El estigma en torno a la menstruación disminuye, pero aún existen mitos y tabúes por falta de acceso a la educación o por factores relacionados a la cultura y religión: alrededor de un 30 por ciento de las mujeres la llama por otro nombre para mitigar cualquier vergüenza o incomodidad al abordar el tema, según un estudio realizado por Voices! y Día Argentina.
Siete de cada 10 encuestadas experimentan con frecuencia sensibilidad, irritabilidad, falta de energía y dolor físico al menstruar, además de incomodidad y miedo a mancharse, por lo que afecta de manera negativa a su bienestar y actividades diarias, según los datos de la encuesta de la consultora.
A lo largo de los años se comenzó a visibilizar más a la menstruación, por ejemplo, a través de las publicidades de toallitas donde las manchas de sangre eran azules y ahora son rojas, para empezar a interiorizarlo.
“Si bien falta camino por recorrer se empezó a visibilizar más la menstruación, el hecho de que no es normal vivir con dolor, alteraciones en el ciclo y otras cuestiones que las mujeres se empezaron a animar a consultar”, comentó Agustina Paula Starvaggi, ginecóloga y especialista en menopausia.
“Atiendo mujeres con menopausia -prosiguió- que capaz crecieron con muchos tabúes acerca de este tema y, de a poco, gracias a un montón de movimientos y luchas del feminismo, se empezó a visibilizar más el menstruar y todo lo que conlleva, y también con lo que tiene que ver con no menstruar”.
El costo de menstruar
La pobreza menstrual “existe incluso en países desarrollados; es una idea errónea creer que sólo es cosa de países subdesarrollados”, aseguró Amy Elge, comunicadora, educadora menstrual y coach en autoestima y salud cíclica. Hay mujeres y personas menstruantes que, por su situación económica o simplemente por no tener acceso a hospitales públicos, no pueden comprar productos para la menstruación, explicó.
Los costos de menstruar son altos: las toallitas, tampones y copitas representan «un gran gasto al mes en condiciones normales, ni hablar de las que tienen que tomar otras medicaciones o están incapacitadas en los días de la menstruación, por mucho dolor o gran cantidad de sangrado”, agregó Starvaggi. Si bien en los hospitales públicos se puede acceder a estos productos o medicación gratuita, uno primero tiene que «poder acceder al sistema de salud y eso requiere de mucho tiempo, esfuerzo y dinero”.
En tanto, Melisa Rodríguez, militante del colectivo feminista, enfatizó a AUNO que «la menstruación no es solo un asunto biológico, sino un tema de derechos humanos y justicia social». «Cuando hablamos de pobreza menstrual nos referimos a una forma de opresión que perpetúa la desigualdad de género. Es inaceptable que en pleno siglo XXI haya personas que no puedan acceder a productos menstruales básicos o que se vean obligadas a faltar al trabajo o a la escuela por este motivo”, detalló.
Para Rodríguez, la pobreza menstrual no es solo un problema económico, «sino una manifestación de la desigualdad de género profundamente arraigada en nuestras sociedades”.
Mitos, tabúes y malentendidos
Las tres mujeres consultadas por esta Agencia coincidieron en que todavía circulan diferentes mitos y tabúes cuando una paciente entra al consultorio ginecológico, por lo que necesita esclarecer dudas o simplemente desarrollar una charla sobre Educación Sexual Integral (ESI) y Gestión Menstrual.
Normalmente, el tabú sobre la menstruación surge a partir del miedo que tienen las mujeres a la sangre, de cómo la percibimos como algo sucio, de cómo sentimos que nos puede llegar a limitar a nivel social, físico y sexual, sintiendo vergüenza, coincidieron.
“En muchas sociedades estigmatizar la menstruación es una manera de dominar socialmente a las mujeres. No hay información, no hay referentes, y hay mucho desconocimiento sobre el cuerpo femenino. Gran parte de los tabúes relacionados con la menstruación están en el corazón de los orígenes del patriarcado y el grado de participación de los hombres en las actividades reproductivas de nuestros cuerpos haciéndonos creer que sólo éramos eso, un cuerpo reproductivo”, mencionó la educadora menstrual.
«No vamos a saber cuánta sangre expulsamos, cómo huele ni qué textura tiene si no le damos ese espacio. La sangre menstrual es un indicador de nuestra salud, un signo vital a través del cual podemos obtener muchísima información y para ello se requiere un contacto olfativo, visual y táctico”, explicó Elge.
Por otro lado, la ginecóloga reveló que la menstruación culturalmente es sinónimo de salud, pero hay determinadas cuestiones «no necesariamente patológicas», como tratamientos hormonales o DIU hormonal que provocan que la mujer no menstrúe. “Muchas mujeres piensan que hay algún problema por no estar menstruando, debido a la idea cultural de que menstruar es salud. La realidad es que no necesitamos menstruar todos los meses”, remarcó.
¿Qué datos mostró la encuesta?
El estudio de opinión pública realizado en conjunto por Día Argentina y Voices! fue realizado a mujeres argentinas menstruantes mayores de 15 años con el objetivo de explorar sus experiencias y percepciones acerca del tema.
Según los datos, la ansiedad y la angustia surgen como emociones frecuentes, señaladas por un 59 por ciento de las encuestadas, al subrayar que existe una carga adicional que muchas mujeres llevan durante su periodo menstrual, algo que va más allá de lo físico y afecta lo emocional.
Otro punto de la investigación fue cómo nombran a la menstruación: “me vino/ me baja/me llegó” apareció en un 25 por ciento, “estoy indispuesta” fue mencionado por el 23 de las encuestadas y “estoy menstruando” fue elegida por 2 de cada 10 mujeres.
Le siguieron frases tal como “Andrés/Andresito” en un 6 por ciento, “la regla” en un 4 y “la mensualidad/ la visita del mes” en un 3, lo que subraya una tendencia a «utilizar un lenguaje humorístico para desviar el foco de atención de la realidad biológica».
Mientras que la menstruación impacta en la vida de las mujeres de diversas maneras, también trae un cambio cultural más amplio, donde los hombres comienzan a asumir un rol más activo y menos estigmatizado en torno a este proceso natural.
Al consultar si la menstruación es un «tema solo de mujeres», un 57 por ciento de las encuestadas cree que los varones sí se involucran en este aspecto mientras que un 43 opina que la participación masculina en este tema es baja.
Esta iniciativa surge a partir de un estudio de Voices!, un empresa que integra consultoría e investigación para mejoras políticas y sociales, que indagó sobre la higiene y menstruación con el fin de desmitificar y normalizar la conversación sobre esta temática.
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VS-SAM