La realidad editorial, en los espacios de la feria del libro

Culminó la feria del libro de Buenos Aires. La conformación económica del mercado editorial no varió demasiado desde hace 20 años. Sus organizadores dijeron que este año del Bicentenario hubo más ventas que el año pasado. y que también se registró una mayor participación en las múltiples actividades.

Lomas de Zamora, mayo 11 (AUNO) – Se apagaron las luces de la feria del libro de Buenos Aires, que esta vez estuvo dedicada al Bicentenario de la Revolución de Mayo.

Sus organizadores aseguraron que este año hubo más ventas que el año pasado y que también hubo más gente que participó en talleres, presentaciones, charlas y debates.

Sin embargo, como ocurre desde hace casi dos décadas, se puede señalar que las ubicaciones que los stand tienen en la feria internacional del libro de Buenos Aires pueden ser entrevistos como una metáfora de la realidad política, social y económica de la Argentina. Allí, obvio, se puede observar la realidad nacional o ‘global’ del quehacer editorial.

Cuando se entra a la feria, cuyas dimensiones son enormes, uno teme perderme y una noche hasta me pareció que había pasado dos o tres veces por el mismo lugar, sin que haya sido esa la intención.

¿Qué ocurre con los espacio en la feria? Allí, lo primero que uno encuentra, avasallante, descomunal, son los stand ocupados por las multinacionales del libro.

Y como si eso no bastara, una multinacional del libro hasta se da el lujo, candorosamente, en un alarde de demostración de poderío económico, de informar a qué editoriales se engulló. Y allí están, una decena de reconocidos sellos editoriales en el estómago de un gran monstruo.

El centro de la feria del libro lo ocupan las voraces empresas internacionales del libro, que se saciaron en lo noventas con decenas y decenas de editoriales nacionales o nativas de toda América latina.

Claro, si la globalización con sus correspondientes globalizados también alcanzó al mundo de los libros. La dictadura de Onganía, primero; la dictadura procesista, después, acabaron con la edad de oro de los años ’50. Esa etapa floreciente del libro duró hasta 1974. Y el martillazo final lo dio el menemismo en los noventa.

En fin, los lugares en la feria del libro cuestan dinero, mucho. Depende de los metros cuadrados que ocupe. Este año el metro cuadrado costó poco más de mil trescientos pesos. También dependen del lugar.

Las provincias

Genera risa observar los espacios dedicados a las provincias o el papel de los gobiernos provinciales en torno a asuntos relacionados con los libros.

¿Qué pasa con las provincias? He ahí un auténtico federalismo. Hay un grupo de provincias cuyos lugares de exposición son imposibles de encontrar a simple vista. ¿No estarán?, piensa uno mientras camina encandilado por las insoportables luces del stand de Mondadori, uno de los monstruos internacionales del rubro.

Hubo provincias que invirtieron sus buenos pesos, varios miles, para instalar sus stand. Por ejemplo, Salta, Entre Ríos, Buenos Aires, Tucumán y San Luis estuvieron en la feria con sus lujosas instalaciones, aunque predominaba la promoción turística antes que las actividades relacionadas estrictamente con libros.

Es cierto que cada provincia tiene asignado un día para realizar un acto para presentar libros, que suele estar acompañado por la presencia de artistas musicales.

Otro grupo de provincias se caracterizaron por la pobreza de sus locales. Había un grupo de ellas, La Rioja, Formosa y La Pampa, entre otras, que estaban escondidas, a un costado, imposible de encontrar, salvo que uno se tomase el trabajo de consultar con las guías de la feria y aún así estos tardaban en informar sobre dónde estaba ubicado el stand. Una pena.

AUNO 11-05-10
FL-HRC

Dejar una respuesta