Los actores que ensayan en la escuela

En una escuela porteña de Parque Chacabuco el grupo de teatro comunitario `El Polípico de Floresta´ se reúne para dar forma a su espectáculo basado en `El Gigante Amapolas´. Vecinos le ponen el cuerpo a la idea «de ser otro».

Por F. O.

(AUNO-TERCER SECTOR*) “¡Actitud!”, le indica con todas sus fuerzas el director del grupo de teatro comunitario `El Polípico de Floresta´ a María Cristina Yelanos, que tras el reto decide imprimirle otro matiz a su personaje del General Mentirola de `El Gigante Amapolas´. La voz de Orlando Santos resuena en todos los recovecos del inmenso patio cerrado del colegio Juan Agustín Maza en el barrio porteño de Parque Chacabuco. Y cada uno de los 13 actores presentes lo escuchan casi con devoción.
El ensayo había comenzado con vocalizaciones y corridas por el lugar para aflojar el cuerpo. “Es que todavía no vencí la vergüenza de salir a escena”, reconoce María Cristina, que actúa desde hace cinco años con el director y es una de las fundadoras del grupo. Además de Mentirola, interpreta a un oficial, un sargento, una prostituta y “hasta a veces, a un burgués”. Para esta ama de casa de 48 años, lo mejor de actuar es que “dejás de ser vos para ser el otro. Es un escape, el personaje se te mete en la piel”.
A un costado del grupo, Carlos, el acordeonista de San Justo, practica muy concentrado las armonizaciones para tocar los temas de la obra. “1800 y pico, más o menos por ahí / A lo mejor lo inventamos, a lo mejor sucedió así”, cantan las 13 actrices bajo la atenta mirada de Santos que supervisa como un director de orquesta. Todos hacen su mejor esfuerzo. Incluso Liliana Trinchero, una docente de 48 años, recién incorporada al grupo hace dos semanas. “Vi varias veces la obra y me acerqué por una compañera de teatro” que le habló del Polípico. “Quiero probar hacer teatro comunitario y ver qué tipos de vivencias puede tener el actor desde otro lugar que no sea el espacio tradicional, tomar contacto con el público. Romper la cuarta pared”“, comenta usando un concepto del mundo teatral. Hace 15 años se animó al “desafío de componer personajes” y desde entonces se deshinibe al pisar un escenario. Pero “cuando tomo un personaje nuevo me cuesta mostrárselo a mis compañeros”.
“Lo que más me gusta es la llegada a la gente. Al actuar uno pone algo de sí al personaje”. Marina Girondo, de 67 años, actúa “desde hace mucho tiempo” y en la obra interpreta a un obispo, un hombre pobre y “una mujer del pueblo”. “No es lo mismo que cuando empecé. El cosquilleo todos los tenemos”, reconoce y regala unos consejos a la hora del debut: “Respirar, concentrarse en que lo que se tiene que hacer y mandarse. No hay otra”. Al igual que sus compañeros, está expectante con la función del día siguiente en Mataderos donde cerrarían los ciclos artísticos itinerantes del Programa Cultural en Barrios del Gobierno de la Ciudad. Y están preparados para lo que venga. “La gente nos dice de todo. Un día nos dijeron `critican a los curas, a los políticos, a los militares, a todo el mundo. ¿Qué quieren? ¿Gobernar ustedes?”, recuerda a carcajadas el director. Aquella vez contestó: “No, no hacemos más que reflejar lo que los políticos hacen”.
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*Agencia Universitaria de Noticias y Opinión
Revista Tercer Sector

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