A 36 años del asesinato del Padre Mujica

Un 11 de marzo, un grupo de tareas de la Triple A acribilló al cura tercermundista, frente a una parroquia de Villa Luro. Desde entonces, su figura sigue emparentada con la lucha por la justicia social y la militancia. La Presidenta lo homenajeó en la Villa 31, el lugar que vio crecer su opción por los pobres.

A 36 años de su asesinato, Carlos Francisco Sergio Mugica Echagüe, popularmente bautizado como el Padre Mugica, hizo perdurar sus acciones, palabras y figura en la consciencia colectiva. Los homenajes al cura tercermundista muestran que su suplicio —como dice León Gieco— es parte de ese “todo (que) está cargado en la memoria”.

Uno de los actos para recordar al cura se realizó esta mañana en la parroquia Cristo Obrero de la Villa 31 de Retiro, con la presencia de la presidenta Cristina Fernández.

Por la noche también se brindó una misa recordatoria de su muerte en la parroquia San Francisco Solano, de la Ciudad de Buenos Aires, lugar frente al cual lo acribillaron.

Como gran homenaje, el domingo próximo se hará una misa a las 11 en la Cristo Obrero, y posteriormente tendrá lugar una fiesta con música, baile y comida, organizada por la gente del barrio que fue testigo de su labor.

Carlos Mugica nació en 1930 en una familia de clase alta, con un padre perteneciente al Partido Conservador y una madre hija de terratenientes.

Fue recién a los 19 años que pensó en ser sacerdote y a los 21 ingresó al seminario, lugar donde según sus propias palabras, entendió que “los sacerdotes están llamados a una vida austera, abierta a la vida de los humildes”.

La vida de Mugica está emparentada a la lucha por la justicia social, por los derechos de los humildes, un vínculo que –arbitrariamente— podría situarse en la década de 1950, cuando comenzó a colaborar en las misiones a conventillos y casas de familia de la parroquia Santa Rosa de Lima.

En una anécdota, el cura relató que en los momentos del golpe al gobierno de Juan Domingo Perón (1955), tras acompañar “el júbilo orgiástico de la oligarquía” por los sucesos, entendió por pintadas en cercanías de la parroquia que “la gente humilde estaba de duelo, y si la gente humilde estaba de duelo, entonces (yo) estaba en la vereda de enfrente”.

En los sesenta se vinculó con estudiantes universitarios cercanos al cristianismo y al peronismo, algunos de los cuales serían futuros fundadores de Montoneros, y junto a ellos realizó una misión rural en Santa Fe durante 1966, experiencia que también lo marcaría fuerte en su formación ideológica.

En 1968, el cura estaba estudiando en París cuando se enteró de la creación del Movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo y rápidamente envió su adhesión incondicional a esta organización.

Al regresar de París, levantó la parroquia Cristo Obrero en el barrio Comunicaciones, en la que se desempeñó hasta su asesinato.

Tras la asunción de Héctor Cámpora como presidente en 1973, Mugica aceptó un cargo ad-honorem como asesor del Ministerio de Bienestar Social, pero un tiempo después se desvinculó de la función pública por las diferencias que tenía con el ministro de esa cartera, José López Rega.

Fue en esta época que Mugica sufrió algunos intentos de atentados y varias amenazas vinculadas a la fuerza parapolicial Triple A, dirigida por López Rega. Por entonces, el religioso ya se había distanciado de los integrantes de Montoneros debido a sus desacuerdos con la lucha armada.

La persecución llegó a su extremo el 11 de mayo de 1974, cuando luego de brindar una misa en la iglesia de San Francisco Solano de Villa Luro fue ametrallado en la puerta de esa parroquia.

Lo enterraron en el cementerio de Recoleta hasta que en 1999 sus restos fueron trasladados a la Parroquia Cristo Obrero de la Villa 31.

LR-AFD
AUNO-11-05-10

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