En vísperas de la puesta en funcionamiento del nuevo ciclo superior de la escuela secundaria en la provincia de Buenos Aires, distintos actores del ámbito educativo discuten la estructuración de los últimos años de cursada de los alumnos, una etapa para la que aún no se definieron las orientaciones pedagógicas. Obligatoriedad e inclusión son los tópicos centrales del proyecto. No obstante, hay quienes sostienen que eso va más allá de la oferta en clases. Primero “hay que garantizar la inclusión en la estructura social”, sostuvo especialista, algo que está por afuera de esta legislación. A dos años de la sanción de la Ley Provincial de Educación que dispuso la obligatoriedad de la enseñanza en este nivel, el debate se extendió al “concepto total de la escuela secundaria, que pretende ser fundamentalmente inclusiva”, según definió a AUNO el subsecretario bonaerense de Educación, Daniel Belinche.
Aprobada en 2007, la ley creó una primaria y una secundaria obligatoria de seis años cada una, ésta última dividida en dos ciclos: formación básica (ESB) y enseñanza superior (ESS). La primaria y la ESB ya están en funcionamiento, en tanto que el cuarto año de la ESS comenzará recién el año que viene. Por este motivo, funcionarios, docentes, gremios y especialistas intercambian borradores para definir cuestiones organizativas. Y en las últimas semanas, el director general de Cultura y Educación bonarense, Mario Oporto, mantuvo reuniones con legisladores para analizar los potenciales cambios.
Uno de los propósitos en esa etapa es ampliar la oferta de modalidades y orientaciones para poner a disposición de los alumnos que finalizan el tercer año y promueven al ciclo superior, instancia en la que es su momento de optar. “Se estudian especializaciones en idiomas extranjeros y educación física. Las modalidades serían agraria, técnica, industrial, artística y una más general, con distintas categorías”, detalló Belinche.
Según el titular de Política Educativa de la Facultad de Ciencias Sociales de Lomas de Zamora, Carlos Melone, “lo fundamental es que los chicos encuentren un motivo para ir; podría haber una escuela que les resulte más atractiva”. Para él “lo que hay que abandonar es la impronta histórica enciclopedista y la cantidad multitudinaria de materias, para pensar áreas que organicen de manera distinta los contenidos”.
No obstante, sostuvo Belinche, “como la reforma es muy reciente”, el debate no abarca únicamente la organización del ciclo superior. Porque lo que se está revisando es “el sistema en su totalidad”. Un sistema que introdujo de novedoso la exigencia de obligatoriedad, excluida del polimodal diseñado por la Ley Federal de Educación en la década de 1990. “Creemos que en esta etapa, con el fin del viejo régimen, la obligatoriedad se puede acelerar”, interpretó la presidenta de la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados provincial, Laura Berardo.
OBLIGATORIEDAD E INCLUSIÓN
Con la idea de contrarrestar el ausentismo, otro de los ladrillos más importantes en la construcción de esta nueva escuela secundaria, es la incorporación de tutores, sobre todo en el primero y en el último año de cursada que, en la perspectiva de Belinche, son “los más problemáticos”. Esos tutores, que ya existen en algunas escuelas, tienen por función hacer “un seguimiento de qué pasa en el aula, chico por chico”.
Para el secretario gremial de Suteba Esteban Echeverría, Aníbal Balmaceda, “la preocupación actual no está en los chicos que están, sino en los que no están porque hay mucho fracaso escolar”. Según datos del Ministerio de Educación de la Nación, en la provincia de Buenos Aires, el problema de la deserción afecta a 174.051 adolescentes. Y, según el titular de la Fundación SES, Alberto Croce, en algunos casos sólo se cumple el 40 por ciento de horas de clase. “Y hay que trabajar fuertemente en eso”, insistió.
Por otro lado, y en lo que definió como otro aspecto de la inclusión, Croce aludió a “la participación de los alumnos en los centros de estudiantes”, otra de las posibilidades que se barajan en la discusión. Según él, “también debería existir una mayor flexibilidad en torno a las culturas juveniles, para que los estudiantes no se sientan rechazados dentro de su misma escuela”.
Sin embargo, aunque a menudo aparecen hermanadas, obligatoriedad e inclusión no son la misma cosa. Así lo dio a entender Melone, para quien “antes de garantizar la inclusión en el sistema educativo, hay que hacerlo desde la estructura social”. En sintonía, Berardo sostuvo que “se necesitan políticas sociales destinadas a las familias de los chicos”.
QUÉ REQUIERE EL CAMBIO
Principalmente, lo que la reforma educativa requiere es “un enorme trabajo territorial”, explicó Belinche, que dio un dato para graficarlo: “Ya fueron unificadas 800 escuelas secundarias”. Si bien se apunta a establecimientos exclusivos para primarias y otros que reúnan ESB y ESS, “no queda descartado que en un centro educativo coexistan la primaria y la secundaria”.
Por su parte, la diputada Berardo opinó que para que la ley cumpla con sus propósitos hace falta una modificación en el presupuesto anual. Y el incremento en los fondos para educación debe provenir, según ella, de la transmisión gratuita de bienes, en un “100 por ciento”. Es un proyecto incluido dentro de la reforma impositiva impulsada por Scioli que ya cuenta con media sanción de Diputados y que apunta a gravar el enriquecimiento patrimonial obtenido de manera gratuita, por ejemplo, a través de una herencia.
La implantación de la escuela secundaria de seis años tendrá su correlato en cambios en los cargos docentes. Y desde SUTEBA temen por la pérdida de puestos de trabajo. A modo de garantía, Belinche afirmó que “todos los profesores serán reubicados”, más allá de las modificaciones que puedan existir. De hecho, así es como lo establece la misma ley.
Lo que sigue son días de discusión. Y dentro de ella, lo que está en juego es no es otra cosa que “el concepto total de escuela secundaria”. Según Croce, a causa del “escenario cruzado de tensiones” que atraviesa el país por estos días, “la secundaria no está cumpliendo con ninguna de sus funciones históricas, que son preparar a los chicos para la universidad, favorecer su inclusión en el mundo laboral o formarlos como ciudadanos”. Sobre la escuela que viene, Belinche sintetizó: “Una que tienda a preparar a los jóvenes para su vida adulta y en democracia. Y que contribuya a desarrollar su propia autonomía”.
MDY-AFD
AUNO-18-09-09
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