No era fácil que un estadio de fútbol fuera anfitrión de un show de rock argentino, ni mucho menos, ya que el género era bastardeado por los militares. Sin embargo, el 24 de noviembre de 1979 Serú Girán hizo un concierto inolvidable, y la vez un poco olvidado, en la cancha de Los Andes. El primero de Charly García en una cancha de fútbol, según se tiene registro. Aunque eran tiempos de amnesia obligatoria y oscuridad, de aquel recital aún titila una luz. Hoy puede leerse como un hito histórico.
No daba el sol sobre la platea y hacía frío. De golpe surgieron los coros de La grasa de las capitales y en el escenario no había nadie. Un extraño momento.
Daniel Arce, vecino, hincha del milrayitas y fanático del rock, rememora ese detalle con AUNO. Se escuchaba la apertura grabada de La Grasa… pero no estaban los músicos. “Hasta que subió toda la banda corriendo. Pedro (Aznar), David (Lebón), (Oscar) Moro y Charly (García), a las corridas. Fue una explosión”.
Para él, haber estado presente ese día tan particular fue un “golpe de suerte”. Era un chico de barrio y todavía no había ido a ningún recital. Pero tenía un amigo más grande al que le gustaba mucho la música y le preguntó si lo podía acompañar. “Él se enteraba de todo y me dijo que venían a Los Andes, no lo podíamos creer”. Recuerda las palabras precisas de su compañero: “Viene Charly, viene con Serú Girán”.
En aquellos tiempos se solía desconfiar de esas noticias porque circulaban en el boca a boca y no eran muy chequeables. Muchas veces se corría la bola de que tocaba algún músico, pero si ibas, quizá ni aparecía. Era todo muy under. Entonces lo dudoso no era que tocaran en Los Andes, sino que tocaran.
Una vecina rockera, Viviana Garay, quien había ido a su primer recital a los doce años, (León Gieco en Lomas), recuerda que este fue el primer concierto al que asistió sola. “En noviembre de 1979 yo estaba en quinto año, terminaba el secundario, así que fui sola porque era de día, y no tocó solo Serú Girán, sino que tocó Raíces, que hacia música afroamericana”, detalla.
En aquel momento Serú ya era una banda poderosa, con mucho potencial, pero aún no tenía alcance masivo. No era el Serú Girán que hoy conocemos. El disco debut había sido muy criticado y sería a partir de La grasa, que comenzaría a trazar un camino inolvidable. Esa tarde en Lomas los músicos hicieron un repertorio impactante. Tocaron, por ejemplo, Serú Girán, ese tema con esa letra cargada de neologismos. Aznar era un «niño», tenía sólo veinte años. Estaba muy efusivo y tocaba su bajo sin trastes. Moro tiraba magia con la batería, y Charly hizo su show: tocaba el piano con los dedos del pie.
Pero había un condimento imposible de invisibilizar. Tal como lo explica Jorge Flores, periodista del rock, que estuvo presente aquel día, “eran épocas complicadas en plena dictadura sangrienta”. Sin embargo, la concurrencia era bastante alta. La foto de la platea del estadio colmada es una prueba.
“Hubo una inmovilización por parte de la dictadura, tuvo que ver con el cerrojo a la cultura, y esto no fue la excepción”, fundamenta Daniel Arce. “La gente no entendía y la dictadura no quería”, agrega.
Aquella tarde de noviembre pero bastante fresca en Lomas de Zamora, cerca de las 14 el escenario ya estaba armado, frente a la platea, el único sector habilitado al público. Había unos 2.000 asistentes, una cifra importante para la época.
El periodista y escritor lomense Hugo Bento recordó que la presentación fue parte de un ciclo que se llamaba Conciertos al Atardecer, del programa La Escala Musical que conducía Carlos Bayón.
Hugo es el director de la revista Noticias de Lomas de Zamora, que había empezado a publicarse un año antes. “Nosotros los auspiciábamos y participamos de la organización. Todo bastante a pulmón. Me acuerdo que hasta colaboramos para armar y desarmar el escenario”, recordó en una entrevista con el sitio oficial de Los Andes, cuando se cumplieron los 40 años del show.
Durante esa tarde, los soportes fueron Raúl Porchetto y la banda Raíces. También cantó María Rosa Yorio, que fue pareja de Charly. Quizá la anécdota memorable es que mientras María cantaba, él se puso a jugar al fútbol con el hijo de ambos, Migue, del lado del arco que da a la calle Portela. Entonces nadie miraba a María Rosa. Solo le festejaban los goles a García. Pero ella no se quedó atrás. Pasó algo insólito. Como el baño le quedaba lejos, María hizo pis frente al escenario. Sí. Se levantó la pollera delante de todxs.
En medio de la represión, todavía había una luz que, sembrada por la música, invitaba a compartir. De ese mágico recuerdo solo circulan unas pocas fotos que compartimos en esta nota.
Los integrantes de Serú habían llegado a la cancha en un Peugeot 504 y en un Renault 12. Cuando terminó el recital todavía era de día y unos cuantos asistentes encararon hacia el lado de Portela para buscar autógrafos. Recuerdan que Pedro Aznar se asomaba por la ventana del techo del Peugeot para firmar los papelitos y alcanzárselos a los demás.
Serú Girán fue muy importante en la vida de muchas personas que aquella tarde ocuparon el estadio que todavía no tenía nombre y recién al año siguiente fue bautizado como Eduardo Gallardón. Para Viviana Garay fue el primer recital de Serú. Después los siguió en cada presentación y esperó cada disco. Pero La grasa fue algo diferente: “Rompió todo, no solo por la música, sino por las letras, lo que decían, cómo lo decían”.
El periodista Jorge Flores recuerda que a García le seguían pidiendo canciones de Sui Generis y “estaba a años luz” porque “siempre estuvo un paso más delante de cada músico”. Un recital, una tarde, la vida. “Resumiendo, con el tiempo me convertí en periodista del rock”, asume.
Para Daniel Arce también pasaron cosas. Ahí conoció a Serú Girán y lo siguió para siempre. A Charly tuvo la suerte de verlo en varias oportunidades. En la presentación de Clics modernos, después con Los enfermeros, entre tantas. “Qué te puedo decir, Charly, pero qué te puedo decir, Charly”.
AUNO-20-10-21
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