Lomas de Zamora, marzo 17(AUNO).-Investigadores argentinos modificaron el tratamiento en pacientes con Leucemia Mieloide Crónica, con lo cual alcanzaron que un 85 % de los pacientes tratados presenten una remisión de la enfermedad, aunque es necesario continuar con el tratamiento para que la dolencia no vuelva a presentarse
El tratamiento denominado IRIS fue presentado en una conferencia de prensa brindada por los miembro de número de la Academia Nacional de Medicina e integrantes del Servicio de Hematología del Hospital Ramos Mejía, lugar donde se lleva a cabo la investigación, Miguel Tezanos Pinto y Elena Beatriz Moiraghi
Los profesionales señalaron que los medicamentos ya se usaban como drogas de segundo orden, es decir, que se daban cuando las que se utilizan en primer lugar no funcionaba, pero dada la efectividad presentada, se comenzó a utilizar en primer orden.
También en este trabajo se menciona que un 81 % presenta una sobre vida sin la presencia de eventos relacionados con la enfermedad.
Tezanos Pintos explicó que “hasta hace diez años tener esta enfermedad era tener un mal pronóstico, con pocas posibilidades de sobrevida”
En este sentido, el médico señaló que con la aprobación de este nuevo medicamento como primera herramienta “se logró mayor eficacia en la reducción de los niveles de cromosoma Filadelfia y la reducción de la proteína anormal que favorece la proliferación de los glóbulos blancos y una menor tasa de progresión a formas más avanzadas de leucemia”.
La Leucemia Mieloide Crónica se caracteriza por ser maligna en todos los casos que no tengan tratamiento, provoca falta de desarrollo de los glóbulos blancos y acumulación de los mismos en grandes cantidades.
Los síntomas que presenta el paciente suelen ser decaimiento, palidez y cansancio motivados por la anemia, dolor en la porción superior del abdomen por el crecimiento del bazo, fiebre no infecciosa y hemorragias con ausencia de plaquetas.
La enfermedad tiene tres fases que son la crónica, la acelerada y la de crisis blástica.
En la primera el paciente no presenta síntomas y si se realiza un estudio se encuentran pocos blastos, que son las células inmaduras que provocan la enfermedad.
La segunda fase se caracteriza por la aparición de blastos en la sangre y la médula además de posibles infecciones, hemorragias o anemia.
La Crisis Blástica o última fase presenta muestras de sangre con más del 30% de este tipo de células, aumentan los síntomas y suele ser difícil de manejar y suele tener mal pronóstico.
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