de Lanús, que tenía un pañuelo blanco atado al cuello.
—En ese momento tenía 17 y recuerdo haberme levantado con la marcha militar. Teníamos un milico en la puerta del colegio, una vez pusieron una bomba en la esquina, pero en ese tiempo no se tenía mucha conciencia de lo que estaba ocurriendo. A partir de los 80 se tuvo más conciencia y empecé a marchar con las Madres. La verdad, no era muy grato, era bastante triste: nos tiraban los caballos nos corrían, pero bueno…seguíamos ahí- relató con un aire de resignación -Ojalá nunca nunca se olvide.
Cerca de las 16, Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, se paró ante la multitud que no paraba de aplaudir y dijo que aún falta mucho por resolver de “los juicios de lesa humanidad como también de los crímenes cometidos en el marco de la guerra de Malvinas”. Recordó el día en que, hace 14 años, Néstor Kirchner bajó los cuadros de Jorge Rafael Videla y Reynaldo Bignone. La multitud aplaudió.
“Cuando hay voluntad los derechos humanos pueden ser políticas de Estado. Así quedó demostrado durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, donde muchas de nuestras banderas se hicieron realidad. Esos genocidas murieron condenados a perpetua y en una cárcel común gracias a la lucha del pueblo”.
Celebró los 127 nietos recuperados, pero recalcó que “hasta que el último de ellos no aparezca, la identidad de todos y todas está en duda”
Luego, Taty Almeida, integrante de Madres de Plaza de Mayo, fue la que tomó la palabra:
“A 42 años, denunciamos el mismo plan hegemónico y sostenemos la misma lucha. Por eso hoy marchamos contra el ajuste, la represión y la impunidad, por una democracia sin presas ni presos políticos como Milagro Sala entre otros y otras”.
A cada pausa, los presentes la aplaudieron y ovacionaron. Taty tuvo que cortar y retomar varias veces su discurso.
“Ante un gobierno que vulnera los derechos del pueblo, seguimos respondiendo con lucha, compromiso y solidaridad. Vamos a seguir en las calles, las plazas. Detrás del negacionismo, está el intento de olvido, y detrás del intento de olvido, está la intención de desmovilizar. No nos han vencido, estamos acá, en unidad con el pueblo con la bandera de los 30.000 en alto”.
Al finalizar el acto. Los miles y miles de presentes bramaron “Madres de la Plaza el pueblo las abraza”. Y se movilizaron para seguir el camión que llevaba a la Madres.
Al parecer se escucharon ecos de los cantitos porque, a unas calles de distancia, un niño que iba en los hombros de su padre le preguntó:
— ¿Quiénes son esas señoras?
—A esas señoras les robaron a sus hijos.
AUNO 24-03-2018
AGC-AFG