La diabetes, una enfermedad que si está fuera de control puede provocar hasta insuficiencia renal y ceguera, se produce cuando el páncreas no produce insulina, la hormona encargada de regular el nivel de azúcar en sangre. Esa deficiencia es la que busca resolver el transplante de células pancreáticas, que le da al paciente diabético aquello que no tiene o no le funciona, liberándolo de la dependencia de la insulina.
Desde la década del ‘70 se investigó el transplante de células beta (productoras de insulina) del páncreas como modo de combatir la diabetes, pero recién en 2000, un grupo de investigadores de la Universidad de Alberta, en Canadá, logró que siete pacientes recibieran transplantes de células beta y dejaran de necesitar sus dosis diarias de insulina por períodos de más de un año.
El objetivo de la Fundación Hospital Argerich, una institución creada hace dos meses por profesionales de ese hospital porteño, es construir el primer centro de investigaciones del país dedicado al estudio de esa técnica. Para eso planean construir un complejo en el barrio porteño de La Boca que estaría funcionando dentro de un año y que tendrá dos laboratorios, dos consultorios, una biblioteca y un auditorio.
Uno de los administradores de la Fundación, Alejandro Braile, explicó que “la idea es hacer una réplica de las instalaciones que están funcionando en Canadá y que la investigación que se produzca se pueda volcar a los pacientes del Hospital Argerich, transformándolo en un centro de alta complejidad” especializado en esta técnica.
El centro de investigaciones será el primero en el país en estudiar el transplante de células pancreáticas, y se sumará a los otros diez que en Canadá y Estados Unidos realizan transplantes e investigan la técnica.
El proyecto tiene la colaboración de la Corporación Buenos Aires Sur un ente estatal cuya meta es el desarrollo del sur de la Ciudad de Buenos Aires que cedió el terreno donde se edificará la fundación y se encargará de la construcción del edificio. Por su parte, la Corporación Puerto Madero cedió dos inmuebles que serán explotados como playas de estacionamiento a beneficio de la Fundación.
Los objetivos principales del nuevo centro de investigaciones serán la realización de transplantes en el ámbito del Hospital Argerich y contribuir a terminar de perfeccionar la técnica. Porque aunque el transplante de células pancreáticas se perfila como un método efectivo para pacientes insulinodependientes que oscilan entre la hipoglucemia y la hiperglucemia constantemente, todavía plantea algunos interrogantes: cómo se cubrirá la alta demanda de células ante la escasez de donantes y de qué forma se disminuirá la posibilidad de que el organismo rechace el transplante sin que sea necesario un tratamiento inmunosupresor de por vida.
Para ser transplantado, cada paciente necesita células de dos donantes, y como la identificación de las células beta es aún dificultosa es necesario que los donantes sean personas fallecidas. Ante la falta de donantes, científicos del Joslin Diabetes Center de la Universidad de Harvard lograron generar células en laboratorio, aunque hasta el momento sólo fueron probadas en animales, y no en humanos.
Otro inconveniente que el transplante debe sortear es el que provoca la necesidad de que el paciente transplantado se someta a un tratamiento con medicamentos inmunosupresores de por vida para que el organismo no destruya las células implantadas. Este tratamiento deja al cuerpo indefenso y conlleva el riesgo de infecciones severas. Los avances en este aspecto son alentadores, según el equipo canadiense que desarrolló la técnica de los transplantes están muy cerca de que sea necesario un tratamiento inmunosupresor por sólo un año.