Un gen del girasol permite a otras plantas resistir a las sequías extremas

Investigadores de la Universidad Nacional del Litoral detectaron un gen del girasol capaz de resistir prolongadas sequías, y ya lo probaron con éxito en plantas silvestres. Ahora buscan que se pueda utilizar en cultivos como la soja, el maiz o el trigo. Esto permitiría que se cultive en zonas del país donde hay escasas precipitaciones. Los científicos creen que en tres años las semillas estarían listas para salir al mercado.

Por Esteban Perez

(AUNO).- Los cambios climáticos que se están dando a nivel mundial repercuten luego en la economía. Uno de los tantos ejemplos son las extremas sequías que existen en diferentes zonas del país y que impiden que sean aptas para el cultivo intensivo. Pero un grupo de científicos de la Universidad Nacional del Litoral comenzó a dar los primeros pasos para revertir esta situación.

Y es que luego de varios años de investigaciones, los científicos descubrieron a partir de la planta de girasol, un gen que les permitiría a diferentes cultivos tolerar situaciones de sequías extremas y que produzcan alimentos como si estuviesen atravesando condiciones ambientales normales.

La doctora Raquel Chan, codirectora del proyecto, comentó a la Agencia Universitaria de Noticias y Opinión (AUNO) que esto permitiría cultivar “en lugares donde normalmente las lluvias son insuficientes o irregulares, en vastas regiones como el noroeste del país”.

Las investigaciones comenzaron con el estudio de distintos genes que podrían adaptarse a condiciones hídricas desfavorables. “De varios genes aislados encontramos que uno de ellos se expresaba mucho cuando existían situaciones de estrés hídrico: el Hahb4, presente en plantas de girasol, ya que es una especie considerada bastante tolerante a las sequías”, sostuvo Chan.

Luego, los investigadores aplicaron este gen a plantas de Arabidopsis. “Sometimos estas plantas a extremísimas condiciones de sequía y observamos que funcionaba muy bien: no sólo soportaron el fuerte estrés sino que produjeron una cantidad de semillas similar, y en algunos casos superior, a la que genera habitualmente”, describió la doctora.

La arabidopsis es una planta que crece naturalmente a la sombra de los árboles y según Chan “ha sido elegida por varios motivos: su pequeño tamaño –-lo que permite trabajar mejor en el laboratorio–-, se conoce su genoma completo, es fácil de transformar –o sea, de introducir genes exógenos–, y la mayoría de sus mecanismos importantes están conservados en plantas mucho más complejas”.

El grupo de investigaciones de la Universidad Nacional del Litoral que encabeza Chan junto con el doctor Daniel González es el único que trabaja con genes vinculados con la tolerancia a la sequía. “Hay en el país grupos muy buenos de investigación dedicados al mejoramiento vegetal pero ninguno abocado en el mismo tema que nosotros”, sostuvo la investigadora, aunque destacó que “sí hay grupos en el extranjero, particularmente en Suecia, Italia, Corea, Japón y Estados Unidos”.

Ahora, los científicos de la UNL buscan aplicar este avance a cultivos como la soja, el maíz y el trigo, entre otros. En este sentido, Chan manifestó que “todavía falta un largo camino por recorrer. Que otras plantas tengan un gen adicional no cambiaría en principio la calidad de cualquiera de ellas. Pero para eso, hay que introducir el gen y demostrar que funciona igual”.

–¿Existiría algún cambio en la calidad del producto final al incluirse en el cultivo?-, preguntó AUNO a la especialista de la UNL.

-Una planta como girasol, soja, maíz o trigo tiene aproximadamente unos veinte mil genes diferentes en cada una de las células que la componen. Tener un gen adicional no cambiaría en principio la calidad de cualquiera de estas plantas. No hay motivos para pensar que este gen de origen vegetal cambie alguna propiedad de las plantas (salvo la de ser más tolerantes al estrés hídrico) en forma apreciable fácilmente.

Según explicó la investigadora, “hace falta un mínimo de tres años de investigación para llegar a esta situación. A partir de eso, el proceso puede ser muy rápido o no, dependiendo de la factibilidad de obtener los permisos correspondientes y la aceptación en el mercado”.

Además, la científica comentó que “no hay ningún motivo para que el suelo se afecte más por la presencia de este gen, ya que su efecto es sólo conferirle a la planta una mayor tolerancia a la sequía”.

AUNO 19-10-04

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