El nombre de la plaza Manuel Castro y la calle Federico Rauch, en Remedios de Escalada, Lanús, fueron reemplazados por el del ex militante de la Iglesia Metodista, militante ferroviario y miembro del Partido Justicialista desaparecido por la dictadura militar de 1976 Oscar Alajarín.
La decisión de carácter simbólico evidenció un claro perfil revisionista de la historia de parte de sus impulsores, que promovieron cambiar el nombre de Federico Rauch, un militar prusiano que encabezó el saqueo de tierras a pueblos originarios durante el gobierno de Bernardino Rivadavia, por el de un vecino obrero víctima de una de las épocas más oscuras de la Argentina.
Esto fue lo que motivó que se colocara una placa en memoria del militante desaparecido, que fue bendecida por el pastor Valdo Ferrari durante una ceremonia de la que participó el intendente de Lanús, Darío Díaz Pérez.
Durante su discurso, el jefe comunal se remitió a Arturo Jauretche al hacer referencia de que “hay una pedagogía de las estatuas” y símbolos de la historia que sirvieron en contra de los proyectos populares.
“Es muy difícil poder arreglar todos los baches y los problemas que tiene el partido de manera rápida, pero hay temas que tienen que ver con símbolos que recuperen la dignidad, memoria y justicia. Y para nosotros, hay que ir poniendo las cosas en orden aunque sea en la memoria porque cualquiera de nosotros pudo ser Oscar”, definió Díaz Pérez en diálogo con AUNO.
Por otro lado, el encuentro también contó con la presencia de la secretaria de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires, Sara Derotier de Cobacho, a quien le significó “un honor estar aquí construyendo, practicando memoria, recordando un genocida como Rauch y poniendo en su lugar a un hombre de bien como Oscar Alajarín, porque los pueblos que olvidan su historia pueden repetirla”.
En diálogo con AUNO, una de las sobrinas del ferroviario se demostró conmovida al señalar que “es muy emocionante estar en este acto” que recuerda a su tío.
El pastor Ferrari se encargó de leer la ordenanza 10441 que impuso el recambio de nombres y realizó una reseña sobre la vida del militante, a quien calificó como “un hombre preocupado por su iglesia, su ferrocarril, su sindicato, y como ciudadano en una vida política que estaba en toda la sociedad por aquella época”.
“No faltaba a nada, siempre estaba preocupado por organizar cosas para el barrio o la comunidad y por eso era un buen hijo y cristiano”, destacó Ferrari al momento que añadió una anécdota en la que dejó entrever el esfuerzo del militante para colaborar a una mejora social.
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AUNO-06-06-08
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