Los pasajeros que salen a trabajar y toman el recorrido del Tren Roca Ezeiza – Constitución saben cuando “Sebas” entra al vagón. Él se sienta en el centro del furgón en su banqueta negra, siempre del lado de la puerta que no abre en la próxima estación, para no molestar a los pasajeros.
Con el pecho pegado a su acordeón y una mirada a veces tapada por su gorra, marcando el tiempo con el pie, empieza a tocar algunas canciones que se pueden reconocer al instante.
Aunque quien es un «habitué» del Tren Roca conoce a Sebastián, para escucharlo hay que recurrir un poco a la suerte, porque el recorrido del músico no sigue la línea recta de las estaciones: suele parar en algunas partes intermedias del recorrido del Roca, o cambiar de tren con rumbo hacia otro destino.
¿Cuál es la canción que más le gusta interpretar en los trenes? ¿Por qué?
No tengo una canción favorita en particular, todas las canciones las interpreto con las mismas ganas. Pero sí tengo algunas especiales, mis caballitos de batalla, las tres canciones con las que arranqué aquella tarde a tocar, por primera vez, y que las sigo haciendo: La pollera amarilla, de Gladys la Bomba Tucumana; Kilómetro 11, de Tránsito Cocomarola; y El choclo, un tango de Ángel Villoldo.
¿Por qué empezaste a tocar en el transporte público?¿Cuál fue el primer lugar donde tocaste?
No sé bien por qué empecé a tocar, pero me acuerdo muy bien de la vez que comencé. Ese día tenía franco del trabajo, agarré mi acordeón marca Honer de 48 bajos, lo puse adentro de un bolsito de bebé que era de mi nene, que estaba por nacer, y salí. Era por la tarde, el día estaba nublado. Tomé el tren en Ezeiza y fui para el subte de la línea E. Esto fue aproximadamente a principios de mayo de 2009 y desde ese día hasta el día de hoy sigo laburando en la calle.
¿Por qué tocas el acordeón? ¿Qué te vincula con ese instrumento?
Un día compre la revista segunda mano y salió para tocar con un grupo que pedía tecladista y acordeonista, yo estaba recién aprendiendo a tocar teclado. Cuando llamé ya habían conseguido tecladista y me dicen que faltaba acordeonista. Yo le dije que tenía uno, que era de mi hermano que había empezado en ese entonces a tocar, pero que yo no tocaba. Ellos me preguntaron si me animaba igual, y les dije que sí ¡Fui de cara dura!.
Al poco tiempo el cantante de ese grupo se sumó al Súper Quinteto y me propuso tocar en ese grupo, con el que viaje por varias provincias y fui a varios canales de televisión.
Participé en Pasión de Sábado, Fantástico TV y Pasión Popular, con la “Tota” Santillán. Fueron momentos muy lindos que me dio la música , de ahí me quedé con este hermoso instrumento, empecé a estudiar y a perfeccionarme hasta el día de hoy.
¿Tenés alguna anécdota o historia ocurrida en el tren que te haya marcado?
Anécdotas tengo muchas, de todo tipo. Una vez estaba tocando el vals Desde el Alma y veo que una señora se pone a llorar. Cuando terminé de tocar me dice “me hiciste acordar a mi mamá que falleció hace mucho, hiciste que mi mamá estuviera conmigo, la trajiste de vuelta”.
Eso es muy lindo porque creo que Dios me dio el don de poder hacer música y cumplir una misión en este mundo, más allá de la plata que pueda ganar.
¿Cuál es tu sueño a cumplir con la música?
Tengo varios, pero uno de ellos es ser productor de cumbia, por toda la experiencia que adquirí en estos años que laburé de sesionista. Además soy compositor, soy creativo y sé cómo dirigir un grupo. Aprendí mucho de grandes músicos que conocí.
También para desde ese lugar ayudar a pibes que no tienen la posibilidad de grabar, por lo económico o porque a veces el ambiente no les da la posibilidad.
Me gustaría hacer un trabajo social de buscar talentos en las villas, en los barrios y poder acompañarlos con sus objetivos de vida. Ese sería mi anhelo. Yo sé que Dios me va a ayudar a cumplirlo, porque es mi guía y todo se lo debo a él, que me dio el don hacer música.
LR-MEM
4-8-2023
