Luego de cerca de 200 actividades culturales con foros, talleres, charlas y seminarios; de una movilización que reunió a más de 50 mil voces de todos los países del conosur, representantes de organizaciones sociales, de derechos humanos y figuras como Hugo Chávez, Diego Maradona, Alfredo Pérez Esquivel, Nora Cortiñas, entre otros, la Declaración Final de la III Cumbre de los Pueblos resultó un documento muy crítico acerca de las políticas neoliberales y militares que caen sobre Latinoamérica desde los EE.UU. y aceleró el diseño de propuestas alternativas de integración.
“Esta cumbre fue muy importante porque en cada foro quedó expresado la necesidad de garantizar los derechos humanos básicos sobre vida, trabajo, libertad, educación, salud y recursos naturales. Y los reclamos partieron de los trabajadores, organizaciones sociales, pueblos originarios, la comunidad latinoamericana en general”, comentó a AUNO-Tercer Sector, Roberto Baradel, secretario general del Sindicato Unificado de los Trabajadores de la Educación de la provincia de Buenos Aires (SUTEBA).
El documento final destaca que en la cumbre oficial de Québec del 2001 Estados Unidos logró imponer el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA) y se fijó el primero de enero del 2005 como la fecha para que entrara en vigor. “Pero el primero de enero amanecimos sin ALCA y la cumbre oficial de Argentina ha llegado finalmente con las negociaciones estancadas. ¡Hoy estamos también aquí para celebrarlo!”, figura en el escrito.
“Es necesario y posible una integración desde y para los pueblos”, reza el texto redactado por los organizadores de la III Cumbre, demostrando el consenso que no apareció en la cumbre oficial. En palabras de Baradel, “hubo países del MERCOSUR que se pararon firmemente en contra del ALCA y no permitieron que figure en el documento final. Esto es un logro también de la Cumbre de los Pueblos, porque ese era nuestro objetivo”.
“Modelo que favorece a unos pocos, que deteriora las condiciones laborales, profundiza la migración, la destrucción de las comunidades indígenas, el deterioro del medio ambiente, la privatización de la seguridad social y la educación; protege los derechos de las corporaciones y no de los ciudadanos”, de esta manera queda definido el ALCA según la Declaración Final de la “Contra-cumbre”.
Si bien la Cumbre de las Américas presentó un documento final dividido, EE.UU. busca avanzar con su propio proyecto de integración para Latinoamérica desde los Tratados de Libre Comercio (TLC) bilaterales o regionales, como el de Centroamérica y el que busca imponer a los países andinos. Para este fin, el imperio cuenta con “el chantaje de la deuda externa asegura el documento que impide el desarrollo de los pueblos y viola todos los derechos humanos. La declaración de los presidentes no ofrece ninguna salida concreta, como sería la anulación y no pago de la deuda ilegítima”, finaliza.
Otro de los objetivos de la Cumbre de los Pueblos fue rechazar la presencia del mandatario norteamericano. “El repudio a Bush y a las políticas que impulsa fue el mayor logro porque representa los intereses de las corporaciones que nos llevaron a la situación de pobreza y miseria en toda la región”, criticó Baradel.
En la Declaración Final también se destaca que la creciente militarización del continente es una estrategia a favor de las corporaciones norteamericanas, que con la instalación de bases militares en posiciones estratégicas, EE.UU. pretende quedarse con el monopolio de los recursos naturales de América Latina. Los participantes del encuentro realizado en Mar del Plata expresaron su oposición a la privatización de la distribución y comercialización del agua potable, las reservas acuíferas e hidrográficas y reclaman que el acceso al agua como derecho humano y no como una mercancía de interés de las transnacionales. “Para rematar, el genocida Bush ha venido a Mar del Plata para intentar elevar su política de seguridad a compromiso continental con el pretexto del combate al terrorismo, cuando la mejor forma de acabar con él sería el revertir su política intervencionista y colonialista”, fustiga el documento en su punto más duro.
Como consecuencia de estas reflexiones, la III Cumbre de los Pueblos declaró que las negociaciones para crear el ALCA deben ser “suspendidas inmediata y definitivamente, lo mismo que todo tratado de libre comercio bilateral o regional”. En este punto, propone que una alternativa de integración regional al modelo que pretende imponer Estados Unidos es el Alternativa Boliviariana de las Americas (ALBA) que impulsa Venezuela.
La Cumbre de los Pueblos reclama la anulación de toda la deuda externa “ilegitima, injusta e impagable” de la región, de manera inmediata y sin condiciones. “Nos asumimos como acreedores para cobrar la deuda social, ecológica e histórica con nuestros pueblos”, afirma el documento. También se exige una mejor distribución de la riqueza, más equitativa, con trabajo digno y justicia social, para erradicar la pobreza, el desempleo y la exclusión social.
Al revindicar la soberanía de los pueblos, la III Cumbre rechaza la militarización del continente iniciada por Estados Unidos y denuncia la doctrina de la llamada cooperación para la seguridad hemisférica como “un mecanismo para la represión de las luchas populares”. En este sentido, los organizadores se solidarizaron con el pueblo de Haití, y exigen el final de la intervención de tropas estadounidenses en ese país.