Lomas de Zamora, diciembre 05 (AUNO).- Parodió al mítico programa de los mediodías de “La Chiqui” Legrand durante el año 1973, con una satírica emisión televisiva, “Almorfando con La Chona”, que la lanzó a la popularidad. Pasaron por su programa figuras políticas de la talla del radical Ricardo Balbín y del ex presidente Héctor Cámpora, entre otros. En una charla sobre Teatro Independiente en la sala del Galpón de Diablomundo, la actriz Haydée Padilla consideró que su programa era un simple “juego”, pero lo lúdico en la TV le valió que su entrañable e histórico personaje haya sido catalogado de “subversivo” durante la última dictadura militar.
Antes de pasar por la pantalla chica, Haydée Padilla pasó por las tablas del teatro independiente, donde consiguió una fuerte educación en las artes escénicas. A medida de que se comprometía con el Teatro de los Independientes —ahora bautizado Teatro Payró sobre la calle San Martín 766—, se identificó con la idea de libertad y compromiso ético-profesional. Así, aseguró: “Antes de preguntar cuánto me vas a pagar, pregunto qué obra voy a hacer”.
Terminada la charla de más de tres horas en el Galpón, donde disertaron los investigadores Carlos Fox y Pedro Espinosa sobre los orígenes del teatro independiente argentino y el desarrollo a través de la historia, “La Chona” se retira de la sala teatral para tomar una copa de agua y, con su simpático humor, regresa a la sala vacía, para dialogar con AUNO del aquí y del allá de su vida.
—¿Qué significó el teatro de los independientes en tu carrera actoral y en tu vida?
—De jovencita estudiaba en el Teatro Colón con el proyecto de ser bailarina. Un día de esos, mi mamá nos cuenta que hay unos chicos que pusieron una escalera en un sótano. Esas mismas escaleras a un teatro que se estaba construyendo. Entonces, entusiasmados, fuimos todos, mis hermanos y yo. Y ahí encontré gente que quería hacer un teatro, que quería construirlo, hacerlo. Lo construimos. Allí aprendí mis primeras actuaciones como actriz. Descubrí valores importantísimos: la solidaridad de la cultura, el compañerismo y la ética que dice: “Antes de preguntar cuánto me vas a pagar, mejor pregunto qué obra voy a hacer”. Tengo el mejor recuerdo del ahora Teatro Payró.
—¿Cómo surgió el deseo por la actuación?
—Fue la circunstancia. A la vuelta de mi casa, en San Martín y Viamonte, deciden unos chicos hacer un teatro (el de los independientes) y me agrego a ese grupo. Me interesé mucho más y como yo era muy lectora, empiezo a leer sobre teatro y el teatro mismo. Así, me conecté con grandes autores argentinos e internacionales.
—¿Quiénes fueron tus referentes?
—Lo fundamental es leer buenos textos. Conectarse con los grandes pensamientos. Con la idea de libertad, ¿no? (Silencio) Mis maestros… yo ya había estudiado con (el actor de cine y teatro) Carlos Gandolfo. Luego fui muy compañera de (uno de los directores de teatro más conocidos del país) Agustín Alesso. Hay grandes como (el actor) Julio Chávez, que es mucho más joven que yo. Él es del más aquí. Después, (el director y autor teatral y cinematográfico) Norman Briski… En medio de la frivolidad, también aparece el deseo de tener buenos pensamientos y de leer y de…
De creación artística, ¿no?
—Sí, así es. De crear. Fundamentalmente juntarse para tener cosas útiles para los demás. También, para nosotros mismos, porque el que hace algo para los demás, lo hace primero para sí mismo. Si vos hacés algo desagradable, tu actuación la vas a sentir como algo igual: Vas a sufrir. No es que crea en Crimen y Castigo, pero cuando hacemos las cosas pensando que el otro tiene dificultades para comprender, mejor nos vamos a sentir y salir el hecho creador. (Exclama) No hay que pensar qué gano yo con esto, sino qué puedo hacer por los demás.
—Cuando estabas actuando, el teatro sufrió atentados. ¿Pensaste en dejar el teatro por miedo?
—Debo ser absolutamente sincera. Es muy desagradable que en un teatro se atente contra vos. Es muy desconcertante. Yo era muy jovencita y mi familia no quería que siguiera. Y sí, tuve miedo, pero no por eso dejé de hacerlo. El miedo no me paralizó, sino que me hizo responder, resistir.
—Y en el aquí y ahora…
—Creo que estamos en un momento muy interesante, donde se están haciendo valer otras cosas, las importantes.
¿Cuáles son esos valores importantes?
—El cambio en la Ley de Medios, por ejemplo. Permitime decir que tenemos una presidenta a la cual yo respeto profundamente y además piensa como mujer y lo fundamental es que tiene una ética muy importante.
—Se refirió a Néstor Kirchner en la charla.
—Yo estuve una vez sola con él, en un momento maravilloso. Él estaba muy feliz porque estaba salvando la Casa del Teatro por medio de una donación del Estado. Fue la única vez que hablé con él, fue muy cariñoso. Estaba feliz porque estaba haciendo un bien para la gente mayor, desamparada (que vive ahí).
—Recuerdo que tuvo mucha repercusión mediática Néstor Kirchner cuando otorgó dinero a la Casa del Teatro y que ciertos medios hegemónicos tomaron su medida como oportunista.
—De ninguna manera. Él ha hecho cosas de gran grandeza, como salvar la Casa del Teatro, donde yo pasé más o menos tres meses.
—Luego de tu paso por el teatro independiente, la pantalla grande y los ciclos televisivos, ¿qué significa la actuación hoy para Haydée Padilla?
—(Piensa) Es la comunicación… Es el comunicarse con los otros. Es estar con el deseo, con los sentidos y con las emociones de los demás, no estar viviendo para uno solo, sino que entre todos: conectados y comunicados.
“La Chona” se queda unos minutos más en el Galpón hasta que llega el remis que la llevará hasta su hogar. Antes de irse, saluda y recuerda a AUNO con ánimos de militante cultural: “No dejes nunca de defender tus ideas y tus emociones. No hay que dejarse avasallar”.
EV-AFD
AUNO-05-12-11