Vaca loca: el tipo de la alimentación evita que se enferme el ganado local

La aparición de un caso de la enfermedad de la “Vaca
loca” en Estados Unidos, un mercado cárnico de 37 mil millones de
dólares, provocó una conmoción mundial ante los efectos negativos
en la economía y los posibles efectos en la salud de la población.
Sin embargo, en el terreno local se asegura que no hay riesgos, ya
que el ganado argentino no se alimenta con productos cárnicos, que
son los que la propaga.

(AUNO) En el país, y luego que el mal de la “Vaca loca” afectara a más
de 180 mil cabezas en el Reino Unido y otros países de Europa,
desde 1995 se prohibió la alimentación de ganado con harina de
carne y hueso, el agente transmisor de la enfermedad, ya que no se
extiende de animal a animal o por descendencia.

A diferencia de el tipo de engorde intensivo que se registra en la mayoría de los países del hemisferio norte, en Argentina el
ganado se alimenta de pasto en los campos, o de mezclas de granos,
por lo que no existen riesgos.

Tras la conmoción que había provocado la existencia de la
enfermedad en el mundo, diversos estudios científicos determinaron
que la enfermedad se transmitió a partir de esas harinas cárnicas,
provenientes de animales de otras especies contaminados con esa
partícula.
La enfermedad de la Vaca loca, o “Encefalopatía Espongiforme
Bovina”, afectó, según datos de la Organización Internacional de
Epizootias a 183 mil animales en el Reino Unidos, 1325 en Irlanda,
835 en Portugal, 849 en Francia, 450 en Suiza, 121 en Canará, 295
en Alemania, dos en Canadá y el recientemente detectado en Estados
Unidos, entre otros.

En cambio, hasta el momento no se reportó ningún caso en
ningún país de América Latina, donde el ganado tampoco es
engordado con derivados cárnicos.

El especialista en esta enfermedad Leonardo Mazzitelli,
explicó que contra esta afección “no existe una vacuna, porque, al
ser una partícula proteínica, no genera anticuerpos”. Además,
recordó que “se considera que pasó de especie y se adaptó a otra
como el ganado bovino”.

Además, indicó que la enfermedad puede haber surgido “al
cambiar el método de realización de esa harina, por cocciones a
más baja temperatura, pasan contaminadas”.

“La enfermedad tiene características totalmente distintas a
las que estábamos acostumbrados, porque en principio tiene un
período de incubación muy prolongado, de entre 4 y 5 años. No
tiene un método de diagnóstico en el animal vivo, sino que se toma
una muestra del cerebro una vez muerto, lo que complica los
programas de vigilancia. Tampoco tiene tratamiento a la fecha, ya
que es fatal”, describió.
También recordó que “se pensaba en los años 90 que era una
enfermedad que se podía erradicar rápidamente, pero todavía no hay
método”.
AUNO

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