“Me interesan las historias íntimas, de lo cotidiano, de lo cercano”, podría ser la frase de cabecera del cineasta, escritor y docente de la Universidad de Lomas de Zamora (UNLZ) Gustavo Fontán, para conocer un poco de su última obra, “La Madre”, que se proyectará el 29 y 30 de abril, a las 19:30, en el espacio INCAA de Burzaco. En una entrevista con AUNO, habló de las expectativas que tiene con ese film, sobre sus películas “El Árbol” y “La orilla que se abisma”, y la articulación de su carrera de director con la docencia.
—¿De qué se trata “La madre”?
—Es una pequeña historia que es la relación entre una madre alcohólica que tiene una serie de situaciones riesgosas y un hijo adolescente que viven solos y de alguna manera él queda atrapado en esa necesidad de dependencia de ella. No está contada con un gran desarrollo argumentativo, sino lo que intentamos siempre es contar historias pequeñas desarrollando los intersticios que son los momentos de intimidad de los personajes.
—¿Recurrís a mostrar la intimidad de los personajes?
—Siempre trato de recurrir a una construcción más poética que histórica. Lo que nos interesa es observar a los personajes, las luces, todo lo que sea útil para profundizar una relación, un deseo.
—¿Cómo trabajás la estética?
—La estética es la forma y siempre es la manera de profundizar algo. En “La Madre” se ajusta a la idea de laberinto.
—¿Por qué elegís esta forma de mostrar la historia?
—Primero, porque me resulta más interesante, más cercana. Uno hace la película que puede hacer. Hay un tema de tomarse el tiempo para contemplar y romper las apariencias de lo visible tratando de capturar lo invisible.
—¿Cómo son los procesos de producción en tus producciones?
—Se diferencian de los tradicionales porque no es una película que se escriba toda, se grabe y se edite. Nosotros empezamos a grabar sin tener el guión completo, teniendo en claro los personajes, la historia que queríamos contar. Entonces nuestro proceso de producción fue grabar, editar, pensar, grabar, editar, pensar a lo largo de un año y medio.
—¿Por qué elegís ese tipo de historias?
—Me interesan las historias intimas, de lo cotidiano, de lo cercano. Encontrar los motivos para hacer cine en las cosas cercanas; Banfield, Glew, Lanús, donde la mirada se puede desplazar.
—¿Utilizás muchas locaciones de zona sur?
—Uno tiene que conocer mucho lo que va a utilizar, mirarlo por un tiempo prolongado y es muy difícil grabar en un lugar desconocido. Cuando grabé “La orilla que se abisma”, la experiencia fue grabar en Entre Ríos; pero había algo familiar, porque había viajado mucho durante mucho tiempo. Tiene que haber una cierta familiaridad con lo que uno quiere mostrar, sino uno lo que muestra es una postal.
—¿Qué expectativa tenés con “La madre”?
—Somos conscientes de que las películas que hacemos no son para un público masivo, por lo tanto siempre las expectativas están ligadas al mismo proyecto. Dentro de esas expectativas, que la vea la mayor cantidad de personas posibles, que recorra el país, que participe de los festivales internacionales.
—¿Cómo combinás ser profesor con tu carrera de director?
—La docencia es un lugar donde uno puede pensar y resignificar lo que uno va a usar como director. Me gusta orientar a los jóvenes.
“La madre”, además, será una de las cuatro películas que reanudarán la actividad del Espacio INCAA KM 23 en Burzaco. “El secreto de sus ojos”, “Cinco días sin Nora” y “Boggie el aceitoso”, completan las proyecciones programadas para abril en la Sala “Graciela Borges”, de ese complejo cinematográfico.
NFB
AUNO-16-04-10