Bajo la consigna “ni baúl de los recuerdos ni lavada de cara del gobierno”, se realizó una movilización en conmemoración del 32º aniversario de La Noche de los Lápices, de la que participaron distintas organizaciones sociales encabezadas por la Multisectorial Chau Pozo.
El punto de encuentro fue la estación de trenes de Banfield, desde donde se emprendió una marcha hacia el ex centro clandestino de detención, conocido como el Pozo de Banfield, ubicado en Siciliano y Vernet, a dos cuadras de Camino Negro.
El principal objetivo de la marcha fue recordar a los estudiantes de la Escuela Normal Nº3 de La Plata, que en la noche del 16 de septiembre de 1976, durante la última dictadura militar, fueron secuestrados en una acción conjunta de la Policía de la Provincia de Buenos Aires y el Batallón 601 del Ejército, en el marco de un operativo denominado “La Noche de los Lápices”.
Los jóvenes tenían entre 14 y 18 años y siete de ellos formaban parte de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), una agrupación alineada a Montoneros, que en 1975 había participado activamente en las movilizaciones por el Boleto Estudiantil Secundario (BES).
Luego del secuestro, los estudiantes pasaron las primeras semanas en el “Centro Arana” donde recibieron todo tipo de maltratos y torturas, y luego fueron trasladados al Pozo de Banfield. Allí, Pablo Diaz y Emilce Moler lograron conseguir la libertad, mientras que los otros integran la numerosa lista de detenidos desaparecidos de la última dictadura militar.
La manifestación, que partió de la estación de Banfield alrededor de las 18:30, buscó también reivindicar la lucha que la Multisectorial “Chau Pozo” realiza para obtener la posesión definitiva del ex centro de detención.
Durante el trayecto, Mariano Benítez, miembro de la organización Correpi Sur, lideró con un altavoz los cantos en contra de la dictadura, pidió por la aparición con vida de Jorge Julio López y por que el Pozo de Banfield no se convierta en un museo por la memoria, al igual que la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).
El Pozo de Banfield, que también sirvió de maternidad para muchas detenidas embarazadas, funcionó desde 1983 como una dependencia de la Dirección de Homicidios y el área de Logística de la Dirección General de Servicios de Custodias de Objetivos Fijos, Personas y Traslado de Detenidos, perteneciente a la Policía de la Provincia de Buenos Aires.
Una vez que los manifestantes arribaron al Pozo, ingresaron hasta el patio para presenciar un acto encabezado por miembros de distintas organizaciones, donde se leyó un documento escrito por miembros de la multisectorial, que hizo referencia a un intento del Gobierno por “lavarle la cara al Pozo”, donde se pretendía reparar vidrios rotos y pintar las paredes internas y externas.
“No queremos que borren de las paredes las muestras de nuestros 10 años de lucha por recuperar el pozo”, explicó Benítez en referencia a las pintadas de aerosol realizadas durante distintas protestas y sostuvo que el Gobierno quiere reciclar el Pozo para “borrar del recuerdo todas las luchas” de aquella organización “en las cuales se resistió a balas de goma y gases lacrimógenos de la Policía Bonaerense”.
AUNO 17-09-08
YSV-MFV
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