Un represor se mudó por los escraches

El “Paraguayo” Maidana, carcelero de El Vesubio, vivía con su hija en Adrogué. Tras las movilizaciones en su contra, el propietario de la casa decidió no renovarle el contrato de alquiler. Había sido declarado “persona no grata”.

Lomas de Zamora, 1 de marzo (AUNO).- El represor José Maidana, condenado por crímenes de lesa humanidad, se paseaba en libertad por las calles de Adrogué desde mediados de enero tras una polémica decisión de la Justicia. La noticia corrió como un reguero de pólvora entre las organizaciones de Derechos Humanos y dos manifestaciones se hicieron frente a su vivienda. Sin embargo, en la última se dio a conocer que abandonó la casa donde vivía. Todo indica que debió huir de los escraches.

Apodado por sus pares como el “Paraguayo”, José Maidana fue el jefe de una de las guardias de El Vesubio. Con una particular saña en las torturas contra mujeres y judíos fue considerado uno de los miembros más sanguinarios del centro clandestino de detención que funcionó entre 1975 y 1979. Fue condenado a 22 años y 6 meses de prisión por la Justicia en 2011.

Semejante prontuario no pasó desapercibido y hasta sus vecinos salieron a escracharlo dos veces. Todavía se ven los rastros del revuelo que causó la primera de las manifestaciones en la localidad de Almirante Brown: afiches en las paredes, graftis y carteles que señalan la ubicación de la casa.

La semana pasada, el mensaje fue igual de contundente: “Vecinos de Adrogué, aquí vive un genocida”, decían desde un parlante.  Al frente de la columna de gente que marchaba a la casa del represor iba un hombre mayor y de caminata cansada. Camina así porque desde hace muchos años le falta una parte de su rodilla. Maidana se la arrancó a patadas en El Vesubio. Se llama Jorge Watts y es una de las caras de los escraches.

Frente a la vivienda ubicada en Nother al 600 fue donde el sobreviviente dio detalles del sadismo de aquel hombre. Resulta que, durante su detención, Watts decidió entonar el Himno Nacional en homenaje a Luis Pérez, su compañero de celda que había sido asesinado por los guardias el 9 de agosto de 1978, día de su cumpleaños. “Maidana no soportó que cantara el Himno y me arrancó la rodilla a golpes”, relató.

Los crímenes del represor no evitaron que cumpliera solo ocho años en cárcel común. Hasta que Sabrina Namer, la jueza que subrogaba al Tribunal Oral Federal 4, lo liberó a pesar de que las pericias psicológicas ordenadas por la Corte Suprema aconsejaron no hacerlo, a pesar del dictamen en contra del Ministerio Público Fiscal y a pesar de que su salida de la cárcel sin consulta previa violaba lo estipulado por la “Ley de Víctimas”.

Incluso su esposa y su hijo expresaron su malestar ante la posibilidad de que lo liberaran. Lo habían  denunciado por maltratos y pidieron una orden restricción. Pero a diferencia de su madre y su hermano, la hija de Maidana sí estaba de acuerdo con las intenciones de Namer de liberarlo. Ella es carcelera como lo fue su padre.

Sin embargo, el anonimato de ella y de Maidana duró poco en el tranquilo barrio de Adrogué. Rápidamente fue identificado por uno de los vecinos y su cara comenzó circular por las redes sociales. Para la primera quincena de febrero, los dos actos ya habían sido anunciados y la Municipalidad lo declaró “persona no grata”. Por esos días, el represor dejó de ser visto.

En el departamento en el que vivía junto con su hija no había señales de vida cuando ella salía a trabajar. Las luces se mantenían apagadas y nadie salía ni entraba.  Sin embargo, días después del primer escrache, Maidana fue a quejarse al juzgado ¿La razón? El dueño de la propiedad se enteró de su identidad e iba a rescindirle el contrato de alquiler a la hija.

De hecho, el dueño participó de la segunda marcha contra del represor. Esa movilización fue organizada por H.I.J.O.S y contó con la presencia de CTA, Suteba y La Campora, entre otras agrupaciones. Las miradas curiosidad no volvieron a faltar en una localidad poco acostumbrada a que manifestaciones de este tipo ocurran tan seguido.

La convocatoria estaba acordada para las 17 en la Plaza San Martín, sin embargo pasó más de una hora hasta que la columna de gente comenzó la marcha hasta el lugar. Cuando llegaron, los esperaban once policías de la provincia que custodiaban la entrada al edificio y dos altoparlantes que ambientaban el lugar. “Los dinosaurios”, de Charly García, sonaban de fondo.

Fue en el cierre del acto cuando se confirmó lo que ya se presentía: Maidana se tuvo que mudar. La noticia fue recibida con alegría y proclamas para continuar la lucha por justicia. El miércoles 20 de febrero, la hija del genocida ya se había despedido de algunos vecinos con los que tenía contacto y el mismo jueves del escrache había vuelto para ultimar algunos detalles de la mudanza.

En ese momento fue cuando algunos miembros de H.I.J.O.S. la reconocieron y comenzaron a increparla. Rápidamente se marchó. En casos como este, el Juzgado Federal de Lomas debería notificar a las victimas el cambio de residencia del genocida. Sin embargo, la nueva dirección del ex carcelero todavía no ha trascendido. “Huyeron como ratas”, sintetizó uno de los presentes.

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AUNO-10-03-20

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