«Las mismas banderas, la misma lucha»

El acto central por los diez años de la «Masacre de Avellaneda» reunió a familiares, amigos, compañeros y agrupaciones sociales vinculadas a Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. Una jornada que fue la síntesis de reclamos, pedidos de memoria, justicia y castigo a los responsables políticos de los crímenes.

Daniela Rovina

Lomas de Zamora, junio 27 (AUNO).- Nunca tan encendidos después de una larga noche en vela. La ansiedad de los ánimos contenidos desde la jornada anterior puso en marcha la movilización hasta el Puente Pueyrredón cerca del mediodía, una hora más tarde de lo previsto. Columnas enteras cargando banderas caminaron sobre el paso que une a la provincia con la ciudad de Buenos Aires, diez años después de la “Masacre de Avellaneda”.

Los distintos brazos que suben al puente se vieron poblados de un mar de agrupaciones, organizaciones y movimientos sociales en apoyo a distintas consignas que tapizaban las letras que gritaban al aire: lucha, memoria y justicia. Arriba los esperaba un escenario que cortaba horizontalmente a este lugar al que los arrastraba la historia y la impunidad.

“¡Darío y Maxi presentes!” Un solo grito bastó para calmar la efervescencia de las columnas. Desde el escenario, amigos, familiares y compañeros de Santillán y Kosteki tomaron la palabra en medio de un silencio únicamente interrumpido por canciones que acompasaban y sostenían las declaraciones de los oradores del acto.

“Las mismas banderas, la misma lucha que hace diez años atrás”, micrófono en mano, Vanina Kosteki denunciaba la reiteración y la falta de respuesta a esos reclamos que en 2002 empujaron a su hermano hasta Avellaneda. “Ellos nos quieren en la calle luchando”, recordaba a la multitud que la rodeaba de sombra entre banderas.

En repudio a los intentos del Gobierno nacional por sumar al repertorio de consignas oficiales la causa de Maxi y Darío, Vanina sostuvo: “No le damos lugar a nadie para que use la lucha de los compañeros. Tampoco les voy a permitir que cierren la causa. Eso le prometí a Maxi el día que se murió”.

Junto a ella, Alberto y Leonardo Santillán, padre y hermano de Darío esperaban su momento para hablar. El primero fue Leonardo que, sin preámbulos, sintetizó “Darío y Maxi se multiplican. Que no sean sólo una consiga, un recuerdo”.

Lo de Alberto fue incesante agradecimiento a la juventud que lo custodió desde la estación de Avellaneda hasta el escenario: “Veo los ojos de mi hijo en ellos. La juventud comprometida en la lucha cumple con los sueños de Darío”.

La inesperada simultaneidad con la cadena nacional que realizó la presidenta Cristina Fernández en la que envió su solidaridad a los “familiares del puente” irritó las palabras de Alberto. “Esa solidaridad de mierda que nos mandaste. ¿Por qué no te acordaste antes? No vamos a permitir que nos usen”, insistió.

Aborto, megaminería, desprecarización laboral, salario digno, impuesto a las ganancias, ley antiterrorista. Temas que se colaban entre los discursos, conjugados con una sensación de impunidad por la noticia del traslado de Alfredo Fanchiotti, uno de los autores materiales de la masacre condenado a cadena perpetua en 2006, a una cárcel de régimen abierto.

El recuerdo de Mariano Ferreyra, Jorge Julio López, Luciano Arruga y tantos otros asesinados en protestas sociales y desaparecidos en democracia inundaba la memoria de los presentes. Y una alusión permanente a Romina Tejerina (en libertad condicional tras haber cumplido dos tercios de su condena) cuya madre se hizo presente a través de una carta en apoyo, pero también en agradecimiento por el acompañamiento a la causa de su hija.

Casi circular, el cierre de la jornada fue la repetición del comienzo. El mismo grito sostenido por canciones que rompían con la acústica cotidiana del puente. Una lucha de consignas con música que acompañaba la desconcentración tras dos días de vigilia.

DR-AFD
AUNO-27-06-12

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