La Semana de la Epilepsia, que se lleva a cabo desde el lunes y finaliza hoy, tiene como fin brindar un espacio donde brindar información sobre los diferentes aspectos de la enfermedad, para lo cual se desarrollaron reuniones explicativas, charlas educativas, acciones comunitarias y se intercambiaron experiencias y opiniones destinadas a pacientes, sus familiares y público en general.
El evento, organizado por el Grupo de Trabajo de Epilepsias de la Sociedad Neurológica Argentina, con el auspicio de la Liga Argentina contra la Epilepsia (LACE) incluyó actividades en hospitales públicos e instituciones privadas de la Ciudad de Buenos Aires y diferentes provincias de la Argentina.
La Semana de la Epilepsia comenzó a realizarse por iniciativa de la médica Silvia Kochen y su equipo, en 1995, en el Hospital Ramos Mejía. En estos foros, se evacuaban las dudas de los asistentes, además de compartir las experiencias propias que podían servir para el conocimiento de esta problemática.
Hace tres años, la Semana de la Epilepsia comenzó a realizarse en todos los hospitales de la ciudad de Buenos Aires y, dada la aceptación del plan, el Grupo de Trabajo de Epilepsias de la Sociedad Neurológica Argentina, decidió hacer extensivas las jornadas a todo el país desde el año 2008.
La epilepsia es un trastorno de la actividad eléctrica del cerebro, que puede presentarse a cualquier edad, pero es más frecuente durante los primeros 20 años de vida y después de los 50. Es importante lograr un diagnóstico precoz en aquellas personas que aún no saben de su enfermedad, para así indicar el tratamiento oportuno y la medicación correspondiente. La mayoría de los pacientes no tiene alteraciones en la conducta ni dificultades en la capacidad de aprendizaje y se calcula que afecta al dos por ciento de la población.
Las crisis epilépticas (convulsiones) son episodios de alteración de la función cerebral que producen cambios en la atención o el comportamiento y son causadas por una excitación anormal en las señales eléctricas en el cerebro.
En algunas ocasiones, una crisis epiléptica está relacionada con una situación temporal, como exposición a drogas, abstinencia de algunos medicamentos, una fiebre alta o niveles anormales de sodio o glucosa en la sangre. Si las crisis o convulsiones no suceden de nuevo una vez que se corrige el problema subyacente, la persona no tiene epilepsia.
Los síntomas pueden variar desde simples episodios de ausencias hasta pérdida del conocimiento y convulsiones violentas. En algunas personas, se presenta un aura, que consiste en una sensación extraña (como hormigueo, sentir un olor que no existe realmente o cambios emocionales), antes de cada crisis.
AUNO 11-09-09