Memorias de aquel Santiago ensangrentado

Hace 35 años, un golpe de Estado ponía fin al gobierno del presidente Salvador Allende, en Chile, y daba comienzo a la sangrienta dictadura de Augusto Pinochet. En diálogo con AUNO, una escritora y una ama de casa chilenas que residen en Argentina, rememoran el final de aquel período, en el cual se pretendió alcanzar la utopía socialista por medio de las elecciones democráticas. Un profesor de la UNLZ analiza las características del gobierno de Allende y la coyuntura latinoamericana.

El 11 de septiembre de 1973 es una fecha fatídica para todos los chilenos que padecieron el derrocamiento de un presidente que por primera vez en la historia de ese país planteaba un modelo socialista y llegaba al poder a través de elecciones democráticas. Para relatar el crudo proceso que vivió la sociedad chilena, AUNO entrevistó a dos mujeres de ese país sacudidas por los avatares de esa época.

“Sorpresa, muerte, miedo e incredulidad es lo que sentí cuando me enteré de lo que estaba pasando en mi país habitado por los flemáticos, ingleses o suizos; ciudadanos bien comportados y apegados a las leyes. Nadie era capaz de imaginar siquiera un golpe militar, y mucho menos tan sangriento”, aseguró Mireya Keller, una escritora chilena y licenciada en filosofía, que en ese momento residía en Brasilia, capital de Brasil.

Mireya se encontraba ajena a los acontecimientos que ensombrecieron la vida de la mitad de los chilenos. “Tenía mucha desesperación por no recibir noticias. La tecnología aún no se había desarrollado tanto y las cosas nos llegaban con cuenta gotas y de modo exasperante. Todo era lento, muy lento”.

Esa fue la forma en que los chilenos que residían en el extranjero se enteraban del bombardeo que sacudió el Palacio de la Moneda, del estado de sitio, de los muertos en las calles y de los centenares de cadáveres que luego aparecieron flotando en las aguas del río Mapocho. “Desaparecidos, como mi tío, dirigente obrero, del que no se supo nunca más nada… No podía ser, no en Chile. Pero la evidencia era aplastante. Y lo peor es que este estado de cosas perduró durante mucho tiempo”, reseñó Mireya.

La escritora volvió a vivir a su país natal en 1980, y fue testigo de los hechos sangrientos que no cesaban. Mireya contó que en su regreso “tres profesores aparecieron degollados; uno de ellos era el hijo de mi admirada profesora de castellano. Mi sobrina, estudiante universitaria, terminó encarcelada por participar de una protesta. Mi hijo, también estudiante, vivía escapando de las bombas lacrimógenas y de los carabineros”. Esta sucesión de hechos produjo que el grupo familiar se volviera a ir de Chile en 1987, por lo que no participó de la vuelta a la democracia que tuvo lugar en 1991.

Desde 1993, la familia Keller reside en Buenos Aires. “Las huellas de esos días perduran en mí y en mi escritura. En mi última novela publicada, ‘La vuelta al mundo en 80 circos’, trato este tema de un modo alegórico a través de la imagen de los circos. No sólo esa dictadura feroz de mi país, también aludo a la de Argentina, Uruguay y Brasil que fueron casi contemporáneas y que integran parte de la historia negra de nuestra América”, concluyó Mireya.

LA HISTORIA DE OLIVIA
Olivia Fernández es otra de las mujeres chilenas consultadas por AUNO. Ella fue testigo de la primera experiencia chilena en el socialismo y vivenció su caída, lo que la forzó a radicarse en Argentina. En 1970, Olivia vivía en Santiago, consiguió su casa gracias a la adjudicación de tierras que impulsó el presidente Salvador Allende. Se trató de una iniciativa que consistió en el reparto colectivo de lotes fiscales.

“Vimos desaparecer a muchos amigos, yo sufría mucho cuando mi marido salía por la madrugada a trabajar porque los carabineros lo revisaban violentamente a pesar de que él contaba con una credencial especial, en la cual los militares lo autorizaban a salir en esos horarios”, rememora.

Olivia relató que “con mi familia en 1975, tuvimos que escapar a Argentina por la represión que cada vez se agudizaba más en las calles chilenas y porque con mi marido desarrollábamos una militancia en contra de la dictadura”.

“Aquí formamos una familia, tuvimos hijos —reconoció—. Pero en aquellos días perdimos muchas cosas, sueños y parte de nuestra ilusión. Soy parte de una generación de chilenos que buscó cambiar la realidad, y que lo pagó muy caro.”

AAF-LDC-AFD
AUNO-11-09-08
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