«La idea es que no mueran más mujeres»

Una entrevista a la diputada nacional sobre el proyecto de ley que impulsa sobre interrupción voluntaria del embarazo. Acusó a las corporaciones mediáticas y a la iglesia católica de impedir el tratamiento en el Congreso. «Si el proyecto se convierte en ley se le puede garantizar esas personas condiciones de salubridad, seguridad e igualdad».

Lomas de Zamora, noviembre 19 (AUNO).- Entre 500 y 700 mil abortos se realizan por año en Argentina, de los cuales unos 50 mil tienen complicaciones que requieren hospitalización y como consecuencia de esto se produce la muerte de una mujer cada dos días. Los datos son del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) y el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM). “El país duplica la tasa de aborto y de sus consecuencia en toda Latinoamérica”, indicó la diputada nacional Cecilia Merchán.

“Checha”, como la llaman sus allegados, nació el 24 de febrero de 1970 en el pueblo de James Craik, en Córdoba. Actualmente, es presidenta del bloque de la fuerza a la que pertenece y coordinadora nacional del movimiento de mujeres Juana Azurduy.

La política no fue la única pasión de su vida, también incursionó en la escritura, en libros como “Agustín Tosco, Fotos y Discursos” y “Se trata de nosotras”; y en cine, produciendo “Los Perros”, además de diversos documentales educativos, siempre enarbolando la bandera de los derechos femeninos en cada actividad que hacía suya.

—¿Qué puede cambiar si se convierte en ley el proyecto que plantea la posibilidad de interrumpir un embarazo voluntariamente hasta la semana doce, garantizando su acceso a través del sistema público de salud?
—Algo muy importante, que no mueran tantas mujeres por aborto clandestino en Argentina, que es, además, la primera causa de mortalidad en situación de embarazo. Por otra parte, se terminaría con la gran desigualdad social que hay detrás de esta práctica, porque las mujeres que no tienen dinero para acceder a una clínica privada terminan realizándose abortos en condiciones cruentas o insalubres. Entonces, si el proyecto se convierte en ley se le puede garantizar esas personas condiciones de salubridad, seguridad e igualdad. Es decir que as mujeres podrán ejercer plenamente el derecho a decidir sobre sus propios cuerpos.
—¿Cómo fue la reacción de los distintos sectores frente al proyecto?
—Tuve muchísimas muy favorables. Es increíble la cantidad de historias personales que me han contado mujeres y hombres por mail, por Facebook, por Twitter y en los diversos talleres que hacemos. Es como que mucha gente se animó a hablar. Y, por supuesto, tengo detractores que son terribles y espantosos, que utilizan la palabra “asesina”, como una de las más livianitas.
—Concretamente, ¿a quiénes se refiere?
—Por un lado, las corporaciones médicas porque les conviene económicamente que el aborto siga siendo clandestino, simplemente para poder mantener su propio negocio. Un aborto en Argentina puede costar entre 5 mil y 12 mil pesos, que suman unos 1200 millones de pesos al año. Por otro lado, un gran contrincante: las cúpulas eclesiásticas, sectores muy conservadores de la sociedad que son pequeños pero que tienen una gran influencia, y son las primeras que se cierran a todo avance en este sentido. Se negaron a la ligadura de trompas, a que se repartan preservativos y ahora, se niegan a la interrupción voluntaria del embarazo. Considero que, en e, fondo, son los verdaderos promotores del aborto clandestino.
—¿Por qué?
—Porque para no abortar debemos que estar informados, tener educación y salud sexual, anticonceptivos, y la Iglesia no quiere nada de esto. Por lo tanto, es una manera de promover los embarazos no deseados.
—¿Qué piensa de aquellas personas que piensan que el aborto es un delito?
—Que no es así, de ninguna manera. No hablamos de un bebé, hablamos de un embrión. Incluso, hay imágenes que circulan de abortos donde te ponen un bebé, que son muy falsas. No es eso, estamos hablando de algo absolutamente pequeño, es una potencialidad. Es apenas un óvulo que se ha unido con un espermatozoide que empieza recién a ser una potencialidad un poco mayor que un esperma o un óvulo suelto.
—Hablando específicamente del proyecto y teniendo en cuenta las consecuencias sobre la salud que pueden provocar este tipo de práctica, como esterilidad, infecciones, hemorragias, entre otras, ¿por qué no se incluye un límite en los abortos que puede realizarse una mujer en su vida?
—Porque en todos los países en donde se legalizó el aborto, como Francia, Sudáfrica y EEUU, si bien no se achica el número de casos, sí disminuye la cantidad de reincidencia. Una mujer que una vez interrumpe su embarazo, llega y está bien atendida, sale de esa situación con el método anticonceptivo más apropiado, con una cantidad de recomendaciones diferentes, con una mirada sobre su propio cuerpo y sobre su realidad que puede ser analizada de otro modo. O sea, se achica la cantidad de abortos que cada mujer se realiza en donde está legalizado, a diferencia de lo que se cree que “a como va a ser gratuito en los hospitales todo el mundo lo va a tomar como un método anticonceptivo”.
—¿Cómo contempla el proyecto la problemática de los menores que planteen la posibilidad de hacerse un aborto?
—Pusimos la misma edad que aparece en el programa de Salud Sexual y Procreación Responsable (Ley 25.673), los 14 años, porque tiene que ver con la posibilidad de que una o un adolescente puedan hacer su consulta en los hospitales públicos sin la compañía de un mayor. Consideramos que es el mismo momento de la vida en que una mujer puede tomar una decisión de estas características. Muchas veces, a lo mejor esa joven puede tener una contradicción con su familia que no quiere que avance en esa decisión, pero sus argumentos de cada individuo deben ser respetados.
—Realizada la interrupción del embarazo, ¿por qué no se especifica alguna medida que implique un tratamiento posterior, en relación a cuestiones psicológicas o de planificación familiar?
—Creemos que cuando se legaliza, los hospitales tendrán que dar respuesta ante esta práctica. O sea deben dar una información completa. Hoy, si una mujer va después de un aborto a un hospital, lo más probable es que pueda terminar presa, denunciada o sacada del lugar porque no la quieren atender. Al no ocurrir todas estas cuestiones, lo más lógico es que haya obviamente una atención post aborto.
—¿Por qué piensa que el tema se debate en este momento?
—Creo que hace mucho que se debate. Siempre se ha vivido el aborto en Argentina. Lo que sí pasa ahora es que la sociedad se cansó de los dobles discursos, y quiere que las cosas se discutan. Que se hable de la realidad, de la verdad, de lo que pasa. No de cualquier cosa. Me parece que estamos en esas condiciones y que el Congreso empieza a tener alguna representación de ese cambio, que también se presenta en la sociedad.
—¿Qué posibilidades tiene el proyecto de prosperar?
—Muchas. Cuando lo presentamos en marzo, tuvo un apoyo transversal de todos los bloques, alrededor de 50 diputados y diputadas, entre ellas Silvia Storni de la UCR, Juliana Di Tullio del Frente para la Victoria, y Mónica Fein del Partido Socialista. Creo que vamos a tener posibilidades de dar el debate en las comisiones de Salud, Familia y Legislación Penal. Precisamente, su presidente, Carlos Vega, se comprometió a tratarlo e este ámbito. Nos queda poco tiempo en el año, pero creo que antes de diciembre empezaremos a discutirlo seriamente en el Congreso.
—Mientras tanto, ¿cuáles son los pasos a seguir?
—Seguiremos con los debates, con las radios abiertas, con las marchas, como lo venimos haciendo. Además, estamos preparando para el 25 de noviembre, que es el Día Internacional de la No Violencia contra las Mujeres, un gran festival para que se legalice el proyecto. Es muy probable que ese día hagamos una gran movida en la Ciudad de Buenos Aires y también, en varias provincias.

  • Producción de la materia Gráfico II.

VM-AFD
AUNO-19-11-10

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