Rock and roll en Lanús: las mil y una noches de Richard Capitol

Richard Capitol es un rockero de Lanús que organiza uno de los principales ciclos de rock americano en el Gran Buenos Aires. AUNO vivió una noche a pura música y baile en la fiesta «Capitol Rock and Roll».

Si se lo piensa, dictaduras y rockerías no son palabras que aparezcan juntas en la mente de cualquiera. Pero tanto en las dictaduras como en el rock, la cuestión es no pensar. Eso para Richard Capitol estuvo claro la primera vez que entró a una rockería: a los 13 años, de la mano de una amigo de 18, en Lanús en 1982. Al conjunto Lanús-Rock-1982 le falta una palabra y Richard la suelta enseguida cuando AUNO lo entrevista: “Llegaban las razzias y paraban todo, íbamos todos detenidos, pero a mí me soltaban porque era menor”.

Richard Capitol de día es Ricardo Iramaín, herrero de oficio y rockero de alma, vecino de Villa Jardín. Aunque la Policía ni él lo supieran, el chico que soltaban después de las razzias se convertiría en uno de los principales organizadores de eventos de rock americano en el Gran Buenos Aires, donde artistas como Creedence, Bill Haley, Chuck Berry o Elvis Presley encontraron una  ―para muchos ― impensada raigambre. “Tengo una colección de más de 2000 vinilos entre long plays y simples”, le contó Richard a AUNO, antes de celebrar el noveno aniversario de “Capitol Rock and Roll”, la fiesta que hace nueve años trae a Lanús público de todo el AMBA.

Toda la noche hasta que salga el sol

Capitol nacido en Lanús, lugar donde aún vive, decidió bautizarse Richard Capitol en honor al sello discográfico creado por Johnny Mercer en 1942. A este hombre de 58 años la música le dio “una familia, amigos, una profesión” y mil noches a puro ritmo, y una de esas madrugadas las compartió con AUNO.

Antes de que llegara la medianoche comenzaron a llegar las primeras personas que bailarían toda la madrugada rock and roll en Quindimil esquina La Habana. Para poder disfrutar del noveno aniversario de Capitol Rock and Roll sólo había que pagar dos mil pesos en la puerta   ―o dos dólares ― y pasarla bien con todo lo que Richard ofrece cada vez que realiza un evento.

Capitol, con una melena que a cualquiera llenaría de envidia, contó que la gente por más que se caiga el cielo a pedazos va a bailar a las rockerías que organiza.

Los rocanroles de esa noche serían elegidos y disparados por distintos DJs: el primero fue Jorge López,  El Legendario Pantera, quien contó a AUNO, que quería dedicarse al fútbol hasta que la música le llegó por influencia de sus hermanos, y dejó el fútbol para dedicarle su vida y sus noches al rock. 

Este hombre de 61 años, de pelo largo, que llevaba puesta una remera de Almendra con la icónica tapa de su disco debut, y que en el cuello dejaba ver un colgante de AC/DC, contó que su recorrido en el rock lo llevó a bailar en el escenario con el mismísimo B.B King, cuando este vino a Argentina en 1994. “La música americana se aprecia mucho acá”, enfatizó el DJ.

En la noche también sonaron los DJs Lagarto de Tigre, El Dami DJ y Dylan DJ.

Un pedazo del folklore norteamericano en el conurbano bonaerense

Cuando se terminaba la dictadura y con timidad se acercaba la democracia, Capitol se dejaba seducir por las canciones del rock nacional, aunque con el tiempo empezaría a gustarle “el rock and roll bailable”, explicó, ya sea el creado en Estados Unidos o el que se realizaba en Inglaterra. A medida que ese sonido crecía en difusión en Argentina, las canciones hechas en las décadas del ‘50, ‘60 y ‘70 fueron las que más llamaron su atención.

Hubo un tiempo en que Ricardo jugaba al fútbol, pero a medida que Romero, hoy su compadre, lo llevaba a bailar rock and roll el deporte quedaría atrás. “Dejé el fútbol por esto”, explicó Capitol sin ningún remordimiento o rasgo de nostalgia, y fue en ese periodo donde comenzó su fascinación por coleccionar vinilos. “Cuando escucho estas canciones siento algo que no puedo explicar”, expresó.

Con las luces bajas y la música al palo las parejas bailaban, cada uno con su propio estilo, la noche era de ellos y la disfrutarían. Esteban, uno de los bailarines más destacados, contó a AUNO que baila desde que tiene memoria, y que lo hace todos los días para “sacarse la mierda” de la jornada, enfatizó y explicó que siente que si no lo hace todos los días el cuerpo “se pone duro, pierde el ritmo”. “Para mí bailar es como para Niccoló Paganini tocar el violín ―explicó mientras simulaba tocar este instrumento en el aire― no puedo dejar de hacerlo”. A esa altura de la noche y del baile, la transpiración ya le caía por el rostro.

Los bailes, los vinilos, las canciones, todo anunciaba que Richard Capitol había nacido para y por el rock and roll, es por eso que en 2010 junto con Romero comenzaron a organizar rockerías, después las realizó con otras personas, hasta que en 2013 “me lancé solo”, explicó, y a partir de ahí no paró. Y en el 2015 bautizó a sus eventos Capitol Rock And Roll. Un pedazo del folklore norteamericano en el conurbano bonaerense. 

Después de la masacre de República Cromañon, ocurrida el 30 de diciembre de 2004, en la que murieron 194 personas durante un recital de Callejeros, la escena musical y cultural argentina pasó por un periodo de incertidumbre. Hasta ese momento las rockerías se supieron mantener, pero desde aquella fatídica noche, recordó el referente, “comenzó a haber un altibajo”. “Parecía que iba a desaparecer todo esto”, afirmó.

“Si la música no me pega, no bailo”

Si bien Capitol organiza sus eventos en zona sur, llegó a realizar algunas en zona norte. Cuando se llevó a cabo un Capitol Rock and Roll en José C. Paz, los amantes del rock and roll “viajaron desde estos pagos” para no perderse esa noche a puro baile. “Fueron como doscientas personas de esta zona hasta allá y me sorprendió», contó.

Todas y todos los bailarines sólo dejaban de moverse para hidratarse, casi nadie tomaba alcohol, pero casi todos fumaban. Cuando alguno no estaba a la vista se lo podía encontrar en el sector fumador, cerca de la escalera.

Fue en ese mismo lugar donde Hugo Daniel contó a este medio que lleva 50 años con el baile, y que sus padres ya bailaban Bill Haley, y que él bailaba con las canciones del Club del Clan y con algunas de León Gieco. Y explicó: “Si la música no me pega, no bailo”, y recordó que él comenzó a bailar con una cortina o con la escoba. “Hoy hay escuelas que enseñan a bailar rock and roll y rockerías por todos lados y eso antes no pasaba”, expresó con alegría.

Aunque pareciera que la música urbana abarcó la agenda cultural, hay una escena importante de rock and roll, hay escuelas que enseñan a bailar, donde van personas de todas las edades para aprender a domar este ritmo. Capitol con orgullo contó que Karen, su hija de 25 años, siguió sus pasos, va a distintas rockerías. “No saben cómo baila”, enfatizó.

Richard las rockerías las organiza cuando el sol ya no está y todo lo alumbra la luna, y ella junto con él son testigos de mil anécdotas, cuando se le pidió que cuente alguna, respondió: “Pasa de todo, vieron cómo es la noche”, y comenzó a reírse al acordarse de cosas que sólo él conoce. Algo que sí compartió fue que van a bailar hijos e hijas de rockeros que ya asistían a sus eventos, y “a veces vienen con sus padres”, expresó.

Un recuerdo que compartió Capítol con AUNO, fue cuando en 2016 hubo una tormenta y a pesar de todo las personas se acercaron a bailar rock and roll. “Entraban todos mojados”, explicó, a algunos se les había quedado el auto porque “Lanús estaba todo inundado”, e igual se llenó el baile: “No lo podía creer. Fue una experiencia hermosa”, expresó con emoción el productor.

Esa noche como estaba todo inundado, dos muchachos fueron en bicicleta, para no salir con el auto, y le preguntaron si podían dejar la bicis ahí adentro, él les respondió que no había problema. “Estaban todos empapados. Ese recuerdo no lo olvido más ”, afirmó.

El rock en inglés como fenómeno popular

Presente en la fiesta estaba otro amante de las rockerías y organizador de eventos, Cristian Ahumada, productor de Zaira Rock And Roll. Consultado por AUNO, el joven contó: “En estos bailes la gente no se quiere ir. Es un fenómeno que conozco a través de mis papás, que escuchaban ese ritmo”.

“Nosotros organizamos algunas fiestas en Fuerte Apache y ahí la gente aparte de criarse al ritmo de la cumbia y el cuarteto también baila rock and roll. Les encanta esta música”, aseguró.

Después de las 2.30 ponen media hora de cumbia y otros ritmos tropicales para que los cuerpos recobren energía, pero sólo algunos se sientan, la mayoría también baila los sonidos de Latinoamérica, aunque con menos énfasis. 

El cuarteto y la cumbia queda atrás y el rock regresa a los parlantes y los bailarines a la pista. A esa hora, después de la 3.00, es imposible encontrar un lugar para bailar, y en este segundo round de rock and roll, en la pista comienzan a verse jóvenes que bailan como si hubieran bailado por más de cinco décadas. Da envidia y admiración verlos moverse con esa gracia y pasión, que tal vez ni los estadounidenses podrían lograr.   

Todo esto ocurre en el primer piso de un salón, en una esquina del conurbano, un lugar que está muy lejos de donde nació el Rock and Roll, allá por la década de los cincuenta, pero que gracias a Richard Capitol y otros como él se puede disfrutar de eso que al igual que el fútbol (creado por los ingleses), el pueblo argentino hizo propio y que puede explicar al mundo cómo se hace.

Argentina adoptó el rock and roll, o tal vez fue al revés. Estos eventos ocurren desde que este ritmo desembarcó en el país, casi al mismo tiempo que nació en la nación del norte,  y a pesar de que en la actualidad se sabe todo lo que sucede en el mundo gracias o por culpa de Internet, estas rockerías ocurren casi de manera secreta para aquellos y aquellas que no pertenecen a ese ámbito, pero que ocurra de esa manera también tiene su mística, como todo lo que pertenece a unos pocos.

Cuando Richard era joven conoció en una rockería a Antonia, compañera de vida y madre de sus hijos. “El rock and roll me dio todo”, concluyó.  

Tres favs por Richard Capitol para entrar al rock

La primera canción que recomendó este hombre de 58 años, con casi cinco décadas de rock and roll encima, es “Complicado” (Complicated) de The Rolling Stones, canción lanzada en 1967, escrita por Keith Richards y Mick Jagger y ¿dedicada a Marianne Faithfull?
La segunda canción que recomendó Capitol escuchar fue “Caminante en la vía” (Cross-Tie Walker) de Creedence Clearwater Revival, publicada en su tercer disco: Green River (1969).
La última canción que recomendó fue: “Una dulce carta para ti” (One Sweet Letter From You) de uno de los pioneros del rock and roll Bill Haley.

AUNO-13-11-24
JV-JR-SAM

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